"Yo pago impuestos, tengo derecho a decidir qué hacen con ellos y no quiero que mis impuestos paguen los estudios a alguien que sea mediocre y quien saca un 5 es mediocre".
Esto es algo que se lee y escucha continuamente entre aquellos que se han autonombrado adalides de la Cultura del Esfuerzo y la Excelencia y apoyan en foros, artículos y discusiones de bar la elitista y aciaga reforma de las becas universitarias que capitanea el Ministro Wert en contra de toda la comunidad educativa y que él mismo defiende con argumentos muy parecidos.
Se puede decir de otra forma, se puede recurrir a la diplomacia y las correctas formas de redacción, se puede tirar de sarcasmo o de ironía, de lírica o de épica, de palabras o de números. Pero la respuesta a esa aseveración solamente puede ser una:
Los que realizan esa afirmación como un absoluto son simplemente idiotas. Y mandado el mensaje básico, decorémoslo convenientemente y expliquémoslo adecuadamente.
Son idiotas porque demuestran ignorar los fundamentos más básicos que organizan una sociedad libre y democrática, son idiotas porque caen en las aberraciones más básicas a la hora de explicar su postura y de justificarla.
Empecemos con los impuestos.
La respuesta si estuviéramos acodados en la barra de bar tomando una caña -suponiendo que aún nos quede dinero para ello- sobre eso sería más o menos: "Los impuestos no son tuyos, lerdo, son de todos". Los impuestos pertenecen a toda la sociedad y es ella en su conjunto es la única capacitada para decidir a que usos se destinan.
Puede que nuestro vicio occidental atlántico del individualismo egoísta a ultranza no nos deje digerir esa realidad pero afirmar que el ciudadano tiene derecho a decidir como individuo a quien van destinados los aportes de los impuestos que pagan es un absurdo de proporciones faraónicas.
Sería como decir que el individuo que paga impuestos tiene derecho a decidir que su parte de la carga impositiva no se destine a la atención sanitaria de su vecino porque le cae mal, que no se utilice en la construcción de una carretera o de una estación de tren de la localidad de al lado porque mantiene una rivalidad secular y enfermiza con una familia que reside en ese municipio, que no se destine al sueldo de un político en concreto porque él no le votó.
Estos orgullosos ciudadanos confunden las cosas y transforman un derecho colectivo y social que se expresa en las leyes fundamentales -si se vota un estado a confesional se está diciendo que no se quiere que el dinero público se dedique a fines religiosos o si se apoya una constitución en la que no hay ejército se afirma implícitamente que no se quiere que se gaste el dinero de los impuestos en gastos militares y de defensa- en una suerte de elección a la carta de qué puede y no puede hacer la sociedad, el Gobierno y el Estado con los impuestos.
La inconsistencia de ese argumento de refuerzo y autoridad ya es el primer síntoma de estulticia de los que expanden esa argumentación sobre la becas.
Y luego esta el meollo del asunto. El concepto mismo de mediocridad.
Para explicar la estupidez que se esconde en esa aseveración hay que recurrir a los números. Varios números que en principio parecen carentes de relación.
1.786.754 - 672.213 - 302.444 - 289.100 - 198.438.
No, no es una versión perversa de la cinematográficamente famosa serie Fibonacci. Es una serie estadística que demuestra que el concepto de mediocridad que pretenden implantar los que hacen esa afirmación no solo es falso sino que además es producto de la más pura y completa ignorancia.
En el año 2011 -último del que están completas todas las cifras- hubo un total de 1.786.754 estudiantes de la ESO, de los que solamente 672.213 estudiaron bachillerato, de los que solamente 302.444 se presentaron a las selectividad, de los que aprobaron e iniciaron estudios de Grado Superior 289.100, de los cuales 198.438 concluyeron sus estudios y obtuvieron su licenciatura universitaria.
