Entre todo lo que nos está cayendo a
nosotros corremos el riesgo de no ver o no fijar la vista en lo que acontece
allende los mares revueltos de nuestra economía y que probablemente contribuya
mucho más a cambiar el mundo que los estertores de la civilización occidental
atlántica tal y como la conocemos que parece ser esta crisis económica nuestra.
Porque en muchos casos el mundo se
modifica no porque lo se hace, sino por lo que se deja de hacer. No por lo que
estamos dispuestos a hacer sino por lo que no soportamos seguir haciendo. Y
parece que allá en las tierras del Oriente Próximo que nunca ha estado más
lejano parece que determinadas gentes se han cansado de hacer algo.
Parece que los israelíes se están
cansando de hacer la guerra.
No su gobierno, los halcones de Sión
viven por y para la guerra porque no entienden otra forma de gobierno y de
poder. Pero los israelíes ya no quieren ser israelitas, ya no quieren ser el
brazo armado del sionismo. Puede que sigan dispuestos a luchar por Israel pero
se han cansado de hacer la guerra por Sión.
Cuando el Estado Hebreo parece acosado
por todos los flancos, cuando se antoja que la estrategia Masada de Netanyahu y
su gobierno de amurallar Sión para apartarla del mundo estaba en camino de
culminarse, de repente los israelíes recuerdan que son un pueblo moderno,
recuerdan que son democráticos y se niegan a ocupar como los originales
sicarios macabeos su puesto en las murallas.
Con los islamistas en Egipto, con El
Asad perdiendo el control en Siria a pasos agigantados, con el islamismo
contenido de Turquía ejerciendo de otomano director de orquesta en el mundo
árabe y musulmán, los ciudadanos de Israel le exigen a su gobierno algo que a
ninguno se le había ocurrido hasta ahora.
Algo tan simple como que la defensa
nacional sea responsabilidad de todos los habitantes de la nación.
Vamos, algo tan nuevo que lo
aprobaron los Estados Generales de Francia en 1789.
Y a Netanyahu se le caen los palos del
sombrajo.
Porque sus zelotes -como me ha gustado
que incluso en tiempos bíblicos toda una clase social fuera denominada por un
nombre que básicamente significa "los
que se quejan"- exigen que, si como vende constantemente Netanyahu y toda
la cetrería belicista que le acompaña, Israel está en peligro todos los
ciudadanos de Israel contribuyan a su defensa.
Le exigen que los ciudadanos árabes de
Israel y los ultra ortodoxos hagan el servicio militar y formen parte de la
siempre militarizada población de Israel.
Y eso es un problema para los que
hacían cargar sobre las espaldas y las armas de su población la defensa de su
doctrina política.
Porque ya no pueden vender a los israelíes
laicos o religiosos, que tiran de Yahvé probablemente en bodas, entierros y bar
mitzvah -como en la mayoría de las sociedades modernas- que tengan que
sacrificar tres años de sus vidas y poner en juego sus cuellos porque ellos
quieren recuperar el concepto del Reino de Salomón, mientras los ultra
ortodoxos están exentos de ello porque tienen que dedicarse a estudiar la Tora.
porque muchos ya están hartos que sea
la locura mesiánica de muchos de ellos que pueblan las ilegales colonias y los
prohibidos asentamientos los que les obliguen a patrullar día y noche y los que
les exasperen hasta el odio de patear a un niño mientras ellos no tienen que
arriesgarse a recibir un balazo o un estallido de un misil katiuska de los
otros locos furiosos mesiánicos que mantienen vivo este conflicto.
Porque Israel -o su gente- ya no
quiere arriesgarse por aquellos que solamente defienden Sión y malinterpretan
sus escrituras santas en su propio beneficio y luego encima se atreven a
escupirles a la cara cuando llevan una camiseta demasiado corta para su gusto o
los pantalones demasiado caídos para lo que indican, según ellos, sus
escrituras.
Vamos, porque como también está pasando
en la otra trinchera de este conflicto aciago e interminable. Israel se está
cansando de sus Haredim como a
Palestina se le está agotando la paciencia con Hamas.
Y lo de la población árabe ya le
levanta autentico salpullido alérgico al defensor del sionismo que es Netanyahu.
Él, que mantiene en sus filas a
ministros que han afirmado que los árabes "sólo valen de camareros, pastores y
albañiles", que ha sufragado a movimientos liderados por ex generales que
defienden que lo único que puede hacer un árabe cuando ve a un judío es "bajar
la cabeza con respeto", no puede ni concebir poner un arma en manos de un árabe
a los que ha considerado y mantenido como ciudadanos de segunda, siervos e
incluso semi esclavos.
Ningún árabe defenderá Israel contra
los árabes, contra cualquier otro enemigo quizás sí, pero contra los árabes no.
Y el único enemigo al que se quiere enfrentar Netanyahu es a los árabes. Todos
los demás le vienen grandes.
Así que, ahora que ya tiene sus
murallas, lo mismo no tiene guerreros con las que poblarlas.
¡Qué triste destino para aquel que ha
hecho de la guerra mesiánica su único argumento de gobierno!.
A lo peor para él hasta unos y otros
se dan cuenta de que se puede hablar en vez de combatir.
Y adiós, Sión, adiós. Hola Israel.
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