Uno de los vicios más habituales de los seres humanos es que solamente vemos lo que queremos mirar.
Y por eso siempre tenemos razón.
Los gobiernos, que son gobiernos por algo, lo saben y nos muestran lo que nos gusta contemplar. Lo hacen por que, al fin y al cabo, es lo que se espera de un gobierno.
Pero a nosotros nos toca hacer lo que se espera de un ciudadano, de un ser humano libre.
Adam Smith, nada sospechoso de las tres erres que desprestigian cualquier pensamiento para el conservadurismo liberal capitalista patrio -Rojo, Radical, Revolucionario- decía que "el gran esfuerzo del individuo para mantener la libertad no es librarse de las cadenas sino esforzarse en pensar libremente más allá del interés de sus gobernantes".
Pues bien, el votante conservador español -y gran parte del votante de izquierdas también- está hoy, en España, en esa encrucijada ante el semestre de comicios que nos espera.
Tiene que decidir dónde mirar. Tiene que decidir entre lo que quiere ver y lo que necesita observar.
Hastiados de ver como el partido conservador español se desmorona en un sálvese quien pueda de cohechos y corrupciones; agotados, como todos los demás, de ver como a su alrededor crece la miseria, miran a un lado y a otro buscando en qué fijar la mirada.
El Gobierno ya les está mostrando la recuperación económica. El aumento del PIB, la aceleración del consumo -ficticia, por otro lado-, la reducción del déficit, la estabilización de la Deuda Pública -la famosa prima de riesgo- y todas las grandes cifras macroeconómicas.
Son ciertas, no hay porque caer en el error de negarlas. Son ciertas.
Los organismos del liberalismo internacional lo avalan y dicen que por ese camino en 2016 habremos recuperado los niveles de 2008, del año que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero nos hizo vivir peligrosamente bailando sobre el filo de una crisis que se negaban a ver que estaba cortando nuestros pies.
El votante conservador -y parte de la izquierda instituida de nuestro país-, que es buena gente, que quiere salir de la crisis como todos, puede mirar en esa dirección, puede ver lo que quiere ver y decirse "si seguimos por este camino, todo habrá acabado en un año, estaremos mejor en un año" y volver a votar lo de siempre.
O puede empeñarse en hacer honor al liberalismo más puro de Adam Smith y "esforzarse en pensar más allá del interés de sus gobernantes".
Y mirar los datos de la OIT, que afirman que España tardará hasta 2020 en recuperar el nivel de empleo de 2008; contemplar las previsiones que el gobierno no muestra y descubrir que el nivel salarial bajará hasta niveles de 2005 en los que se estabilizará por lo menos durante una década; leer los estudios de Havard, Stanford o Berckeley y descubrir que la siguiente crisis cíclica del capitalismo liberal nos caerá encima en el año 2021 o 2022 como muy tarde.
Así que está obligado a decidir si mira a las grandes cifras macroeconómicas o al paro. Si mira a lo que el Gobierno quiere que vea o a lo que la realidad le obliga a contemplar.
Y luego pensar en la paradoja rocambolesca que significaría votar lo mismo que en los anteriores comicios.
Quizás debería pensar: "vote al PP para que mejorara la situación que el país tenía en 2008 y ahora voy a votarle para que, siete años después, tarde hasta 2020 en devolverme a esa situación que me parecía mala y para mejorar la cual le vote en 2008 y 2011. Y luego todo vuelva a empezar".
En fin, ya que tanto defienden el liberalismo, deberían hacer caso a Adam Smith. Aunque solo sea por principios.
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