Vaya por delante que es obvio que no son las mismas personas. Pero la desviación anual es ínfima de un año a otro por lo que se pueden utilizar los datos del mismo año como ejemplo argumentativo.
¿De verdad nos quieren hacer creer que sacar un cinco en un examen universitario es ser mediocre?, ¿de verdad creen que una nota que te permite pasar un corte en el que se queda el 89 por ciento de los que inician la enseñanza obligatoria en nuestro país te convierte en mediocre?, ¿de verdad intentan convencernos de que formar parte del 11 por ciento que consigue acabar todo ese proceso, aunque sea con un cinco supone ser mediocre?
Podremos discutir si el porcentaje de licenciados universitarios, que asciende al 29% incluyendo además los títulos de grado medio, es demasiado elevado para un mercado laboral que todavía se niega a remunerar adecuadamente esas licenciaturas, podremos quejarnos de que debería haber más titulaciones de grado medio y menos de Grado Superior pero afirmar como argumento que un aprobado universitario es síntoma de mediocridad no puede catalogarse, a la vista de esa brutal selección intelectual que supone -otra cosa sería si se aprueba el actual sistema de becas, que ya incluiría una selección económica-, de otra forma que no sea como una rotunda idiotez.
Llamarles mediocres es como decir que el menos cualificado de los ingenieros, físicos y demás que han colocado la Estación Espacial en órbita es un científico mediocre. Ser el menos capacitado de los muy capacitados no te convierte ni puede convertirte en mediocre. La mediocridad debe aplicarse sobre el colectivo general no sobre un colectivo específico que ya ha traspasado el umbral de una selección intelectual en la que se han quedado otros muchos.
Pareciera que queremos que todos los médicos arquitectos, abogados, historiadores, economistas y demás tuvieran que sacar un 10 o una matrícula de honor para poder ser profesionales confiables. Aseguran que eso es lo ideal, que eso es lo que hay que buscar con esa "excelencia" suya que se han sacado de la manga.
Otra estulticia de dimensiones bíblicas.
En Suiza y el Reino Unido -los países reconocidos como con los mejores sistemas universitarios del Occidente Atlántico- el porcentaje de alumnos que concluye sus estudios universitarios con sobresaliente o matricula de honor apenas llega al 3% y en la adorada Alemania -que parece últimamente servir de ejemplo para todo- apenas llega al 1,5 por ciento.
¿Qué haríamos entonces cuando no tuviéramos licenciados suficientes para cubrir las plazas en la sanidad pública? ¿como solucionaríamos que no tuviéramos profesores y catedráticos suficientes para la Educación pública?, ¿cómo nos las arreglaríamos cuando no hubiera abogados suficientes para garantizar la posibilidad de defenderte en un juicio o bastantes ingenieros para asegurarnos el diseño y ejecución de las obras públicas?
¿Los importaríamos de otros países como hace la proverbial Alemania?, ¿pondríamos esas áreas en manos de gentes que no tienen la preparación académica? ¿contrataríamos chamanes y curanderos para la sanidad y experimentados abuelos, educados en "la universidad de la vida" para la enseñanza?
Y además es de suponer que si un doctor en medicina acaba sus estudios con matricula de honor con una beca y se dedica a abrir una clínica privada en la que gana una fortuna por aumentar y modelar a golpe de implante silicona las zonas erógenas de adineradas clientas tendríamos que pedirle que devolviera la beca, porque nosotros no pagamos los impuestos para eso.
O que si una abogada cum laude es fichada por una empresa y se dedica a encontrar los agujeros y resquicios legales para lograr que sus empleadores eludan la mayoría de sus obligaciones fiscales, estaríamos en el derecho de exigirle que pagara las tasas universitarias a posteriori y con intereses de demora porque la sociedad no le ha pagado los estudios para que luego la perjudique, ¿o no?
