Hay reclamaciones con respecto a los
privilegios de determinadas instituciones que, en cuanto se realizan, son inmediatamente
tildadas de demagógicas y rechazadas como tales por aquellos a los que afectan
o dejan en entredicho.
Las quejas contra los privilegios
económicos de la iglesia católica en España son desde siempre una de esas
críticas. Se dice que El Vaticano debería renunciar -por principio ideológico
propio, que conste- a las inversiones especulativas y alguien dice que con lo
que gana no habría ni para darle de comer a 1.000 niños un día; se afirma que
debería pagar el IBI y automáticamente los prelados tiran de calculadora y
afirman que la recaudación sería pírrica y además pondría en riesgo Caritas
-como si ellos pagasen Cáritas-. Y así con toda suerte de críticas financieras
realizadas contra la situación de prevalencia de la iglesia católica en nuestro
sistema económico.
Es una estrategia que no es exclusiva
del episcopado español. La utilizan los políticos para sus sueldos, los
ejecutivos para sus gastos de representación, los directivos para sus
indemnizaciones millonarias, las mujeres para sus rebajas y los hombres para
sus cañas y caprichos.
Cuando las cifras son muy altas, un gasto más no es del
todo relevante. Es la táctica del chocolate del Loro. Lo malo es que ya no hay ni para el
chocolate del Loro.
Así que, para evitar la crítica
anticipada de demagogia daré algunas cifras.
Esperanza Aguirre tiene previsto y
anunciado e incluso en proceso hacer algunas de estas bonitas medidas de
recorte:
Aumentar la ratio de los
diversos niveles hasta un 20%, con un ahorro de 6 millones en 2012.
No cubrir las bajas por enfermedad del
personal educativo o las ausencias de menos de 10 días, con un ahorro de
1,3 millones.
- Suprimir una de las dos modalidades de bachillerato en unos 40 institutos, es decir, un 11% del total, con un ahorro de 1,9 millones de euros.
- Suprimir el 28% de los fondos para becas de comedor y libros, cuya cuantía estaba congelada en 2012 con un ahorro de 26 millones de euros.
- Suprimir una de las dos modalidades de bachillerato en unos 40 institutos, es decir, un 11% del total, con un ahorro de 1,9 millones de euros.
- Suprimir el 28% de los fondos para becas de comedor y libros, cuya cuantía estaba congelada en 2012 con un ahorro de 26 millones de euros.
La egregia política del Chanel,
la montera y el arte de eludir responsabilidades en la deuda oculta sacando la
bandera y el himno a relucir tiene más cosas previstas pero para no caer en la
demagogia que con toda seguridad alguien aireará cuando lea esto nos quedaremos
en esto.
¿Y qué tiene que ver esto con los
privilegios económicos de la iglesia católica? Seguro que lo vemos venir.
Seguro que ya lo hemos descubierto.
Todos los gastos y ahorros arriba
referenciados suponen un ahorro total de 35 millones de euros y el presupuesto
de educación para este año en La Comunidad de Madrid recoge un gasto para este
año -apartado 1.4.1.6, por si alguien lo duda- en los sueldos de los profesores
de religión de educación infantil, primaria y especial que asciende a
25.747.281 euros.
Si a ello le sumamos, las enseñanzas
secundaria y profesional destinan, además, 8.948.829 euros extra en profesores
de religión. En total, se gastan -que no invierten- casi 35 millones de euros
en la doctrina religiosa.
Más de lo que se invierte en el bilingüismo
educativo (22 millones de euros). Lo mismo que se pretende recortar eliminando
dos modalidades de bachillerato, aumentando el ratio de alumnos y dejando a
110.000 familias sin beca de comedor o de libros o con ellas extremadamente
recortadas.
Y ahora llega la reclamación
Que la Conferencia Episcopal pague a
sus profesores de religión o encuentre otra manera de facilitar esos
conocimientos a sus feligreses. Porque si lo hace, los alumnos, los profesores
y el sistema educativo madrileño -y por extensión el nacional en su conjunto-
no tendrá que asumir esos recortes.
