Soy Judas Iscariote, el zelote.
Este es mi testamento, mi última carta a un amigo que nunca la leerá porque está muerto y yo contribuí a su asesinato:
Joshua, chaval, la hemos cagado.
Eso que decías de que nos amaramos los unos a los otros, no te lo decía Yahve, te lo dictaba el sentido común.
Eso que defendiste de "al César lo que es del César y Dios lo que es de Dios", no lo escuchaste de los labios de Adonai. Era tu raciocinio más básico el que te lo susurraba al oído porque todos sabemos que la religión es algo personal y no social y el gobierno es algo que ha de ser ético y no moral.
Lo que dijiste de "más fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos", era un acierto completo. Porque los ricos no piensan en los demás, ni en dios, ni en la justicia, ni en el futuro. Pero no venía de los labios de Yahve, sino de ese sentido de justicia y amor que tu padre, el de verdad, el hombre que aceptó por amor a una supuesta virgen embaraza, te inculcó a lo largo de los años. Yo estaba allí, yo jugaba contigo. Lo recuerdo.
¿Y lo de "no he venido a traer la paz sino la espada"?. ¡Eso era una frase gloriosa! Pero no te fue susurrada por antiguos profetas al oído ni gritada a los cuatro vientos por el Dios de La Zarza. La escribieron tus ojos al ver violadas a las hijas de Judea y Galilea por soldados romanos, esclavizados a los samaritanos por los propios judíos, masacrados a los niños por la locura paranoica del tetrarca Herodes protegiendo su trono.
Íbamos bien Joshua, ¿cómo llegamos a esto?, ¿cómo pudimos cagarla de esta manera?
Las voces que escuchabas tan solo eran la razón, la justicia y el dolor. Y tú metiste a Dios en esto.
Nunca sabré si lo creías de verdad o solo era una estrategia para darle importancia a tu mensaje. Pero la jodiste hasta las trancas. Y yo, que fui tu amigo desde el principio, la jodí contigo por confiar en ti y entregarte para que tu estrategia funcionara.
Les quiero. Les quiero a todos. Quiero que sean libres, quiero que sean humanos, quiero que sean felices.
Pero sé, como tú lo sabías, que tienen que cambiar, que tienen que luchar, que tienen que arriesgarse para hacerlo. Pero sé que están solos y obligados a hacerlo por sí mismos.
¡Y tú les diste a Dios!
Ahora no cambiarán, implorarán que Adonai les cambie desde dentro: ahora no lucharán, rogarán que Yahve les gane las batallas. Y no se arriesgarán, esperarán que dios imponga la justicia.
Y los ricos, los fuertes y los poderosos repetirán hasta convencerlos de ello que todo lo que ocurra "es la voluntad de Yahve", "El mensaje de Adonai", "El plan de Dios", que él decidirá, salvará y castigará. Y lo harán porque saben, como tú y como yo, que ningún dios va a bajar a imponerles justicia, que ningún dios ha accedido nunca a la realidad de la existencia.
La cagaste Joshua.
Te pido por favor que nunca resucites y si lo haces, te escondas, te alejes y mueras con María rodeado de hijos. Te pido por favor que nunca asciendas a los cielos elevado por Dios en cuerpo y alma.
Necesitan estar solos. Necesitan saber que nadie les ayuda. Necesitan vivir, luchar y arriesgarse por sí mismos.
Salom por los siglos de los siglos, Joshua. Te quiero.
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