Últimamente los adalides de la resignación pura y dura, los defensores del sentimiento trágico de nuestra vida y de nuestro gobierno, están recibiendo varapalo tras varapalo a su decisión de seguir apoltronados en su miedo y su egoísmo y no hacer nada.
Veintiuna localidades, unos miles de vecinos, unos cuantos alcaldes, un par de jueces y un puñado de profesionales se enfrentaron a la Santa Patrona del Recorte, a la ínclita musa de la demolición de la sanidad pública.
Y la han ganado. La cruzada de la eterna virgen santísima Dolores de Cospedal ha muerto a las puertas de la Jerusalén que era y es la Sanidad Pública.
Han derrotado sus argumentos uno por uno.
Han vencido los supuestos cinco millones de ahorro que iba a suponer cerrar las urgencias nocturnas del entorno rural castellano manchego con apabullantes cifras del coste que suponían otras cosas, del encarecimiento que supondría cerrarlas.
Han derrotado su intento de sustituirlas por ambulancias supuestamente más veloces que la luz y con el don de la ubicuidad, con cálculos y kilometrajes que hacían imposible esa solución, con protestas continuas y contantes, con casos trágicos o casi trágicos que desmontaban la defensa siciliana en la que la santa Cospedal se había enrocado.
Han echado atrás sus intentos de sustituir lo poco por la nada con análisis profesionales de las equipaciones de una UVI móvil y de un centro de urgencias, con detallados informes de profesionales y expertos sanitarios sobre las nada sutiles diferencias entre las posibilidades de supervivencia siendo atendido en uno y en otra.
Han parado el intento de la heroína de la austeridad en aras del rescate bancario y el control del déficit a ultranza de pasar por encima de sus derechos con recursos a los tribunales, autos de paralización judicial y desestimaciones de recursos que pretendían defender que el Poder Judicial no tenía competencias en lo que se refiere a las acciones de ejecutivo que ella comanda.
Y la veintena de centros de urgencia nocturnos siguen abiertos. Cospedal se ha retirado a sus cuarteles de invierno, se ha reunido en su bunker con sus adláteres para encontrar otra manera de meterle mano a la gestión de la Sanidad Pública para poder algo que llevarse a la boca, a la cuenta bancaria en suiza y al reparto de dividendos a su señor esposo al que ya le han fallado tantas colocaciones a dedo, tantas recomendaciones bajo cuerda, tantos negocios corruptos que le van a convertir en la imagen de ilustración junto a la palabra nepotismo en la Enciclopedia Británica.
Cospedal, su concepto absoluto del gobierno y su imagen de madura interesante con mucha mala leche se están lamiendo las heridas y pasando como pueden el trago de haberse visto obligados a emprender la primera acción democrática que se le recuerda desde que está en el poder.
Porque ganar unas elecciones no es ser demócrata Los que son demócratas son los que votan, los que emiten el sufragio, los que eligen y los que aceptan la decisión de la mayoría aunque no concuerde con su elección.
Ser elegido democráticamente no te transforma en demócrata como nos quiere vender la santa Cospedal. Para ser un gobernante democrático tienes que gobernar escuchando a los ciudadanos, haciendo caso a las instituciones judiciales y anteponiendo los intereses comunes a los beneficios propios -o maritales- y los beneficios sociales a los presupuestos ideológicos.
Y todo eso eso es lo que supone que las urgencias nocturnas rurales de Castilla La Mancha sigan abiertas. El primer acto democrático del gobierno de Cospedal.
Aunque el hecho de que hayan tenido que obligarla veintiuna localidades, unos miles de vecinos, unos cuantos alcaldes, un par de jueces y un puñado de profesionales le resta algo de merito al sentido democrático de la Patrona del Recorte.
SI ellos han conseguido hacer hincar la rodilla para lago que no sea el respetuoso saludo a un paso procesional a María Dolores de Cospedal mientras otros se preocupaban por el resultado del España Francia o por sintonizar la nueva TDT en su televisor de plasma, es fácil imaginarse que se podría hacer si olvidamos las excusas, los miedos y los egoísmos y luchamos todos por lo nuestro.
Aprovechando la cernía de la semana sacra católica: El que tenga oídos para oír que oiga.
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