Ni siquiera en este país y en este
gobierno, en los que los personalismos parecen ser la medida de todas las
bondades, los ministerios y las políticas son cosa de una sola persona.
Así que en nuestra educación parece
ser que no Wert todo lo que desluce.
En esta ocasión le ha tocado el turno
a la secretaria de Estado de Educación, FP y Universidades, Montserrat
Gomendio, que se ha sumado a la eterna batalla dialéctica que mantienen los
cargos de este ministerio por defender políticas en las que ni ellos mismos
creen pero que se ven obligados a decir que siguen para ocultar otras cosas.
Ella la ha emprendido con la FP dual
(formación en centros educativos y en empresas) y ha afirmado que "los
resultados demuestran que incrementa las posibilidades de empleo con una
formación específica y experiencia práctica inicial".
Obviamente esos resultados a los que
se refiere Gomendio no son españoles, no podrían serlo. Se ha ido ni más ni
menos que a valorar los datos de Suiza. Ni siquiera los de Alemania o Francia
que también han optado por ese tipo de FP, sino ni más ni menos que los de
Suiza.
La ministra dice que el 76% de los
estudiantes suizos optan por esa FP y no por estudios universitarios, afirma
que el 85% por ciento de ellos encuentra trabajo y se incorpora al mundo
laboral en un plazo mínimo y eso parece demostrar que ese tipo de FP -que Wert
y su cohorte dicen defender frente al bachillerato y los estudios
universitarios como principal salida educativa- es el camino a seguir.
Y no voy a decirles que no es cierto porque
en este caso el problema no está en lo que dice la secretaria de Estado, sino
en lo que deja de decir
Para empezar pasa de puntillas por el
hecho de que en suiza solamente un 3% de los jóvenes abandonan los estudios
mientras que España lo hace un 30%. Puede que Gomendio no lo tenga claro, pero
a mí me enseñaron en la extinta EGB que el único cero que no implica diferencia
es que está a la izquierda, no a la derecha -sin ningún matiz político en ello,
supongo-.
La nueva jerarquía educativa ignora
ese dato porque para ellos eso se soluciona con mano dura. Porque eso
solamente es producto de la vaguería intrínseca de la juventud española, de sus
botellones, de sus macrodiscotecas, de sus furibundas hormonas sexuales y de
sus drogas de diseño. No tiene nada que ver el hecho de que en nuestro país un
68 por ciento de las ofertas de trabajo no requieran cualificación con lo cual
se puede acceder a ellas sin estudios, con que exista una diferencia de tan
sólo un 15% -y bajando- entre las remuneraciones de los trabajos que exigen
estudios y los que no y esa brecha se reduzca cada día más, bajando los
segundos, por supuesto, no incrementando los primeros.
Nada de eso tiene que ver y por tanto
el gobierno no tiene que hacer nada para solucionarlo. Es una cuestión de mano
dura y disciplina que compete a los padres.
Por supuesto, doña Montserrat se calla
cual artera buhonera de carreta que intenta vendernos una panacea que en Suiza
esa FP incluye materias como microelectrónica, balística, aeronáutica, óptica, diseño
de materiales, desarrollo informático y muchas otras enseñanzas que están aquí
consideradas como carreras técnicas con lo claro, lo que obtienen las empresas
de ellas son especialistas, no camareros, administrativas u operarios de línea
de montaje y mecánicos -aunque supongo que también- como ocurre en nuestro
país.
Y esto ocurre simplemente porque Suiza
no los necesita, ya que sus empresas tienen deslocalizadas en otros países el
70% de sus cadenas de producción y es allí donde obtienen esa mano de obra no
cualificada o cualificada de forma básica que aquí origina nuestra FP. Eso
también se le olvida comentarlo.
Al igual que un dato fundamental como
que las empresas están obligadas a costear parte de ese proceso educativo -no
solamente a pagar el sueldo del estudiante y que la incorporación laboral una
vez concluida la fase educativa no es mínima, es inexistente porque empresa y
estudiante se comprometen a un periodo mínimo de dos años de trabajo, la
empresa para amortizar su inversión y el estudiante para acceder ya plenamente
al mercado laboral.
Es de suponer que a la secretaria de Estado se le olvida porque tiene en mente que en España lo más parecido que hay
a eso son los becarios que reciben sueldos mínimos, que realizan funciones de
puestos que no les corresponderían y a los que las empresas sustituyen
impunemente, pasado el plazo de su beca, por otros becarios que hacen las
mismas funciones por el mismo precio irrisorio sin que haya normativa ninguna
que los impide o al menos fomente el modelo suizo.
En esas condiciones resulta lógico que
los jóvenes opten por ese tipo de formación, mientras que en las nuestras
resulta lógico que los nuestros opten por saltárselo y acceder -o al menos
intentarlo- a trabajos que ni siquiera se la exigen puesto que van a ganar lo
mismo y van a estar en la misma situación de precariedad tomen la opción que
tomen.
Y todo eso por no hablar de que el
salario medio en Suiza es de 5.900 euros brutos mensuales y de que ahora está
debatiendo incrementar el salario mínimo a -¿estamos sentados?- 3.300 euros
brutos mensuales para limitar la brecha entre el campo y las zonas urbanas.
Si la FP te da conocimientos
especializados, estabilidad laboral y te asegura un salario de 3.300 euros
mensuales es lógico pensar que la inmensa mayoría opte por ella. Aquí, sin
todos esos componentes del sistema, se pretende que los jóvenes también la
elijan para liberar al Tesoro Público de las cargas financieras que para él
suponen los estudios superiores.
Vamos, igualito, igualito que en las
tierras del chocolate, los bancos y los relojes.
Pero el silencio que más llama la
atención de la señora secretaria de Estado en este falso silogismo que pretende
hacer entre su propuesto modelo de FP dual y el que funciona al otro lado de
los Alpes es su omisión más dolorosa
Todo eso se realiza a través de un
sistema público de Educación que invierte 13.000 millones al año en
investigación y desarrollo, que gasta unos 10.000 euros anuales por alumno de
unos presupuestos que suponen el segundo mayor gastó público de la nación, al
que se destinan tres de cada 10 euros gastados por el gobierno suizo, que es
seis veces mayor que el presupuesto de defensa y once veces mayor que el
presupuesto de Interior y en el que el 85% de los centros son de titularidad
pública.
Las similitudes con el sistema que
está diseñando Wert con sus medidas, sus recortes y su proyecto de ley
educativa son tan mínimas que bordean la frontera de la inexistencia.
Y la secretaria de Estado lo calla, lo
omite voluntaria y conscientemente, porque quizás entonces no solamente su
frase careciera de sentido sino que nos sería posible calibrar las mil pequeñas
diferencias entre un relojero suizo y en camarero español.
O no tan pequeñas.
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