Lo del ministro de Educación -o de Agitación y Propaganda (agitpro), que ya no se sabe qué definición es más acertada- siempre ha sido de traca, de pirotecnia general y explosiva. Pero quizás sea porque el calendario aún se encuentra en los alrededores de Jan José y las fallas valencianas en estos días se ha transformado en algo que ya no es de traca, es de obús de 60 milímetros lanzado directamente contra la linea de flotación de la Educación Pública.
Al buen hombre -es un decir- le pregunta un diputado de Convergencia y Unio por qué las revalidas, bueno las calificaciones de las revalidas, las harán elementos externos a los centros, y el tipo tira de esa sonrisa semi perversa que el debe creer que le hace interesante y contesta: "Tengo confianza máxima en los docentes y en su trabajo
como evaluadores, pero las evaluaciones externas evaluarán a alumnos,
profesores y centros".
¡Ole sus gónadas externas de ministro torero de opereta
decimonónica!
El individuo en cuestión tira de oxímoron, y antítesis en la misma frase y se queda tan ancho, como si el oscuro futuro que esta haciendo cernirse sobre la educación pública y las expectativas vitales de aquellos que no tienen dinero para pagarse una educación privada no tuviera nada que ver con él, con lo que está haciendo y con su acoso ideológico a la enseñanza pública.
Su afirmación es un oxímoron porque no se puede decir que confía en los actuales docentes mientras permite que sus brazos armados en las distintas comunidades intenten deshacerse de ellos a cualquier precio, primando la nota en unos exámenes de oposición de neófitos sobre años de ejercicio de profesores interinos que ya tienen práctica y experiencia profesional sobre el terreno .
Porque no se puede decir que confía en los docentes y pretender limpiar los colegios públicos en Valencia, Castilla La Mancha y Madrid -y donde se tercie- de profesores interinos para sustituirlos por becarios en prácticas solamente porque se pretende hacerles trabajar sin cobrar para que las cuentas del eterno y sacrosanto recorte cuadren en sus balances.
Pero sobre todo es una antítesis imposible de aceptar porque no se puede dinamitar la educación pública, desgastarla como un zapador galés ante las murallas de Azincourt, desarbolarla desde babor y estribor como la armada inglesa al San Juan Nepomuceno en Trafalgar y luego enviar a examinadores externos a evaluarla.
¿ Tendrán en cuenta los nuevos hombres de negro de la revalidad que en un instituto de Burjassot no tienen luz porque su gobierno autonómico no se la paga cuando evalúen a los alumnos, los profesores y el centro? ¿existirá un baremo para dirimir la diferencia de rendimiento en el aprendizaje y en la enseñanza entre dar clases en un colegio o un instituto en perfectas condiciones y hacerlo en uno en le que se da clase en barracones embarrados y con goteras como el 107 o el Evaristo Calatayud de Valencia? ¿se establecerá una ponderación en la que se tenga en cuenta que no es lo mismo llegar descansado en un autobús a dar clase que hacerlo después de recorre varios kilómetros a pie, o que la concentración es mucho más fácil cuando los huesos y las carnés de alumnos y profesores están a la temperatura adecuada que cuando hay que atrincherarse en el plumas y apretar los dientes porque la calefacción no se puede encender en pleno invierno por falta de presupuesto para gasóleo?
Es de suponer que también esos evaluadores de la revalida decimonónica de Wert establecerán tablas de ponderación que incluyan en la valoración de los alumnos en las que se tenga en cuenta que tienen que comer frío todos los días porque se les ha quitado la beca de comedor, que se les ha cortado el acceso a las becas de libros o que se les ha privado con esa austeridad ideológica que busca hacer obligatoria la elección de centro concertado todos los instrumentos de refuerzo por falta de fondos o de personal docente para llevarlos a cabo.
Y claro, es de suponer que a la hora de evaluar a los docentes esos examinadores externos de revalida tendrán en cuenta que, por pura decisión ideológica, se les ha duplicado el ratio de alumnos por el artículo catorce, se les han hecho imposibles los desdobles de refuerzo, se les han masificado las aulas de adaptación curricular, se les han negado laboratorios y aulas audiovisuales,se les ha rebajado el salario y se les han eliminado los cursos de reciclaje y mejora.
Es de suponer que todo eso se reflejará en las revalidas evaluadas externamente para que quede claro que los suspensos de docentes, de centros públicos y en algunos casos de alumnos son responsabilidad directa de un ministerio que ha suspendido claramente al dedicarse a potenciar los intereses privados e ideológicos por encima de los públicos y los sociales -que son los únicos que deberían interesarle- y de un ministro que sacado uno de esos antiguos Muy Deficiente de la E.G.B como gestor y defensor de lo púbico y como persona que individuo que defienda la justicia y la igualdad de oportunidades.
Es decir que ha suspendido y suspende cada vez que abre la boca como ministro y como persona.
Pero es de suponer que la evaluación de la revalida no sera tan externa como para que incluya esas calificaciones. Wert no es de los que gusta ser evaluado por los demás. Su soberbia y su incapacidad tienden a que no pueda soportarlo.
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