Estaba yo dispuesto a iniciar por primer día ese rito de ejercicios que nos coloca en el punto de vista del verano con menos tripa y más visibilidad, cuando ha pasado algo imprevisto.
El Diputado General de Guipuzcoa me ha jugado una mala pasada. Estos chicos de Bildu solamente dan problemas.
Se ha dejado entrevistar por un medio nacional -que hasta ahora no quería verles ni en pintura- y me ha obligado a posponer la pírrica recuperación de mi, durante décadas, maltrecha anatomía para dedicarme de nuevo al pensamiento y a estas endemoniadas líneas. ¡Así no hay manera de pasearse digno por las playas!
Pues bien, me he acercado a la entrevista y he encontrado dos cosas. Algo que no esperaba y algo que, aunque esperaba, no estimaba que sería tan burdo y presuntuoso. He encontrado respuestas y manipulación.
He encontrado cambiados los roles. Y eso asusta. No asusta por el rol que ha asumido el entrevistado. Asusta por el papel que ha decidido jugar el entrevistador.
De repente, el periodista se ha hecho borroka.
En su primera pregunta consigue que el Diputado General Garitano afirme cuales son los objetivos para su legislatura. Él habla de rebajar la tensión, de eliminar la pobreza y de reducir el paro -algo que podría decir cualquiera y que, seguramente, no conseguirá como cualquiera-.
Nada de peroratas sobre la dominación española, nada de eso de la ocupación y la tortura de lo que hablaban otrora. Ni siquiera nada de eso del independentismo a cualquier precio que defendían o decían defender los abertzales antaño.
Pero el periodista lo ignora. Hila muy fino, se convierte en la campanilla que eran hace unos meses los borrokas y sigue a lo suyo.
Sigue a lo que el españolismo militante ha estado siempre. Sigue con ETA. Sigue con la violencia y el miedo -el que parece que se teme que desaparezca-.
Insiste una y otra vez y obliga a Garitano a recordarle que han firmado una declaración -La de Guernika- en la que se rechaza la violencia -la terrorista y las otras-, que son el único partido de España en el que todos sus cargos, representantes y militantes firman una declaración en contra de la violencia como forma de acción política.
Le entrevistador se transforma en el borroka que se niega a ver la realidad de un pueblo, de una sociedad que no sigue sus criterios.
Afirma mientras pregunta, que Martín Garitano es la Izquierda Abertzale y el político elegido por su población -algo que olvida el entrevistador, que le trata en ocasiones como alguien que haya dado un golpe de estado o algo parecido-, le tiene que recordar que él y los suyos son abetzales, son de izquierdas, son soberanistas pero no son la Izquierda Abertzale.
El periodista sigue olvidando la historia y la realidad -la más reciente además-, como el Borroka olvidaba hasta hace un año que Navarra nunca había sido vasca, que Euskalherria nunca había existido y que la mitad larga de su población no hablaba euskera.
En este caso el olvido se centra en el hecho de pasar por alto que el más alto tribunal de este país ha decretado precisamente eso que Bildu no es Batasuna, que no todos los abertzales de izquierda son la Izquierda Abertzale -o sea Batasuna, para entendernos-. Que ese argumento es tan absurdo como pretender que todo el que se llame socialista tiene que ser del PSOE, por definición, y todo el que que afirme ser liberal tiene que ser militante del Partido Popular.
Pero al entrevistador no le importa la realidad. No le importa que Martín Garitano esté sentado en el despacho del Diputado General de Guipuzcoa y no en el salón de visitas de la cárcel de Herrera de la Mancha. Evita recordar que le han puesto ahí los guipuzcoanos.
No puede hacerlo porque entonces tendría que reconocer la verdad de la situación. Como la Kale Borroka olvidaba adrede que apenas nadie votaba a Batasuna porque precisamente estaba vinculada a la violencia, al crimen a la extorsión, al terrorismo y a la agitación callejera.
Y, colocado en esa situación en el que la historia y la realidad le desmienten, el periodista, transformado por arte de la magia funesta del apriorismo político en quemador de contenedores, recurre a lo único que le queda. A su percepción. Ese peculiar tamiz por el que pasamos la realidad cuando esta nos contradice.
Le exige -no es una pregunta, es una exigencia disfrazada de pregunta- que pida la disolución de ETA porque esa es la única forma en la que los otros partidos percibirían que el rechazo a la violencia es real. Y claro el amplio manto de su percepción le impide ver el sopapo ideológico y argumental que Martín Garitano le da con la mano abierta.
"Por eso no milito en esos partidos". Y la respuesta es tan clara que debería haber bastado para que el entrevistador se bajara del burro del apriorismo y la superioridad ética. Debería haber bastado para que el periodista se diera cuenta de que los votantes guipozcoanos han colocado a Martín Garitano en su despacho sin necesidad de que pida la disolución de ETA, de que las formaciones que le han apoyado lo han hecho sin necesidad de que exija la disolución de la banda.