Y ahora pueden empezar a gritar
¡demagogia, demagogia! si quieren en lugar de coger una calculadora y echar
cuentas.
Porque todo un sistema no tiene por
qué asumir unos recortes mientras un colectivo determinado mantiene sus privilegios.
Si el catolicismo quiere ampliar los
estudios religiosos de sus vástagos me parece perfecto. Y hasta estoy a favor
de que los centros educativos presten sus instalaciones para que se haga fuera
del horario escolar -lo cual solamente supondría, como mucho, el gasto de
alguna que otra hora extra a unos cuantos bedeles-.
Pero no resulta lógica que se recorte
la misma cantidad que se gasta en pagar a unos profesores que imparten una
materia que no compete al estado por laicidad y por pura lógica.
Porque, ¡qué curioso!, en esos mismos
presupuestos no se contempla, partida alguna para la alternativa a las horas de
enseñanza religiosa, conocida comúnmente ética. Y mucho menos para impartir
otra religión como la evangélica -costeada por su iglesia-, la musulmana o la
judía -no solamente costeadas por sus propias organizaciones religiosas sino
que además impartidas en sus propios centros religiosos-.
Y si la Conferencia Episcopal no está
en condiciones de afrontar ese gasto que tire de sus sacerdotes, de sus monjas
de clausura o de sus propios obispos para dar esas clases. Es su problema, es
su decisión. Es su religión.
Si el loro quiere seguir comiendo
chocolate, que se lo pague.
Nadie dice que no tengan derecho a
aprenderla y a enseñarla, pero que la costeen ellos. Y si se les puede ayudar
se les ayuda -a ellos y a todos, por supuesto- pero cuando hay que ponerse a
recortar hay que empezar por los privilegios de unos pocos antes de llegar a
los derechos de la mayoría.
Y si la jerarquía eclesial tuviera un
mínimo de dignidad estaría de acuerdo con ello. Claro que si la jerarquía
eclesial española tuviera algo de dignidad hace siglos que hubiera sentido vergüenza
de su Concordato y de no responsabilizarse directamente con su compromiso y con
su esfuerzo de su propia fe.
Lamento profundamente un final tan demagógico.
3 comentarios:
Bueno, como madre de un niño que estudia en un colegio público, aún hay más cosas que mosquean. Mosquea que, suponiendo que somos un estado laico, la asignatura de religión se imparta en los colegios públicos y venga reflejada en las notas. A los niños que no dan esa asignatura, en los colegios no saben muy bien donde agruparlos. Se supone que hay una asignatura llamada "Alternativa a la religión" (¿Alternativa a la religión?) donde no hay temario, no hay libros, no hay notas, no hay nada... La mitad de las veces los niños van de un grupo a otro por que no saben doa clase a otra por que no saben donde ubicarlos. En los colegios públicos, por mucho que diga nuestra Espe, no hay asignatura de inglés en condiciones, no hay asignatura de informática en condiciones... ahora, eso si, religión, dos veces en semana (igual que matemáticas, lengua, inglés...)Ya vale!!!!!
Completamente de acuerdo. Lo que es una alternativa (y no debería serlo, sino una opción extraescolar) es la religión y no a la inversa.
Pues si todo ello te mosquea... ¿qué dirías si te cambiaran el libro de Inglés de Pearson del 2º Ciclo de Primaria porque es muy caro (22,30 eur) por uno de Anaya (10 eur) y así se puede incluir en el cheque libro el de Religión de Anaya (19,40 eur) que no es nada caro, parece? ¿Y si tu hijo (como el mío) que no da Religión tuviera que joderse con esta maniobra de la Dirección del Centro? ¿Y si el de Inglés que pedí como especialista, y fue aprobado en Consejo Escolar hace una semana, te lo impusiera el Director "por cojones" cambiando las decisiones del Consejo por debajo de la mesa (llamando y presionando a los padres para cambiar su voto sin convocar nuevamente Consejo Escolar)? ¿Estarías entonces "mosqueada"? :(
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