LA LÓGICA DE LA MAGIA
(Comienzo de un relato de Gabriel Boneque)
En el comienzo de los tiempos los
hombres descubrieron poderes que no pudieron explicar. Vivieron con ellos, soñaron con
ellos y murieron con ellos pero nunca supieron de verdad de dónde venían ni a
donde les llevaban.
Pero como todo tiene que tener un
nombre se lo dieron. Más tarde, mucho más tarde, los llamaron magia. E
intentaron esconderlos y olvidarlos.
El descubrimiento se mantuvo
oculto hasta que los hombres del norte aprendieron a canalizar la magia a través de
extraños y secretos dibujos que bautizaron como runas.
Como las gentes del norte no
hablan de sus cosas con ningún extranjero, el conocimiento paso de generación
en generación, en secreto hasta nuestros días.
Y como los hombres del norte no
suelen ponerse de acuerdo entre ellos tampoco lo hicieron sobre esto. Así que se
formaron dos escuelas de Magia:
El Magisterio Libre de enseñanza rúnica
y El Claustro Santo de enseñanza de artes místicas.
Estas son las dos escuelas de
magia que existen en el mundo y yo, William Becqur, voy a estudiar en la
primera de ellas. Pero tengo un serio problema. No sé en qué disciplina me van a
iniciar.
Existen cinco disciplinas
mágicas.
Los Simbolistas hacen magia a
través de los objetos y sus imágenes, los Mentalistas usan solo la mente para
canalizar los poderes mágicos, los Bardos hacen magia a partir de las rimas y
palabras, los Elementales recurren a las fuerzas de la naturaleza para crear su
magia y los Compositores desatan las fuerzas mágicas a través de armonías,
melodías y música.
Es curioso. Ha llegado el gran día,
por fin voy a ser instruido en la magia, y no sé si mi vida será una mirada, un
pensamiento, un poema, una tempestad o una canción.
Pero yo, William Becqur, voy a
ser mago.
Uno no sabe si está más orgulloso por como escribe o porque sea capaz de imaginar cosas que no existen. La imaginación es la fuente del cambio futuro. Es lo que tiene la paternidad (aunque eso sí, en títulos está un poco flojo)
1 comentario:
Es provisional
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