Debería haber sido suficiente para recordarle que la democracia exige al político que se deba a sus electores, a sus votantes, no a las percepciones de la realidad impuestas por los demás partidos.
Pero no es suficiente. El nuevo borroka sigue intentando elaborar su complicada pintada españolista en la pared del despacho del Diputado General de Guipuzcoa.Y vuelve a tirar de sus percepciones, vuelve a tirar de sus creencias, de aquello que a fuerza de repetir cree que puede convertir en realidad.
Vuelve a su percepción, a su decisión contra todos y contra todo de que Bildu es Batasuna y se escuda -¿cuando un entrevistador empezó a tener necesidad de escudarse?- en que antiguos militantes de esos partidos y antiguos terroristas les han apoyado. Tira de los argumentos que los partidos a los que ha decidido hacer de portavoz esgrimen. Como si eso fuera necesario. Como si eso fuera hacer una entrevista.
A de nuevo recibe el capón más obvio para el que todo profesional debería estar preparado. El PSOE ha recibido el apoyo de condenados por secuestro y por asesinatos y eso no ha hecho que se dudara de su condición democrática; el Partido Popular y el Partido Comunista de España han tenido militantes y cargos que participaron en asesinatos masivos y no por eso se ha dudado de su compromiso democrático.
El entrevistador cae en una trampa tan obvia y predecible como lo es una pregunta con trampa. como lo es la realidad de los hechos. Como lo es la hipocresía.
Lo bueno que los borrokas tienen para aquellos que les utilizan es que no dejan que la realidad les reste fuerza, que no permiten que los hechos alteren su visión apriorística de la realidad o de lo que ellos creen que es la realidad.
Y este nuevo borroka periodístico parece ser de los mejores. Cuando todo le falla tira de otro de los elementos fundamentales que ha n alterado y que han hecho alterar la percepción de Euskadi, Lo que se dio en llamar "la socialización del sufrimiento", lo que podría llamarse la percepción del victimismo eterno y universal.
Afirma que Martín y los suyos ignoran a las víctimas por el hecho de que no se limitan a tener en cuenta solamente a las víctimas que se "deben" tener en cuenta. Puede que Martín Garitano se lo soporte, pero para mí,que he renunciado a mis abdominales y mis ligues veraniegos soñados para esto, ya resulta excesivo.
No hay un solo partido de los llamados nacionales -paso de llamarles constitucionalistas porque tienen de eso lo mismo que el partido Baaz- que haya estado nunca con todas las víctimas de ese absurdo conflicto, de esa estúpida matanza que fueron "los años de plomo" en Euskadi.
El borroka periodístico y aquellos que están tras él pretenden que Bildu haga lo que ellos están dispuestos a hacer, lo que ellos llevan años haciendo. Piden que ignore las víctimas que la tortura, la incapacidad y la crueldad han generado en el bando del independentismo. No se trata de que Bildu no recuerde a las víctimas ocasionadas ETA y no las respete.
Se trata de que también recuerda a las generadas por unos servicios secretos inútiles -cuando lo eran., por un sistema policial represivo -cuando lo fue- y por todos los paramilitares consentidos de la transición -Leasé batallón Vasco Español, entre otros- que también muerieron y que no debieron morir.
Se trata de que también recuerda a las generadas por unos servicios secretos inútiles -cuando lo eran., por un sistema policial represivo -cuando lo fue- y por todos los paramilitares consentidos de la transición -Leasé batallón Vasco Español, entre otros- que también muerieron y que no debieron morir.
Se trata de que nos fastidia hasta el extremo que también respete y recuerde a Lasa y Zabala, a Segundo Marey, a los borrokas muertos en la comisaria, a los que se cayeron por los barrancos.
Se trata de que cuando se respeta a todas las víctimas también se respeta a las que hemos matado nosotros, aunque sean menos, muchas menos. Y eso es algo que al españolismo supuestamente siempre democrático, siempre anti violencia le jode profundamente.
Porque ellos nunca han respetado a esas víctimas.Y Bildu dice que sí. Que lo hace con todas -es posible que no lo haga con ninguna- pero no tiene ningún problema en aceptar lo que nosotros nos negamos a aceptar. Que nosotros también hemos matado, hemos consentido que se matara y hemos apoyado a los que mataban.
Y eso no hay borroka que lo soporte. Ni siquiera fingiendo hacer una entrevista.
Agotados todos sus cócteles molotov - o casi todos, que luego tira de datos de los ciudadanos y demás miedos creados y acrecentados desde la llegada de Bildu a las instituciones- el periodista recuerda que lo es y comienza a ser su entrevista. Es interesante