Este gobierno nuestro, que deambula
entre el caos de la deuda soberana y su prima de riesgo de record y la
intransigencia de su ideología cultural que le ha llevado a cometer los mismos
errores de adoctrinamiento educativo que sus predecesores con eso de la
educación para la ciudadanía, se ha puesto ahora con los alquileres.
Los paradigmáticos gobernantes que nos
hemos colocado en las urnas quieren potenciar el mercado del alquiler y ahí
está su primer error.
En tratar el alquiler como un mercado,
como una situación económica pura y dura, sin tener en cuenta ninguna otra
cuestión, ninguna otra realidad. Sin tener en cuenta lo social. Algo muy
clásico viniendo de quien viene. Algo previsible en un gobierno que intenta
enseñar en los colegios que la conflictividad social no existe y que la
desigualdad social es un mito.
Y como lo abordan así pues lo
solucionan de la siguiente forma. Con una regla de tres neocon que haría reírse
por lo ingenua al mismísimo Keynes y que forzaría al infarto a otros liberales
de pro como Friedman, por ejemplo.
Si no se pone vivienda en alquiler lo
que hay que hacer es proteger al propietario para que se sienta seguro a la
hora de alquilar y la saque al mercado.
Y así se acortan los plazos de arrendamiento,
se posibilita en la práctica el libre desahucio -todo debe ser libre, el
despido, el desahucio... ¿por eso somos liberales, no?-, se aplica la
recuperación automática sin cumplir los plazos de contrato en cuanto se
necesite la vivienda para uso propio o familiar. Vamos, que no se manda a una
pareja de la Benemérita con uniforme de gala a cobrar los alquileres por los
pelos.
Y puede que si el parque de viviendas
en alquiler en este país fuese amplio eso serviría. Y es posible que si la
cultura del alquiler estuviera asentada en nuestro territorio esas medidas
tuvieran su efecto. Y puede que si fuéramos Estados Unidos o Alemania eso
sirviera.
Pero claro, no es así. Y por eso no
sirve.
En España hay 700.000 viviendas vacías
que no son alquiladas ni compradas. Y eso solamente de obra nueva. Viviendas
que nunca han llegado a ser ocupadas.
Sin embargo vamos ya por las 300.000
familias que han sido desahuciadas de sus viviendas por impago de hipoteca.
¿Cuál es el factor común de esas dos
cifras? -Venga, pensemos un poco aunque sea sábado y nos estemos preparando
para romper la noche dentro de unas horas- ¡En efecto, los bancos!.
De nuevo nuestro sistema financiero y
sus entidades están en el meollo de uno de nuestros problemas ¿por qué será que
no me sorprende?
Como parece que ahora está de moda que
seamos nosotros los que tengamos que proponer las soluciones que los gobiernos
no saben elaborar porque sino se nos acusa de criticones, desorganizados,
protestones y elementos que fomentan una conflictividad social falsa -o
inexistente, según la nueva ciudadanía del ministro Wert- con fines oscuros,
espurios y torticeros, allá va una propuesta.
Como la propiedad privada es sagrada
-no es que yo comulgue en su totalidad con ese mandamiento liberal, pero lo
asumo de momento- no es de recibo quitarle los pisos a los bancos.
Pero, dado que no pagan el IBI por
esas propiedades -que la Iglesia no es la única-, como tampoco se les obliga a
afrontar los gastos registrales de las mismas ni los impuestos de transacciones
por ellas, obliguémosles, a cambio de mantener esos beneficios fiscales e
impositivos, a ponerlas en alquiler a unos costes asumibles por los ingresos
medios -reales, no haciendo la media con lo que ingresa la Familia Real y la de
Rodrigo Rato, por poner dos ejemplos- de una familia española. Digamos 300
euros. O si se prefiere pongamos un precio por metro cuadrado.
Pueden no hacerlo pero entonces
empiezan a pagar todos los impuestos que no pagan más uno añadido que nos
sacamos de la manga porque somos el gobierno y queremos que nuestro país
funcione más allá de las necesidades del sector financiero y de sus agujeros
inmobiliarios que penaliza el disponer de una vivienda deshabitada.
Y con eso tenemos 700.000 viviendas en
el mercado del alquiler con un precio al que los arrendatarios pueden acceder.
Porque ese es el principal problema que limita el alquiler en nuestro
país.
No se trata de que los propietarios
pongan viviendas en el mercado de alquiler. Se trata de que las coloquen a unos
precios que se puedan abordar por aquellos que quieren o se ven obligados a
alquilarlas.
Pero ahí no acaba la cosa.
En España hay 2.300.000 viviendas más
vacías, sin habitar que tampoco están en el mercado del alquiler. Estas son de
particulares o al menos no son de los bancos.
¿Qué hacemos con ellas en un país en
el que se está desahuciando a una media de 60.000 familias por año?, ¿en un
país en el que más de cuatro millones de adultos entre 25 y 35 años siguen en
sus casas porque no tienen capacidad económica, pese a trabajar, para acceder a
una vivienda particular?
Pues más de lo mismo.
Para empezar cruzamos de una vez los
datos entre Hacienda, los padrones municipales, y la Seguridad Social para
descubrir todos esos fraudes que permiten a los defraudadores dar como vivienda
de residencia una casa que tienen vacía mientras residen en otra localidad. Con
eso ganamos impuestos, puesto que pierden desgravaciones a las que no tienen
derecho, sino que además sacamos a la luz viviendas que ahora parecen habitadas
pero que no lo están.
Y a partir de ahí aplicamos el mismo
impuesto por tener una vivienda deshabitada, el mismo gravamen por mantener
viviendas fuera del mercado del alquiler que aplicamos a los bancos.
Pero como somos un gobierno que
creemos en el refuerzo positivo como forma de educación -aunque Wert se oponga
firmemente- lo que hacemos es reforzar esto con medidas de apoyo.
No con medidas de protección contra el
arrendatario que perjudican al inquilino para defender al propietario. Sino con
medidas que incentivan a los dos a entrar en el mercado del alquiler.
Hacemos desgravable el cincuenta por
ciento de los alquileres pagados y liberamos de impuestos el cincuenta por
ciento del dinero ingresado por el propietario del alquiler. De esa manera los
dos saben que obtienen un beneficio de tener la casa alquilada y además de paso
resulta que a lo mejor hasta conseguimos convertir en legales todos los
alquileres en negro que jalonan nuestro mercado inmobiliario.
Creamos una bolsa de alquiler social
en la cual el propietario puede inscribirse con beneficios fiscales plenos
-desgravando el total de lo que ingresa por el alquiler- y en la que son las
administraciones las que se encargan de asignar y vigilar el alquiler a
familias o personas que lo necesiten a precios muchos más bajos que los del
mercado, durante el tiempo que dure su situación especial -desempleo,
dependencia, etc- con un límite adecuado para que esa situación no se convierta
en endémica.
Y bueno, es sábado por la mañana,
tampoco es la mejor hora para diseñar todo un sistema de alquiler en un país
donde el alquiler está denostado por la mitológica frase de que "es tirar
el dinero". Así que aquí me quedo.
Solamente una reflexión. Si vas a
estar pagando una hipoteca hasta los setenta años y la esperanza de vida media
es de 74 años ¿qué diferencia hay entre el alquiler y la compra?
Habrás tirado el dinero igual porque
hoy por hoy, no está permitido enterrar a los seres humanos en sus propias
viviendas. Las mastabas y las pirámides no están de moda.
Quizás deberíamos pensar en ello antes
de seguir obsesionados con eso del piso en propiedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario