sábado, febrero 08, 2014

Ana Botella y el temido fantasma de La Bastilla

Los hubo que mantenían que la experiencia es el pomposo nombre que damos a nuestros errores. Pero la sentencia del irlandés falsamente misógino y ciertamente genial solo es aplicable si quien comete los errores intenta al menos aprender de ellos.
Y no es el caso de la ínclita alcaldesa designada de Madrid. No están los tiempos ni los precios para que Ana Botella siga hablando. Porque cada vez que lo hace sube el pan.
Empezó con ese momento glorioso en la incultura política de decir que el PP -o la ideología que se supone que tiene- es la que más había hecho por la libertad a lo largo de la historia y continuó con el sublime ridículo de esa charla en falso inglés de polígono de extrarradio de cup of café con leche.
Y ahora se descuelga con otra de las suyas. Con otra de esas frases celebres que según ella lo explican todo y que para todos los demás solamente son un reflejo de su propia inconsciencia.
Molesta porque los jueces han decidido que decirle a un político en su cara y en su puerta que es un inútil no es un delito punible, no es un crimen execrable y mucho menos un atentado terrorista, la alcaldesa se ha descolgado con una de esas que pasan a los anales de la estupidez humana: "Guiarse por la calle es de la Revolución Francesa".
Más allá de lo que supone la crítica a la sentencia por los escarches a Soraya Saenz de Santamaría, más allá del hecho de que le cuesta digerir una sentencia judicial argumentada y expuesta pese a ser de las que se llena la boca diciendo que "acata" las decisiones judiciales, la frase no tiene desperdicio.
No se sabe muy bien si Botella desprecia la Revolución Francesa por antigua o por revolución; no queda muy claro si la utiliza como referencia negativa por los hechos históricos o por la ideología, pero el caso es que se columpia.
Y, como suele ocurrirle últimamente, a mitad del vaivén se le rompe el columpio y se estampa contra el suelo con ese ruido sordo que hacen las cosas huecas al caer.
¡Claro que dejarse guiar por la calle es de la Revolución Francesa! ¡Se llama democracia!
Como es de la Revolución Francesa la separación de poderes contra la que ella atenta cuestionando la legitimidad de una sentencia judicial, como es de la Revolución Francesa que su partido gobierne de forma legítima en virtud de los sufragios que se depositaron con sus siglas en unos comicios.
Como lo es que ella pueda ser alcaldesa y no esté ligada por derecho de servidumbre a un puñado de tierra y un oficio que no puede cambiar sin el permiso del noble de turno; como lo es que el día de sus esponsales boda no apareciera en su tálamo nupcial el Duque de Medinasidonia para imponer su derecho de pernada; como lo es que pueda votar para elegir a su gobierno; como lo es que ella pueda demandar en los tribunales a determinados medios por los rumores sobre sus desavenencias maritales.
Todo eso es de la Revolución Francesa además de "guiarse por la calle".
Y si, simplemente porque un juez sentencia algo que le viene mal, porque determina que echarle en cara a los políticos sus inacciones o sus acciones erróneas es un ejercicio de democracia la Revolución Francesa es desdeñable quizás debería recoger las cosas de su despacho y volver al feudo en el que nació a prestar juramento vasallático al noble de turno.
Porque la Revolución Francesa, con todas sus idas y venidas, con todos sus excesos y sus delirios, es precisamente eso: el reconocimiento de que el poder y la soberanía residen en el pueblo, la constatación de que hay que escuchar su voluntad en las urnas, en la calle o en cualquier otro sitio, el comienzo del a construcción de un sistema en el que hay tres poderes que se vigilan y se controlan los unos a los otros y que emanan todos ellos de la ciudadanía.
Y para rematar la faena, la regidora madrileña califica la decisión judicial de "lamentable y peligrosa para el Estado de derecho".
Pero, ¿en qué quedamos? ¿no se suponía que no había que ser de la Revolución Francesa?
Quizás le diera demasiado el sol mientras saboreaba su "relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor" y el golpe de calor le haya hecho olvidar que el Estado de Derecho es una herencia directa de... ¿de qué era?... ¡Ah, sí, de la Revolución Francesa!
Es posible que ella sea más de regímenes donde los poderosos están protegidos de aquellos sobre los que gobiernan en su irresponsabilidad y su incapacidad, es más que probable que ella sueñe con un sistema en el que pueda hacer y deshacer a su antojo sin que nadie pueda reclamarle nada, sin que nadie pueda ejercer medida de protesta o de presión alguna contra ella, es casi seguro que ella preferiría un sistema en el que poder emane de la divinidad y recaiga sobre los hombros y las arcas de aquellos que por derecho de sangre o de riqueza están en condiciones de ejercerlo para su beneficio y pese a los perjuicios que causen a todos los demás.
Pero, aunque hubo un tiempo en que eso era así, aunque hubo un tiempo en el que Ana Botella y su inconsciencia de repetir una y otra vez los mismos errores esperando que tengan un resultado diferente hubieran sido aplaudidos por la élite guerrera y recompensados con un condado o un virreinato, ese tiempo pasó. 
Acabó justo con la Revolución Francesa. 


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