Aún no sé a quien voy a votar en las próximas elecciones (lo repito) pero sigue pareciéndome que ese falso, artero y recurrente "desmontaje" de la nueva formación política Podemos refleja más los vicios de nuestra política que los errores o zonas oscuras de esa formación.
Empecé por la economía y ahora sigo por el tema estrella que ha poblado las páginas de la prensa y los minutos de los informativos en los últimos años: La corrupción.
De repente, los partidos que han ejercido con los sufragios de los españoles -no lo olvidemos- el ejercicio de alternancia y cesantías propio de Cánovas y Sagasta, se lanzan a través de sus medios de comunicación y propaganda a buscar y rebuscar algo en lo más profundo del desconocido pasado de Pablo Iglesias y todo el entorno político de la nueva formación que huela de lejos,aunque sea de lejos a corrupción.
Más allá de lo ridículo de las cifras que manejan, obviando el hecho, ya de por sí relevante, de que un incumplimiento de contrato -el supuesto de Errejón- no es equiparable a un delito de tráfico de influencias, de financiación ilegal o de evasión fiscal-, llaman la atención de nuevo que se cambian las reglas del desmontaje, de la crítica continua a Podemos.
Ya no se les acusa de no ser concretos en sus medidas contra la corrupción. Se desecha esa linea de argumentación porque los primeros que no son concretos son los que señalan con el dedo la supuesta corrupción incipiente en esa formación
Porque su ley de Transparencia languidece en los pasillos del congreso sin ser puesta en marcha y siendo propuesta una y otra vez como si fuera nueva, porque los ministros, los presidentes autonómicos y los altos cargos van apareciendo día tras día inmersos en tramas corruptas y nadie saca adelante una medida concreta, un decreto ley, una propuesta de ley que haga que eso pare o no vuelva a repetirse.
Los argumentos cambian dramáticamente. Ya no se exige concreción en las medidas o un programa específico y desarrollado sobre cómo luchará Podemos contra la corrupción política. Eso deja de importar porque empieza a no ser conveniente ahondar en esa línea de argumentación.
Ahora se pide ejemplaridad e inmediatez en la respuesta a las acusaciones. Porque si Iglesias y su ejecutiva no ofrece la cabeza de Errejón en una bandeja de plata a sus votantes solamente porque sus rivales políticos le acusan de una apariencia de incorrección entonces su discurso sobre la corrupción, su oposición frontal a la misma será papel mojado.
De nuevo un silogismo imperfecto, una premisa falsa. Una trampa argumentativa. Un cambio de la realidad para justificar una posición injustificable.
De repente hacen desaparecer del horizonte de nuestra realidad al juez Ruz, a la jueza Ayala y a todos los tribunales, fiscales anti corrupción del país que mantienen multitud de procesos contra la corrupción en España.
Nuevamente actúan como si viviéramos en una una realidad política exenta de corrupción donde se pudiera exigir que la mínima apariencia de incorrección pudiera abocarte al fracaso político y al rechazo social.
Exigen una urgencia que ellos no han aplicado, una ejemplaridad que ellos no han mantenido. Exigen que, sin pruebas, sin imputación judicial alguna, sin investigación judicial previa, sin nada de todo lo que las formaciones políticas han ignorado a lo largo de décadas, manteniendo a sus integrantes en sus cargos públicos, Podemos de ejemplo de transparencia y compromiso contra el enriquecimiento político ilícito.
Pretenden que la historia de la lucha contra la corrupción empiece con el último en llegar no con los que la han alentado, permitido y ocultado durante toda la historia de la democracia española.
Pero la trampa argumentativa, aunque con explicaciones diferentes, es la misma que con los aspectos económicos.
Si Podemos apartara a Errejón de su ejecutiva cediendo a sus presiones, entonces se lanzarían sobre el nuevo partido tremolando sus banderas y haciendo gritar a sus voceros "Veis, son unos corruptos, no confiéis en ellos". El mismo círculo cerrado y de salida imposible en el que nada de lo que haga Podemos es aceptado.
Y si nos paramos a pensar y a preguntarnos qué buscan con ello, creo que la estrategia se transforma en algo más repugnante y torticero todavía.
Lo único que buscan es robarle la esperanza de un cambio a la sociedad española -a través de Podemos o de cualquier otra formación política-. Lo único que buscan es decirnos que toda formación política va a ser corrupta y que nos resignemos a no tener en cuenta ese aspecto a la hora de emitir nuestro sufragio.
Curioso, ¿verdad?
Y todavía queda una.
Vuelvo a repetirlo antes de seguir: No sé a quién voy a votar en las próximas Elecciones Generales (los mantras es lo que tienen, que se repiten para que queden claros, lo siento)