Alguien, alemán
por cierto, dijo en una ocasión: "Para que el oponente se someta a
nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que
supone el sacrificio que le exigimos".
Cierto es que el
individuo en cuestión hablaba de la guerra y sus estrategias y que el bueno de
Von Clausewitz probablemente hubiera entrado en barrena intelectual si hubiera
sabido que un siglo y medio después de sus diatribas sobre el ejercicio del
enfrentamiento militar, un gobierno lo iba a aplicar casi a rajatabla dentro de
sus propias fronteras y contra población civil desarmada.
Pero en esencia
-probablemente sin saberlo, que no le otorgo yo tanta erudición a los actuales
inquilinos de Moncloa- eso es lo que está haciendo el Gobierno de Mariano Rajoy
en todos los ámbitos sociales de este país.
Para empezar
Rajoy ha delimitado un término -aunque claro no públicamente, que eso no va con
su política de comunicación-. Nos dice que el oponente es el déficit, en
ocasiones se le escapa que lo es el antagonista de ese bipartidismo devorador
que sufrimos, pero en realidad lo es otra cosa.
Por convicción y
equivocación ha hecho su oponente del Estado Social de Derecho -sí, eso que acaba de
celebrarse el Día de la Constitución- y por tanto lo social, y por consiguiente
lo público y por definición, nosotros.
Y es entonces
cuando su estrategia se define en todos los sectores, en todos los ámbitos, en
todos los frentes de esta guerra que Moncloa ha iniciado contra su propia
sociedad.
A los
funcionarios les quita la paga extra y les rebaja un 20 por ciento el sueldo,
después de pregonar que sobran una cantidad indeterminada de miles de ellos y
que tendrá que despedirlos, a los pensionistas no les mantiene el poder
adquisitivo después de augurar que no se podrán pagar las pensiones en unos
años, a los facultativos, personal sanitario y demás los privatiza después de
defender con cifras manipuladas que no se puede mantener la actual sanidad
pública, a los enfermos se les impone el euro por receta después de afirmar sin
pudor que si no es así las compañías farmacéuticas dejaran de facilitar
medicamentos porque el Estado no los paga, a las comunidades educativas les
resta profesores, becas, transporte, mantenimiento y todo lo que haga falta
tras rasgarse las vestiduras y anunciar que hay que cerrar centros y despedir
profesores, después de afirmar que sobren departamentos en las universidades.
Siempre la misma
estrategia que definiera Von Clausewitz para los asedios de ciudades y la
guerra de trincheras.
Se dibuja una situación prácticamente apocalíptica de un
futuro nonato e innominado, en la esperanza de que esa tesitura anticipada haga
que se acepte el sacrificio que están exigiendo a la sociedad española y por
tanto esta se rinda, carente de esperanza y de forma incondicional, a sus armas
del recorte y la supresión de servicios.
Sin embargo algo
le falla a este Gobierno nuestro, tan occidental atlántico en sus objetivos, y
tan ciego en su defensa de un sistema económico que sus propios creadores y
teóricos enterraron hace centurias. Algo hace que esa estrategia se le
difumine.
Y es que claro,
Ni Rajoy, ni Wert, ni Bañez, ni Guindos ni ninguno de los miembros del Estado
Mayor de esta guerra de asedio contra la sociedad civil que ha iniciado el Gobierno
tuvieron en cuenta. Algo que se les olvido leer en los escritos del teórico
militar.
"Para
que el asedio sea efectivo y promueva la rendición, debemos hacer percibir al
asediado la bondad y la copiosa mejora que va a significar la rendición con
respecto a la situación en la que le colocamos con el asedio".
Esto se les pasó
por alto y claro. No funciona.
Porque, por más
que recorta de las pensiones, la caja de las pensiones no sube, por más que
recorta de la sanidad esta no se estabiliza, ni elimina sus listas de espera,
por más que recorta derechos laborales, el paro no disminuye, por más que
indulta a defraudadores las empresas no crean puestos de trabajo, por más que
quita profesores, autobuses, comedores y aulas, el nivel de nuestra enseñanza
no progresa y ni siquiera se estabiliza.
Cierto es que lo
intentó y casi lo logró con el CSIF, ese sindicato que perdió la oportunidad de
ser de todos y decidió seguir siéndolo solamente de los funcionarios. Pero
cuando estos renunciaron a la lucha conjunta y firmaron su rendición en la segunda
jornada de huelga general contra el Rajoy y su gobierno, no les acercó a las
tibias hogueras del ejército atediante para que disfrutaran de la carne sabrosa
asada en el espetón que escaseaba en la ciudad sitiada, les instó a aceptar más
recortes, más sacrificios, más pérdidas. Y fracasó.
Si te ofrecen
esclavitud a cambio de la rendición y ni siquiera te garantiza una mejora, es
absurdo rendirse.
Así que, como
esa parte de los manuales de Clausewitz de la buena guerra y el asedio
ordenado, le está fallando porque se niega a aplicarla en su conjunto,
nuestro gobierno ha recurrido a otra.
Menos militar y
más propagandística, menos de estrategia guerrera y más de campaña
publicitaria.
Ha dado la
vuelta a Shakira, Antonio Banderas, Julio Iglesias y algún que otro prescriptor
publicitario de altos vuelos y ha hecho suyo el slogan inverso que hizo famoso
Viceroy: No es lo que tengo, es lo que soy.
Vamos a ello en
menos de lo que sube un post.
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