sábado, diciembre 22, 2012

Rajoy escupe tres euros insultantes al cielo electoral

Hay gobiernos que se instalan en la incapacidad para gestionar  su efímero paso por los pasillos y los despachos del poder, los hay que se pretenden mantener en esos calientes sillones amparados en el despliegue del orgullo y la soberbia.
No es que la pléyade moncloita encabezada por Mariano Rajoy este exenta de estas ancestrales características de los gobiernos y gobernantes españoles. Ahí tenemos a Wert y Montoro, arquetípicas caricaturizaciones de la más desmedida e inculta soberbia supremacista, o a Bañez y Soria, esperpénticos bocetos esbozados en el blanco y negro de su incapacidad y su inoperancia.
Pero lo que caracteriza al Gobierno de Rajoy no es la endémica soberbia de los de Aznar, ni la fútil inutilidad en muchas cosas de los de Zapatero. El rasgo diferencial del Gobierno del ínclito gallego que no sabe si sube o si baja la escalera es otra cosa: es el insulto.
El Gobierno español se ha instalado en el insulto permanente de los cuales el último y más descarado es su último acto bufonesco de ascender el salario mínimo interprofesional la exorbitante cantidad de tres euros con noventa céntimos.
Y ese insulto es más desmedido que el "antiespañoles" del ministro de Interior, que el "pijo ácrata" expelido por el diputado almeriense a los jueces, que la "españolización" de Wert, que el "menos editoriales y más pagar impuestos" de Montoro o incluso que el "¡que se jodan! de Andreita Fabra.
Porque es un insulto hecho sin ira, sin desasosiego ideológico. Es un insulto hecho solamente por desprecio.
Podrían no haber tocado el salario mínimo y nadie se hubiera dado ni cuenta en una economía en la que los salarios máximos de la mayoría ya ni siquiera llegan a la primera decena del mes, podrían haber ignorado ese concepto con las miradas de todos puestas en los impuestos, en los desahucios, en las hipotecas, en las pensiones. 
No subirlo habría sido una muestra más de su absoluta incapacidad, bajarlo hubiera sido una demostración de su más completa soberbia. Pero subirlo cuatro pírricos euros es simplemente una muestra de lo que desprecian a la sociedad sobre la que gobiernan.
No el único, no el primero. Pero sí el más relevante.
Son insultos sordos, que pasan desapercibidos entre la cascada de declaraciones grandilocuentes y de acciones inútiles que abordan cada jornada, pero son muchos.
Es el escupitajo en la cara de la sociedad que supone "recortar" los salarios de los ejecutivos de las entidades financieras intervenidas a 500.000 euros anuales, el  salivazo arrojado en el rostro de la miseria que has generado que supone el decreto con el que gobierno da una moratoria caritativa a los que están siendo desahuciados por sus políticas del sistema financiero.
Es el gargajo con el que ensucian el rostro de la educación con la introducción del cálculo de la distancia en línearecta para retirar asignaciones de transporte escolar en zonas en las que la orografía lo hace imposible, es el esputo que lanzan a las batas blancas de la sanidad madrileña al estar dispuestos a vender la gestión de siete hospitales y una veintena larga de centros de salud para recaudar la pírrica cifra de 100 o 200 millones cuando han gastado cien veces es cantidad en fastos y campañas de promoción de la sanidad pública madrileña, siempre con el rostro electoral de Esperanza Aguirre en la palestra, por supuesto, es la flema que lanzan contra la cultura al negarse al aumentar la asignación de dinero a la tauromaquia y restársela a la investigación.
Es un insulto que empezó con los famosos brotes verdes que solamente ellos veían y que parecían acusarnos de incultos, poco preparados y sectarios por no verlos como ellos.
Ya no solo importa lo que hacen sino que nos insultan al hacerlo.
Quizás por eso Wert quiera que la educación pública sea de mínimos. Para que nuestras matemáticas básicas no nos permitan percibir sus insultos, los desprecios que nos escupen a la cara.
Para que pueda seguir tratándonos como hijos perquños sin entendederas que no van a caer en lacuenta de que no se pueden hacer cálculos en línea recta, que no se pueden vender hospitales y centros de salud en los que se han invertido miles de millones por un par de cientos de millones de euros, que permitir que gestores de entidades intervenidas ganen medio millón de euros anuales no es un recorte, que la falsa caridad del decreto de los desahucios no soluciona la permanente injusticia de una ley hipotecaria novecentista.
 Que los tres euros con noventa céntimos de aumento del salario mínimo interprofesional no son un aumento. Son simplemente un desprecio calculado.
Como el regalo de un gorrino que llevaba el señor feudal a la boda de su sierva al tiempo que ejecutaba su injusto derecho a meterse entre sus piernas en contra de su voluntad. Como las monedas que arrojaba el señorito de cortijo con desgana sobre el desnudo cuerpo de la campesina después de haberla violado. 
Como la patada distraída que el amo daba al esclavo después de haberle azotado.
Ahora tenemos que decidir si nos arrastramos por el suelo para recoger esos tres euros con noventa céntimos desperdigados con desprecio desmedido por el enlodado suelo de nuestra economía o simplemente nos quitamos la saliva de Moncloa de la cara y empezamos de una vez por todas a responder a sus desprecios.
Tenemos que decidir si por fin les recordamos que, pese a las aportaciones millonarias de sus amigos banqueros para mantener sus partidos y sus campañas, pese a la connivencia de sus amigos empresarios para llenar sus bolsillos con corruptelas y cohechos, el cielo de su poder depende del infierno inferior de los votos de la sociedad.
Que si escupen al cielo de sus ciudadanos, las viejas leyes de Newton y la fuerza de nuestra ira van a caer en pleno rostro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esperando a que caduquen los convenios y la gran mayoría de nosotros no nos quede otra que aceptar el salario mínimo, ¿Hay que esperar que encima lo suban?. Si hasta ahora las cosas iban mal para los que no trabajaban, ahora tambien pasaran hambre los que trabajarán por un bocadillo.

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