Cuando el dinero no es suficiente para ocultar de todos lo que no se tenía que haber hecho, lo que nunca debió hacerse, la riqueza se transforma en soberbia.
Cuando la soberbia no evita ttulares, no impide aperturas de juicios, no cambia testimonios; cuando no hace posible que sigamos airosos y orgullososos marchando por la calle y no evita que tengamos que escondernos en lo profundo de un escaño para intentar evitar que nos procesen por todo aquello que hemos hecho mal y sólo en nuestro beneficio, cuando se suponía que trabajabamos en beneficio de otros, la soberbia se transforma en ira.
Cuando la ira no evita que nos saquen las vergüenzas, que nos busquen las vueltas, que nos descubran los cohechos, que nos procesen los desfalcos, que nos investiguen los sobornos, la ira se transforma en aversión.
Cuando la aversión no es suficiente para llenar de vuelos un aeropuerto fantasma, para blanquear y dar explicación a cinco millones de euros, para que los demás no nos miren de arriba abajo y pregunten los motivos que nos han llevado a robar, a malgastar, a dilapidar y a tirar dinero que no era nuestro y era de los otros, la aversión se transforma en odio.
Cuando
el odio no mantiene unida a nuestra sangre y nuestra familia, cuando el clan no es capaz de ocultar nuestros manejos, cuando el odio nos torna la familia en una mafia a la fuga que se disgrega porque sus turbios manejos financieros los enfrentan entre ellos, porque se han convertido en una sociedad delictiva que se cubrían los unos a los otros y que ante la presión de los demás no están dispuestos a caer si no cae el otro. Cuando nuestro padre y nuestra madre son solamente socios criminales y eso salta a la vista, el odio se transforma en sinrazón.
Cuando los exabruptos que emanan de esa sinrazón empeoran las cosas, cuando todo aquello que hicimos se transforma en parte del mal de otros, cuando lo que robamos, lo que nos quedamos, lo que traficamos se convierte en una parte evidente de lo que es necesario para poder salir de la situación que hemos originado con nuestros latrocinios, nuestras incapacidades y nuestos delitos, la pobreza de los otros nos acusa y sinrazón se tranforma simplemente en locura.
Y nuestras víctimas se transforman en nuestros enemigos.
Nuestros jueces se convierten en nuestros oponentes.
Aquellos que sacan a la luz nuestras vergüenzas en nuestros antagonistas.
Nuestros parados, la prueba viva de nuestro fracaso, en nuestros rivales
Y los votantes en nuestros contrincantes.
Entonces sus quejas nos suenan como insultos.
Sus protestas las oímos como injurias.
Escuchamos sus testimonios como ofensas.
Y percibimos sus vidas como acusaciones.
Y así convertimos sus problemas en nuestras alegrías
Sus sombras en nuestros gozos.
Sus derrotas en nuestras victorias
Sus lágrimas en nuestros aplausos.
Y sus miserias en nuestras venganzas
Sus dolores en nuestras curas.
Sus perdidas en nuestras ganancias.
Sus quiebras en nuestros réditos
Y sus tristezas en nuestras celebraciones con champán.
Cuando nuestro dinero, nuestra sorbebia, nuestra ira, nuestra aversión, nuestro odio, nuestra sinrazón y nuestra locura no nos sirven para ocultar lo inocultable ni para evitar lo inevitable, todo nuestro ser se convierte en medio.
Y el miedo la hace una cobarde.
Y esa cobardía hace gritarles a todos "¡Que se jodan!" cuando se siente protegida por el cálido cuero de un escaño parlamentario y el éfimero ruído de un apaluso improcedente.
Nos jodemos, señora Fabra, nos jodemos. Pero nosotros ya estamos jodidos y lo aguantamos. A usted, Andreita, aun no han empezado a joderla y ya no lo soporta.
Nosotros podemos concluir la jodienda en cuatro años como mucho. Pero usted tiene que vivir consigo misma, su padre, sus delitos, su vergüenza y con nosotros el resto de sus días. Ni su miedo, ni su ira, ni su odio pueden librarla de ello.
A nosotros nos están jodiendo.
Pero usted está jodida, Andreita. Está jodida.
2 comentarios:
Gran post, sin señor. Me ha encantado.
Me temo que no, que a esta casta de intocables no les jode nada... ¿que se hunde el país? bueno, su segunda (o tercera) residencia está en algún paraiso fiscal al que pueden ir con avioneta propia...
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