Hay ocasiones en las que un puñado de elegidos
para la injusticia se convierten, muy a su pesar, en el epítome de todo
lo demás, en la arquetípica punta del iceberg, que deja a la vista un peligro
mayor, un mal general, un obstáculo peligroso y mortal.
Desgraciadamente para ellos, los
alumnos, madres y padres del colegio Evaristo Calatayud se han convertido en
eso. No por lo que hagan o dejen de hacer, no lo que reclamen o dejen de
reclamar, sino por lo que están haciendo con ellos, con su transporte escolar,
con su colegio y con su libertad.
Porque con ellos la Generalitat
Valenciana está ensayando todo el catálogo de mentiras y justificaciones que
sus ideólogos y asesores de imagen han pergeñado para ocultar su política, para
justificar su desmantelamiento de la enseñanza pública.
La insistencia de los padres y madres
de un centro de enseñanza combativo por demás obliga a Cabo y Catalá -los
capitanes que se hayan en el puente de mando del destructor que bombardea sistemáticamente
la educación pública en Valencia- a salir constantemente a la palestra, a
soltar andanada tras andanada en la esperanza de que esas cargas de profundidad
enviadas a ciegas hagan explosión en el lugar adecuado y les sofoquen el
problema.
La idea del calendario erótico de las
madres de Monserrat les supone un problema a Cabo, Catalá y toda la tripulación
de ese navío de guerra contra la enseñanza pública porque a los varones y
mujeres de este país les resulta imposible no mirar una imagen sugerente,
porque mantiene el problema en los medios, porque otorga relevancia a algo que
ellos intentaban hacer pasar por irrelevante.
Pero el problema del colegio Evaristo Calatayud no es un ejemplo por lo que ocurre ahora, con miles de
enlaces a las fotos del calendario, con cientos de blogueros y columnistas
escribiendo sobre ello. El colegio Evaristo Calatayud es un paradigma por lo
que lleva ocurriendo en él desde hace mucho tiempo.
Porque ha soportado salvas y cañonazos de la armada invencible de la Generalitat Valenciana y ahora, aunque
desarbolado y maltrecho, encima se empeña en contraatacar.
Porque mientras se trasfieren miles de
metros cuadrados de suelo público para la construcción de centros privados, el
Evaristo Calatayud ha visto crecer el número de matriculaciones, el ratio de sus
aulas, ha pasado de 500 a 625 alumnos en un año y la consejera Catalá no ha construido un
nuevo centro pese a que los padres y madres hicieron encierros en las aulas. Pese a que lo prometió en 2007.
Porque mientras destina dinero a
espuertas -aunque luego no lo paga, eso sí- al apoyo de la educación
concertada, a las reformas y ampliaciones de esos colegios y a la construcción
de los nuevos hasta sumar unos 18 millones de euros, mantiene al pairo y sin
insuflar viento en sus velas a toda la flota de la enseñanza pública, dándole
en los presupuestos del plan de construcciones escolares de este año siete
millones para nuevas construcciones -o sea lo que cuesta un centro- ;
cinco millones para reformas en infantil y primaria, 3.000.000 para nuevas
construcciones en secundaria -¿cómo se puede construir un centro de secundaria
con 3.000.000 euros?- y 4.294.100 euros para la reforma de centros de esta etapa.
Y hace que el Evaristo Calatayud siga teniendo que sobrevivir en
barracones prefabricados como otro ingente número de centros públicos
valencianos
Porque, imitando a la santa
patrona del concierto educativo, la afortunadamente retirada Esperanza Aguirre,
ha convertido al buque insignia de su armada educativa, la empresa Giegsa, que
tenía como único objetivo la construcción de centros, en un fracaso económico
que ha generado situaciones tan dantescas como las del colegio 103 y la del
propio Evaristo Calatayud.
Colegios a medio construir, centros
donde las reformas y mejoras no llegan o llegan con cuentagotas al tiempo que
se dejan de ingresar millones de euros cediendo suelo, eliminando impuestos y
costes de licencias de obras y demás gastos a los que construyen colegios
privados a los que luego se les concederá un concierto.
Porque mientras sufragan los gastos
generales de los centros concertados, dejan sin calefacción, sin transporte y
sin lo más básico a los públicos.
Y todo eso obliga a los colegios como
el Evaristo Calatayud y a los padres y madres de la enseñanza pública a actuar
como una flota bucanera, como un grupo de barcos corsarios que tienen que
rapiñar la riqueza que la Gran Armada de la Educación privatizada en Valencia
conduce para repartir entre los centros privados y concertados.
Y, como el calendario de las aguerridas
madres de Montserrat les obliga a hablar de ello, como la lucha de padres y
madres les obliga a seguir defendiéndose públicamente, los almirantes de la flota educativa del PP les disparan con todo lo que
tienen.
Y afirman que "la Conselleria de
Educación ha realizado una inversión de 346.195 euros en los escolares del municipio". Tiran de la generalidad. La estrategia
del gasto general para encubrir la injusticia particular es tan antigua en
comunicación política como las elecciones en los Estados Unidos de América.
