Parece que cada día nos desayunamos con una síntoma más de una especie de regresión a tiempos pretéritos, a fases de la historia en las que los pensamientos y las luchas ideológicas se dirimían de otra manera: a espadazos y tiros, concretamente.
Ahora resulta que no hace falta aleccionar a nadie en una visión fanática de una fe mal entendida para que coja,armas, explosivos y lanza granadas y se dedique a pegar tiros y matar gente en servicio a una bandera que no es la suya.
Ya no se trata de que musulmanes españoles hagan cola en Ceuta y Melilla para alistarse en el falso Estado Islámico o para sangrar la tierra siria o libanesa. Ahora nos vamos a Ucrania a combatir por la Gran Madre Rusia y su orgullo eterno.
Ya no se trata de que musulmanes españoles hagan cola en Ceuta y Melilla para alistarse en el falso Estado Islámico o para sangrar la tierra siria o libanesa. Ahora nos vamos a Ucrania a combatir por la Gran Madre Rusia y su orgullo eterno.
Y no son jovenzuelos aleccionados desde su mas tierna infancia por su familia, sus clérigos o sus amigos en el más absurdo yihadismo, que se parece al Corán lo mismo que la Inquisición al Evangelio, que un Gulag al comunismo o que una cuenta suiza de evasión de capitales al Capitalismo.
Son militares profesionales, entrenados en la guerra y en el uso de armamento especializado. Son esos a los que enseñamos a matar con el dinero de todos para que supuestamente maten en beneficio de todos.
Como siempre, la pregunta que se me antoja ineludible ante esta situación no es cómo, cuando o donde, es simplemente por qué. Y como casi nunca los porqués no nos responden lo que queremos escuchar.
No es porque sean mercenarios, de esos de la revista Soldado de Fortuna, que buscan sacar el dinero que no obtuvieron cuando mataban por su país matando por quien sea y al precio que convenga; no son elementos enloquecidos que hayan hecho de su ansia de sangre el único baremo de su existencia y su felicidad y necesiten estar rodeados de muerte y destrucción para sentirse a gusto consigo mismos.
Por su puesto que los habrá que le echen la culpa al Islam o al Comunismo, los habrá que utilicen esto para intentar justificar que el sistema económico y social que pretenden resucitar y la ideología que ellos defienden.
Pero, obviamente, su explicación es tan inútil como cambiar de tumbona en el Titanic.
Porque ni el Islam, ni el comunismo explican Las Cruzadas, La Guerra de los Pastorcillos, Los voluntarios de Lord Byron en la independencia Griega, La Legión Británica de Simón Bolivar, Las Brigadas Internacionales, Los Minute Men, La División Carlo Magno o el Kommando Deutsch-Arabischer Trupper del ejército nazi.
La única explicación que se me ocurre no está en el fanatismo religioso ni en la intransigencia ideológica -aunque ayuden sobremanera a la cuestión, hay que reconocerlo-. Está como casi siempre en nosotros mismos y nuestra sociedad Occidental Atlántica.
Es que todas esas gentes fueron a pelear donde nadie les había llamado porque ya no encontraban esperanza ninguna en luchar allá donde estaban, porque la miseria a la que les había arrojado su sociedad solamente les dejaba ver la salida en combatir por unos ideales que se dirimían más allá de sus fronteras y de su realidad y vivir en la vana esperanza de que esa victoria repercutiera en su país y su vida cotidiana.
Es porque sus gobiernos y los poderosos de sus países les habían hecho perder toda esperanza en la mejora pacífica y democrática de sus condiciones de vida.
Y nosotros hacemos lo que hacemos siempre. Callamos lo que nos conviene y decimos lo que nos viene bien. Porque voluntarios españoles combaten con los kurdos contra el Estado Islámico pero no decimos nada, porque voluntarios españoles se alistan en las fuerzas ucranianas pero callamos para que parezca otra cosa. Para que parezca que el Islam y el totalitarismo comunista son los causantes en lugar de que se vea claramente que, sea cual sea su ideología, hay gente que ya no encuentra otra forma de defenderla que coger las armas en un país muy lejano
Que nuestros gobernantes y nuestro sistema les ha arrojado a eso.. Ya sea en Siria o en Ucrania
¿En cuántas cosas más nos vamos a regresar de nuevo a la barbarie?
La única explicación que se me ocurre no está en el fanatismo religioso ni en la intransigencia ideológica -aunque ayuden sobremanera a la cuestión, hay que reconocerlo-. Está como casi siempre en nosotros mismos y nuestra sociedad Occidental Atlántica.
Es que todas esas gentes fueron a pelear donde nadie les había llamado porque ya no encontraban esperanza ninguna en luchar allá donde estaban, porque la miseria a la que les había arrojado su sociedad solamente les dejaba ver la salida en combatir por unos ideales que se dirimían más allá de sus fronteras y de su realidad y vivir en la vana esperanza de que esa victoria repercutiera en su país y su vida cotidiana.
Es porque sus gobiernos y los poderosos de sus países les habían hecho perder toda esperanza en la mejora pacífica y democrática de sus condiciones de vida.
Y nosotros hacemos lo que hacemos siempre. Callamos lo que nos conviene y decimos lo que nos viene bien. Porque voluntarios españoles combaten con los kurdos contra el Estado Islámico pero no decimos nada, porque voluntarios españoles se alistan en las fuerzas ucranianas pero callamos para que parezca otra cosa. Para que parezca que el Islam y el totalitarismo comunista son los causantes en lugar de que se vea claramente que, sea cual sea su ideología, hay gente que ya no encuentra otra forma de defenderla que coger las armas en un país muy lejano
Que nuestros gobernantes y nuestro sistema les ha arrojado a eso.. Ya sea en Siria o en Ucrania
¿En cuántas cosas más nos vamos a regresar de nuevo a la barbarie?