O que si una abogada cum laude es fichada por una empresa y se dedica a encontrar los agujeros y resquicios legales para lograr que sus empleadores eludan la mayoría de sus obligaciones fiscales, estaríamos en el derecho de exigirle que pagara las tasas universitarias a posteriori y con intereses de demora porque la sociedad no le ha pagado los estudios para que luego la perjudique, ¿o no?
En fin, que cualquier desarrollo argumental que se siga partiendo de esa afirmación absurda de que "Yo pago impuestos, tengo derecho a decidir qué hacen con ellos y no quiero que mis impuestos paguen los estudios a alguien que sea mediocre y el que saca un 5 es mediocre" solamente nos conduce a un lugar: a la idiotez.
Aquellos que están en la universidad, que la siguen con aprovechamiento y que concluyen sus estudios universitarios ya han demostrado suficientemente su condición intelectual y estar en la media de su colectivo concreto -que eso también significa mediocridad- no supone menoscabo alguno a sus capacidades y por tanto a su derecho a una beca universitaria si no tienen los recursos económicos para sufragarse los estudios por sí mismos.
Y si todavía hay alguien que, ya sea acodado en la barra del bar o retrepado en su sillón ministerial que piensa que todo lo dicho no es aplicable porque "en la universidad española es muy fácil sacar un aprobado y porque hay carreras que son muy sencillas le propongo lo siguiente
Que resuelva
Que responda
Analizar el comportamiento de Mohamed T.A. de acuerdo con
los hechos probados que seguidamente se describen. Procédase a su calificación
jurídica y a la determinación de la responsabilidad penal de Mohamed T.A. De
apreciarse la concurrencia de ésta, procédase a la determinación e individualización
de la pena a imponer, así como de la responsabilidad civil.
Hechos probados:
“Sobre las 22.20 horas del 22 de agosto de 2007, se encontraban Munir A.
junto con Karim A. y otros amigos en la puerta del bar “El Sardinero”, de Ceuta,
tomando unas cervezas, y en un momento dado, al reírse aquél, se dio por aludido el
acusado Mohamed T.A., que estaba también allí, y tras preguntarle a Munir de qué se
reía, se entabló una discusión entre ambos en la que se insultaron e incluso llegaron a
empujarse, procediendo en un momento dado Mohamed a retroceder dos o tres pasos
y sacando una pistola semiautomática, marca parabellum 9mm, que llevaba dentro del
pantalón, y que no ha sido localizada, le disparó una sola vez a las piernas, tras lo cual
se dio a la fuga en una motocicleta. Munir sufrió lesiones por arma de fuego tanto en el
miembro inferior derecho como en el izquierdo, tardando en curar 105 días, sufriendo, entre otras secuelas, cojera del miembro inferior derecho y atrofia de la musculatura
del miembro inferior izquierdo”.
Que Solucione
Implementar una función en Matlab que ordene un vector de menor a mayor mediante el algoritmo de la burbuja expresado de la siguiente manera:
dado un vector x de n componentes
◦ hacer i=1,2,3...n
▪ hacer j=1,2,3...n-i
• si elemento j del vector x es mayor que elemento j+1,
◦ intercambiar elemento j del vector por j+1
• fin del si
▪ fin del hacer
◦ fin del hacer
Ej: x=[4 2 1 5] va generando los subvectores [4 2 1 5], [2 1 4 5] y [1 2 4]
Y cuando, después de días o incluso meses de buscar en Wikipedia, el Rincón del Vago o cualquier otro espacio de "excelencia educativa", sea incapaz de contestar, que piense que cualquier alumno de primero de esas carreras universitarias tiene menos de un cuarto de hora para contestar a esas preguntas y que, por difíciles que le parezcan, no le dan más de un punto y medio en un examen parcial de su asignatura.
Y luego que vuelva al bar o al ministerio para hablar de esa mediocridad que no está dispuesto a pagar con "sus" impuestos que supone un aprobado universitario.
Si logra no sentirse como un completo imbécil, le retiro el insulto.
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