¡Enhorabuena!, nos parece muy bien lo que gastan, pero nadie le
cuestiona por lo que se gasta, se les cuestiona por lo que no se gasta en un hecho concreto. Es como
decir "no nos vamos a gastar 10.000 euros en curarle el cáncer porque ya
nos hemos gastado quince millones de euros en curar a todos los demás". Sigue sin ser justo. Se habrá sido justo con todos los demás. Pero no se es con justo con ese enfermo en concreto.
La primera andanada de la armada
invencible se hunde en el mar a varias millas del bajel pirata del Evaristo Calatayud.
Como ven que marcha mal y que no
ajustan el tiro pasan a otra estrategia de combate: el mítico divide y
vencerás.
Afirman que todos los becados cumplen
los criterios y que los no becados no. De manera que parece que lo que quieren
los padres de los niños que no tienen beca es acceder a un derecho que no
tienen, quizás quitándoselo a otros que sí lo necesitan.
Responderán -y si no al tiempo- a la
impugnación de la concesión de las becas de transporte por parte de las madres
de Monserrat (lo siento, sé que tienen un nombre colectivo, pero mi valenciano
es pésimo y no consigo aprendérmelo) argumentando que quieren dejar sin beca a
los que ya la tienen, que esa reclamación perjudica a los que ya la tienen
concedida y cualquier otra cosa que se les ocurra para crear una división
inexistente entre las familias becadas y las no becadas, para que cada una de
las alas de la flota bucanera de Montserrat se enfrente a la otra y así
ambas se olviden de su armada.
Pero claro, como eso es tan viejo como
las Guerras Púnicas pues no cuela.
No cuela ni siquiera cuando pretenden hacerles enemigos de otras poblaciones afirmando que buscan una ayuda que otros municipios no disfrutan y que darsela obligaría "a darselas o todos". Pero esa andanada tampoco roza la línea de flotación del buque del Evaristo Calatayud, porque cuando ha pasado lo mismo en La Pobla de Vallbona, Requena, Orihuela o El Saler, el problema se ha resuelto sin obligar a nadie a una batalla naval encarnizada para lograrlo.
Y tampoco cuela la andanada preparada
de "la educación infantil no es obligatoria". ¿Qué están diciendo?,
¿que las madres o los padres de esos niños tienen que quedárselos en casa y no
llevarlos al colegio si no pueden pagar el transporte? ¿qué tienen que
comprarse un coche -o dos los que no tienen ninguno- con el único objetivo de
poder dar educación a sus hijos?.
Que la educación infantil no sea
obligatoria no implica que los gobiernos no tengan que garantizarla para
aquellos que quieren tenerla. Ningún derecho es obligatorio -por eso son
derechos- pero eso no significa que no tengan que garantizarse. Esa andanada
mal calibrada pasa muy por encima del velamen del Evaristo Calatayud.
Así que como todo les va fallando, los
almirantes Catalá y Cabo, terminarán ordenando -o al menos permitiendo- el
fuego a discreción en la esperanza de hundir este escurridizo bajel que tanto
está molestando a su reluciente armada invencible de la educación privatizada.
Falta poco para que algún desabrido
diputado autonómico haga algún comentario sarcástico sobre el calendario, o
para que alguna diputada valenciana se ofenda por el lucimiento de curvas y
escotes de las madres de Monserrat -más por envidia que otra cosa, es de
suponer- y cuestione con ello su condición de "buenas madres". Al
tiempo.
Y si todo les falla siempre pueden
tirar del perro ladrador. De ese tan típico argumento del PP levantino,
expuesto por su congresista castellonense, la dulce Andreíta Fabra y su
expresivo "que se jodan".
No será muy diplomático pero permitirá captar el mensaje que están mandando
desde el principio.
De momento, Catalá, Cabo y toda la gran armada se
sienten seguros pero quizás no deberían estarlo tanto.
El Titanic se hundió por un iceberg
del que solo era visible un tres por ciento; La Armada Española fracasó porque
a la salida de una tormenta en la que se metieron ellos solitos les estaba
esperando toda una colección de pequeños y rápidos buques que les acosaron
hasta hundirlos en el fondo del mar.
Eso es lo que hace importante al
Evaristo Calatayud y otros colegios que resisten al arrollador impulso de la
educación que ha implantado el gobierno del PP allá donde haya accedido al
poder. Que son Sir Francis Drake tocando las narices al Duque de Medina
Sidonia.
Y, por si nuestro orgullo patrio nos
nubla la memoria, terminó ganando Drake.
2 comentarios:
Hola Gerardo ya sabes como siempre te digo, cada dia me sorprendes un poquito mas, vamos pensaba mientras leia que estaba navegando en esos buques, pero al final se que bombardeara las madres del Colegio Evaristo Calatayud al buque dirigido por Cabo y Catala y sera HUNDIDO. Gracias amigo.
Sorprendente e ingeniosa idea.
Enhorabuena por el relato.
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