Dicen los que saben de esto, o sea, de sociología, que lo más difícil a la hora de tomar una decisión sobre una sociedad en mantenerse en ella el tiempo suficiente como para que los resultados te respalden.
Yo diría que lo más difícil es renunciar a esa actuación cuando te das cuenta que los resultados no te respaldarán pero, como siempre, nuestro gobierno ha encontrado una solución intermedia, que no le sirve a nadie más que a ellos, pero que les asegura el éxito aparente.
En este caso la ha tocado al fracaso escolar.
El Gobierno, con su arrogante ministro de educación cual calvo mascarón de proa, ha diseñado un modelo que arroja de la enseñanza cuanto antes a un numero cuanto más alto mejor de alumnos que tienen problemas para pasar a la primera.
Ha decidido cambiar segundas oportunidades por un futuro en el que no existe otra salida que ser un operario sin cualificación, con bajas remuneraciones y nulas expectativas de salir de esa situación.
Algo ideal para las empresas y sus cuentas de resultados pero relamente insostenible para una sociedad que pretende no ahogarse en un abismo cada vez más grande entre la miseria y la opulencia.
Así que para evitar que todos estos chicos y chicas que son incapaces de acabar las enseñanzas obligatorias, ahora casi un 25 por ciento del total, les estallen en la cara, Wert y su concepción estamental de la sociedad se sacaron de la manga la FP Básica, una suerte de aprendizaje de oficios que no aporta cultura, solamente habilidad laboral, que no enseña a pensar, solamente a ejecutar. Que no forma personas, solamente peones.
Pero como no las tiene todas consigo o, para ser exactos, sabe que las tiene en contra, no espera a que ese proyecto de ingeniería social que nos revierte al servilismo de sus frutos.
Como sabe que sus revalidas, sus recortes en profesores de apoyo, desdobles, clases de refuerzo, psicólogos y su eliminación de todo lo que apoya a los alumnos que peor lo llevan originará un aumento apabullante del fracaso escolar, decide curarse en salud y garantizarse los buenos resultados. Al menos en apariencia.
Cubre su más que probable fracaso en la ingeniería social con un ejercicio arquetípico de ingeniería estadística. A partir de este momento los que saquen un título de FP Básica no figurarán en las estadísticas de fracaso escolar.
Veremos en un par de años -si consiguen llevar adelante su LOCME- como las cifras se han reducido drásticamente y nos las presentará a nosotros para las elecciones, a la Unión Europea para las ayudas y a quien sea menester para demostrar lo beneficiosa y exitosa que ha sido su reforma educativa.
Dará igual que esos títulos estén por debajo del mínimo exigido porque los que los posean no han conseguido superar la enseñanza secundaria obligatoria; dará igual que sean el producto de unas enseñanzas que solamente están encaminadas a que se aprendan los procesos de un oficio -y de solo uno- convirtiendo a los que los obtienen -y perdón por la expresión- en analfabetos funcionales en todo lo demás; dará igual que correspondan a personas que por falta de apoyo y de inversión en muchos casos no habrán superado una ESO ya depauperada, que el propio ministro considera que debe incluir la lectura, la escritura, las cuatro reglas y poco más.
Tendrán un título y yo no contarán para el fracaso escolar. El mismo ministro y el mismo gobierno que carga contra la "titulitis" universitaria ahora tira de ella para cubrir un fracaso que sabe de antemano que se producirá.
Como si saber manejar un soplete fuera equiparable a dominar tu lengua materna, como si saber manejar una troqueladora tuviera el mismo valor docente que conocer la historia de tu país o desenvolverte de una forma medianamente aceptable con operaciones matemáticas complejas no balanceadas -siempre me ha encantado ese término, lo siento-.
Como tienen un título que les permite trabajar por 600 euros al mes sin posibilidad de dedicarse a otra cosa que no sea el oficio aprendido, revertidos a la condición de servilismo que no te posibilitaba abandonar tu oficio ni tu gremio porque nunca habías aprendido otra cosa, ya no son víctimas del fracaso escolar.
Tanto daría que se retirara también de las estadísticas a los que sacan en la mítica CCC de los anuncios radiofónicos un cursillo de guitarra eléctrica o siguen con aprovechamiento un curso veraniego de quiromasajista o monitora de fitness. Como tienen un título...
Tanto daría que saquen del fracaso escolar a todos los que aprueban la primaria o incluso la educación infantil, que yo he asistido a graduaciones de chavales de cinco años con birrete y todo. Un título es un título.
Pero claro tampoco es sorprendente porque es lo que ha hecho siempre el Partido Popular para presentar sus éxitos.
Es idéntico a la desaparición repentina de un millón de parados de la noche a la mañana cuando José María Aznar decidió que las amas de casa y los jóvenes que no habían trabajado nunca no contaban en las estadísticas de desempleo, aunque estuvieran apuntadas en las listas del INEM; o cuando nuestro número de empresas se multiplicó por tres en un año solamente porque el mismo gobierno del PP exigió a autónomos que antes no tenían esa obligación que se dieran de alta como empresas; o los 500.000 pobres que desaparecieron del territorio patrio cuando también Aznar decidió bajar el listón de renta para considerarlos sin recursos.
Es la dinámica de siempre. Como aventuran y casi tienen la certeza de que lo que deciden hacer perjudicará a la mayoría con tal de beneficiar a la minoría que a ellos les importa, maquillan las cifras de antemano para intentar ocultarlo.
Porque el fracaso escolar de su LOCME y su FP Básica no será achacable al chaval que solamente sepa manejar un soplete o a la chica que tan solo llegue con lo puesto para hacer funcionar una troqueladora. Será el fracaso de Wert, su gobierno y su política educativa.
Y eso no pueden consentirlo.
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