Hubo un tiempo en el que las cosas estaban claras. Hubo un tiempo en el que cuando hacías un trabajo recibías una remuneración por él. Podía ser mayor o menor, podía ser justo o injusto pero el que trabajaba recibía un salario y el que no trabajaba no.
Pero ahora ya no es así. Y mucho menos en la Sanidad pública madrileña. Los ideólogos de este recorte absurdo e innecesario en las prestaciones sanitarias, los demagogos de la necesidad de cambiar un modelo sanitario público en beneficio de uno privado que genere beneficios a los que ellos quieren beneficiar, han decidido cambiar las reglas del juego neocon -o sea liberal capitalista- más básico.
Ahora unos trabajan la sanidad y otros cobran por ella.
Más allá de las externalizaciones ahora detenidas por mano judicial, más allá de los oscuros contratos y cambios de actividad de los consejeros sanitarios Lamela y Güemes, imputados por sus más que sospechosos fichajes por empresas concesionarias de los servicios por ellos externalizados -¡Uy perdón, quise decir privatizados con nepotismo!-, los próceres políticos de la Comunidad de Madrid siguen intentando meter en la mano en la caja de lo sanitario para sacar tajada de ello.
Los hospitales públicos han perdido 4.000 trabajadores desde 2.008. Otra manera de no gastar, de poder utilizar ese dinero en lo que les viene bien en lugar de en lo que es necesario.
Han dejado Alcorcón con 406 trabajadores menos, el 12 de Octubre con una reducción de 399, el Hospital de la Princesa con 205 menos, el Puerta de Hierro con 201 y así en una cascada sin fin que deja plantillas reducidas, condenadas a la saturación, expuestas a la inoperancia para poder ahorrar.
La partida para los sueldos del personal de los 26 hospitales madrileños se ha reducido en 12 millones de euros. Han reducido y congelado salarios de los que trabajan en la sanidad madrileña, de los que la mantienen, de los que tienen nuestra salud y en ocasiones nuestra vida en sus manos, en sus diagnósticos, en sus curas, en sus bisturís. Esos sufren recortes, dejan de cobrar.
Pero los otros, los que están pegados parasitariamente a la sanidad por decisiones de gobierno, los que hacen política y no sanidad, sí cobran por ella.
Porque la única partida que no se ha reducido de todo el dinero que la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid destina a sueldos es aquella en la que se incluye a los altos cargos de la consejería y al procelosos consejero Fernández Lasquetty. Ellos sí cobran por la sanidad.
Así que todos esos recortes necesarios para que el sistema se mantenga, todas esas pérdidas de prestaciones, todas esos inevitables -según ellos- retrocesos en la gratuidad del sistema público de salud adquieren una nueva dimensión.
Nos arrojan a la verdadera explicación del asunto.
No hay que pagar por las recetas para que se mantengan abiertos los quirófanos, no hay que abonar más dinero por los medicamentos si se es pensionista o enfermo crónico para que no tener que cerrar eliminar camas hospitalarias, no hay que pagar una tasa por la tarjeta sanitaria para que las unidades de enfermería no se queden sin material para curas, no hay que morirse de pulmonía sin acceso a medicación gratuita si se es inmigrante ilegal para que las unidades especialidades de los centros hospitalarios tengan dotaciones suficientes. No es para eso.
Todo el dinero que, de repente, hay que pagar en un sistema que era gratuito y universal no va para que los que diagnostican mis enfermedades, los que curan mis heridas, los que mantienen limpio y aséptico el hospital o los que se aseguran de que la comida que como sea la adecuada para mi enfermedad. Todo eso es "recortable", "externalizable", "eventualizable" y "precarizable".
Todo lo que nos hacen pagar va a un solo objetivo, tiene un único fin. Va a lo único que no se mueve, que parece intocable. A que Lasquetty y su corte sigan cobrando por una sanidad por la que no trabajan.
Mientras los que la necesitan pagan más y los que la trabajan cobran menos o incluso dejan de cobrar porque son despedidos.
Puede que la corrupción de Lamela y de Güemes merezca la cárcel, pero es seguro que la otra, la corrupción de Lasquetty por no aplicarse los mismos recortes que impone a los demás, merece de partida la dimisión y si se apura un poco, solamente un poco, los barrotes de una celda
En una de esas prisiones en las que se quiere recortar la asistencia sanitaria a los reclusos, por supuesto.
1 comentario:
Es verdad q parte de los recortes va en provecho d Lasquetty y de nos que nos gobiernan, pero se benefician en concepto de servidores de bancos y grandes empresas que son los mayores beneficiados. Políticos ladrones al servicio del capital
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