Vamos a ser comprensivos.
Supongamos que el Ministerio de Hacienda está facultado para emplear dinero público en hacer informes sobres las propuestas electorales de los partidos; finjamos que somos inocentes y creemos que eso es un servicio público necesario, simulemos que somos completamente idiotas y no sabemos de qué va el informe que por obra, orden y gracia de Cristobal Montoro ha realizado el ministerio de Hacienda sobre las propuestas electorales de Ahora Madrid.
Si somos tan buenos fingiendo y simulando se nos ocurrirían muchas preguntas:
¿Por qué las de Ahora Madrid y no las de Ciudadanos o las del PSOE?, ¿por qué las de la capital y no las de Barcelona, Valencia o Sevilla o, ya puestos, las de todos los municipios españoles?, ¿no debería el Ministerio de Hacienda encargar un informe externo e independiente -por eso del conflicto de intereses- que analizara las propuestas del Partido Popular?
Y hasta ahí el fingimiento de inocencia. Pero las dudas y preguntas continúan:
¿No debería el informe de Montoro y su ministerio limitarse a los aspectos económicos y recaudatorios de los programas electorales?, ¿no debería hablar solamente de tasas, impuestos y aspectos financieros de esos programas? ¿ a qué elemento del erario público afecta la identificación de los policías?, ¿qué competencia tiene el Ministerio de Hacienda para hablar de la creación de espacios de participación ciudadana?, ¿qué criterio económico estatal se ve afectado por el deseo de crear medios de comunicación gestionados por los ciudadanos?
Resumiendo, ¿qué coño sabe Montoro -que ni siquiera sabe quién es el Premio Nobel de Economía Paul Krugman- de guardias jurados, policías, espacios de participación política, medios de comunicación o gestión cultural?, ¿quién demonios le ha dicho que su puesto de ministro de Hacienda la da competencias en esas materias?
Y hasta aquí la simulación de idiotez y las preguntas.
Cristobal Montoro tiene que dimitir.
Bueno, en realidad Cristobal Montoro tendría que haber dimitido hace tiempo por filtrar datos fiscales desde Monedero hasta Aguirre, por usar su cargo para intentar chantajear a políticos rivales, a famosos para que apoyaran al Partido Popular, por no atajar el fraude fiscal, por intentar poner cantos rodados en el engranaje de instrucción y enjuiciamiento del caso Gürtel en todas sus casi infinitas ramificaciones...
Ahora debería ser procesado e ir a la cárcel por apropiación indebida. Apropiación indebida de datos que no le pertenecen y que usa en beneficio propio, apropiación indebida del dinero que los españoles le dan a Hacienda para ejercer su función recaudatoria y de lucha contra el fraude y usarlo con fines espurios y sectarios, apropiación indebida de unas competencias que no son suyas y de ningún elemento del Gobierno Nacional, dado que la Constitución Española -esa que tanto se traen a la boca para otras cosas- sacraliza la autonomía de los gobiernos municipales, apropiación indebida de funcionarios públicos pagados por todos para elaborar panfletos electorales.
Y antes de que los puristas se lancen sobre mi, diré que sé perfectamente que el delito de apropiación indebida no cubre esos supuestos. Una metáfora es lo que tiene.
Pero sobre todo Cristobal Montoro tendría que pedir la baja de militancia en el Partido Popular y pedir su ingreso en el Partido Nacional Socialista Español o en el Partido Leninista de los Pueblos de España. Y si no existen crearlos.
Porque utilizar el aparato del Estado para desacreditar, perseguir y amenazar a sus rivales políticos es una de esas prácticas en las que siempre han estado de acuerdo los dictadores, desde Stalin hasta Hitler, desde Castro hasta Pinochet, Desde Maduro hasta Fujimori, Desde Franco hasta Ciaucescu.
Y dimitir por corrupto. Porque no hay mayor muestra de corrupción que corromper, y valga la redundancia, los fines de las instituciones públicas para realizar algo que atenta directamente contra los más básicos principios del juego democrático. Y si alguien no lo cree así que se acuerde de Richard Nixon y su famoso escándalo Watergate. Que ser corrupto no es solamente meter la mano en la caja.
Ni su partido ni sus votantes deberían permitirle que emplee las estructuras y recursos del Estado en la depuración a través del descrédito de todos aquellos que se encuentran frente a él en el coso político.
Porque tirando de amenazas, de informes secretos, de descréditos públicos y de uso y abuso de la Administración del Estado para fines propios se coloca a la altura de otros famosos ministros como lo fueron Goebbles, Kruchev, Serrano Suñer o Raúl Castro. Aunque claro, todos ellos eran ministros de Propaganda, no de Hacienda.
Así que todos aquellos que han pedido a gritos y no sin razón en sus editoriales, sus columnas, sus comunicados políticos y sus tertulias la destitución del concejal Zapata por sus tuits de chistes irrespetuosos ya están tardando en exigir la destitución y el procesamiento de Cristobal Montoro por demostrar que se pasa la democracia por el arco del triunfo.
Porque no hay nada más antidemocrático que moverse públicamente como un fascista, en la sombra como un estalinista y en todos los ámbitos como un elemento que entiende el poder como algo totalitario.
Aunque me temo que no lo harán. Con Montoro no lo harán.
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