Nos están matando. Suena dramático dicho así si anestesia ni nada, pero nos están matando. Los enfermos de cáncer tienen que pagar por la quimioterapia, por el transporte a las sesiones de radioterapia y no se sabe por cuantas cosas más mientras sus ingresos, como los de todos los demás, no hacen otra cosa que descender.
Les están matando.
Los recortes sanitarios cierran alas completas de hospitales en un intento baldío de que los pacientes se vean obligados a acudir a la sanidad de gestión privada, cierran camas en verano, se deja un fin de semana tras otro que se saturen las urgencias hospitalarias desde Toledo hasta Alzira, desde Bilbao hasta Sevilla, forzando esperas de cuatro horas en plena crisis médica, vueltas a casa sin poder haber sido tratado. Obligando a los profesionales sanitarios, agotados y superados, a ejercer prácticamente de enterradores más que de sanadores en sus salas de urgencias.
Nos están matando.
Nos jubilan médicos por la fuerza y técnicos sanitarios sin cubrir las plazas, sin convocar oposiciones, mientras las listas de espera suben y suben; nos cierran servicios de urgencia rurales, nos bajan a tierra helicópteros de traslado sanitario poniendo en riesgo flagrante de muerte a heridos graves y pacientes pendientes de trasplantes.
Nos están matando.
Obligan a nuestros médicos a emigrar por miles cada año porque no tienen salida profesional en una sanidad que se reduce cada día, que ha hecho del negocio su principal baluarte de defensa, que no construye nuevos hospitales, que no dota adecuadamente a los existentes de personal y medios.
No están matando.
Reforman los estudios médicos para crear un galimatías ininteligible en las especialidades que ningún profesional ni estudiante comprende, reduciendo el tiempo de especialización, quitándoles posibilidades de ahondar en sus estudios, destinando dos años a unas enseñanzas generales que drenan tiempo a los conocimientos específicos de cada especialidad solamente por ahorrarse dinero, profesores, catedráticos y prácticas y haciendo que salgan peor preparados que hasta ahora.
Nos están matando.
Retrasan o eliminan las ayudas a los dependientes, a los que necesitan el apoyo de otros para vivir, obligando a sacrificar su vida a los que cuidan y arriesgando innecesariamente las existencias de los dependientes que han de ver llegar la muerte en sus casas sin apoyo de nada ni de nadie.
Nos están matando.
Eliminan dotaciones presupuestarias, precarizan los servicios de limpieza hospitalaria hasta que las ratas se adueñan de los quirófanos de La Linea, las chinches los de Alzira o el madrileño hospital del Niño Jesús, las cucarachas el de Zamora y así en una suerte inacabable de invasores que colocan la salud ya frágil de los pacientes hospitalarios en un riesgo contante de infección.
Nos están matando.
Así que no, no es dramático. No están matando. Es más bien trágico.
Y no se conforman con hacerlo poco a poco de hambre y de miseria con las reformas laborales que nos transforman en siervos mal pagados; no se limitan a dejarnos morir en una ancianidad sin recursos porque nuestro gobierno mete una y otra vez la mano en la caja de las pensiones para compensar los dineros que dilapida a manos llenas en que otras cosas menos importantes para todos; no se contentan con matarnos la mente y las expectativas destruyendo nuestra posibilidad de estar informados y convenientemente educados recortando la enseñanza pública y convirtiendo los medios de comunicación en herramientas propagandísticas de las que estarían lo mismo de orgullosos Goebbels y la Agitpro.
Ya tienen hasta prisa por matarnos y atacan donde más daño hacen sus disparos y sus balas. Atacan nuestra Sanidad por los flancos a discreción.
Sus reformas laborales, educativas y políticas les convierten en un virus endémico que mata poco a poco, que desangra lentamente, pero su ataque a la Sanidad hace de nuestro gobierno un asesino sistemático de masas.
Convierte a nuestro Consejo de Ministros en una unidad de francotiradores que, apostados y escondidos en la altura de sus atalayas, disparan a todo el que se mueve.
Si tienes cáncer, muere; si precisas atención médica de urgencias, muere; si eres paciente crónico, anciano, dependiente o simplemente tienes la mala suerte de caer enfermo y no poder seguir produciendo beneficios para nuestros amigos y socios, muere.
Muere para que nos cuadren las cuentas. Muere porque si no nosotros te matamos.
1 comentario:
...es que hay seis millones de parásitos en el paro... y hay que reducir población.
(En este mundo hay dos razas, la de los ricos y la de los pobres, y como estos no se acaban, no es genocidio)
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