"No, no,
no, no”, ríe, coqueta, Neus Soldevila, cuando se le pregunta si tiene pareja.
Suma 69 años y lleva pendientes grandes de aro, varios anillos, pulseras y una
blusa rosa con bordados en el cuello."
Así
empieza su reportaje, entrevista o como se quiera llamar el producto
periodístico que sirve para encabezar este post.
¿De quién habla?,
¿de una estrella de cine envejecida?, ¿de una diva que pese a sus años sigue de
muy buen ver y ha mejorado en sus dotes interpretativas?, ¿de Sofía Loren, Angélica
Houston o Pilar Barden?
No, así describe
a una mujer que mato a su marido. Así habla de una persona tan cobarde que ni
siquiera fue capaz de hacerlo ella misma y utilizó a sus hijos. Habla de una
mujer que no sólo acabó con la vida de un ser humano sino que destrozó la vida
de tres hijos suyos, menores por entonces, para hacerles cargar con su crimen,
de una fémina que tuvo la independencia de sujetar el brazo de su hija de
catorce años mientras esta apretaba el gatillo para disparar a su padre en la
nuca.
Esa es la Dulce
Neus. Esa es Neus Soldevila.
Pero nada de eso
se utiliza para su descripción, ni uno solo de los calificativos que estamos
acostumbrados a leer cuando se introduce a asesinos en los medios de comunicación.
Solamente importa que sea coqueta, como si eso marcara su carácter más que su
condición de asesina.
Cabe preguntarse
cómo se posicionaría la redactora -porque, claro, siempre es redactora- ante
este perfil si el nombre fuera masculino, si la entrevista fuera a un individuo
varón que hubiera cumplido 28 años por matar a su pareja -femenina, por
supuesto- y hubiera destrozado la vida de sus hijos.
La pregunta es
retórica porque todos conocemos la respuesta.
Se hablaría de
su desequilibrio, de su machismo, de su intolerancia o de sus complejos. Nunca
de su coquetería.
Pero la cosa
sigue
"Con
espíritu empresarial (“me ha gustado tener mis negocios”), después del crimen
Neus regentó un taller de moda en Colombia, otro de bisutería en Barcelona e
intentó acabar una promoción de pisos que Vila dejó inacabada. Las numerosas
entrevistas pagadas que daba en televisión le iban sirviendo también para
mantener la caja llena".
¡Vaya hombre
pues resulta que es una emprendedora! A lo mejor esa parte de su personalidad
sirve para compensar el hecho de que es una asesina confesa.
Así que ya
saben señores que piensen asesinar a sus mujeres, demuestren ese espíritu
emprendedor tan necesario en tiempos de crisis y después de huir de la justicia
monten negocios y aprovechen para dar entrevistas. Así conseguirán que los
comprometidos medios que dicen estar contra la violencia de género y doméstica
les entrevisten como a héroes en lugar de como a los monstruos criminales que
han demostrado ser.
Bueno claro, que
antes tendrán que pasar por Shanghái o por Amberes en su huida y hacerse un
cambio de sexo porque si no el emporio ideológico que mantiene que la mujer
tiene derecho a matar al hombre no hará de ustedes un remedo de héroe.
Porque de eso va
esto. De eso va este subproducto periodístico que si fuera protagonizado por un
hombre hubiera desatado encendidas quejas de todo tipo de asociaciones, algunos
partidos políticos, varios organismos públicos y toda suerte de estamentos
mantenidos total o parcialmente por el Estado para luchar contra la violencia
de género, no contra la afectiva o la doméstica, solamente contra la de género.
Y como diría
aquel ¡No se vayan todavía, aún hay más!
“De sus seis hijos no tiene noticias.
Marisol reprochó en aquel programa que su madre le hiciese creer que su padre
era un ogro. “Ay, pobrecitos, si él hubiese vivido, más tarde no sé cómo lo
hubiesen pasado”, responde con ternura, aunque critica que “todos quieren
quitarse las pulgas de encima”. No le gusta remover el pasado, pensar en su ex
marido, al que define como un maltratador”.
Y este es el
meollo del asunto.
Sus hijos no
odiaban a su padre, su padre no les maltrataba pero ella sabía que lo haría. Su
asesinato fue un ataque preventivo para que no lo hiciera más adelante. A lo
mejor hasta tenemos que proponerla como ministra de Defensa de Israel. Allí lo
de los ataques preventivos tiene mucho predicamento según parece.
Pero claro ella
describe a su marido como un maltratador. Y en realidad todo este reportaje,
entrevista o como se quiera llamar, está encaminado, pensado, ideado y redactado
basado en esa sola premisa.
Neus Soldevila
es una heroína simpática, coqueta, emprendedora y madre incomprendida -además
de poseer, según parece, dones proféticos- porque es una mujer que dice que
mató a un hombre para liberarse del maltrato.
Y hay que
creerla. Hay que creerla porque es una mujer y las mujeres nunca mienten en
esto.
Da igual que
haya mentido en otras muchas cosas, da igual que su vida está salpicada de toda
suerte de hechos delictivos que van desde la estafa al robo, pasando por la
intimidación, da igual que huyera de su régimen abierto -que, por cierto, se le
concedió mucho antes que a cualquier hombre condenado por maltrato, ya no digo
por matar a su pareja, solamente a los dos años de una condena de 28-. Todo da
igual, hay que creerla porque es mujer.
Porque si no se
cree a Neus, que no ha demostrado para nada el perfil de una mujer maltratada,
a lo mejor habría que poner en duda los miles de denuncias sin base, sin
pruebas y sin testigos que se interponen por maltrato cada día en los juzgados,
a lo mejor había que investigarlas y rechazarlas e incluso penalizarlas para
lograr que las auténticas dispusieran de medios suficientes para evitar ese
sufrimiento.
Pero claro eso
no sólo sería complicado sino que dejaría sin ingresos a cantidades ingentes de
mujeres que han decidido medrar políticamente, lograr influencia social y vivir
económicamente a costa del sufrimiento de unas pocas.
Así es mejor
fingir que se cree a Neus y tratarla como a una heroína que se libró de su
maltratador que ahondar en el hecho de que mando a tres de sus hijos al
correccional por convencerles para ayudarla -nada propio de una madre abnegada,
me temo- , que fingió que era un asesinato de los GRAPO -de ahí el tiro en la
nuca- y que todos sus hijos desmienten su versión y la han borrado de sus
vidas.
Así el
constructo ideológico del feminismo radical y los medios que les hacen el caldo
gordo matan dos pájaros de un tiro:
Por una parte no
pone en riesgo su medio de vida y por otra se manda el mensaje de que siempre
que quieras librarte de un hombre por lo que sea siempre tienes que acusarle de
maltratador para que tus actos estén justificados.
“El 5 de septiembre del año 2000 saldó su
deuda con la justicia. “No le deseo a nadie lo que he sufrido”, repite la Dulce
Neus”
Y la supuesta
informadora, que demostró en la segunda línea que no lo es, lo deja caer para
acabar el relato. No importa el sufrimiento de los hijos y por supuesto no
importa el sufrimiento de un hombre al que se le disparó un tiro en la nuca.
Pese a todo, como Neus es mujer y por tanto es víctima. Solamente importa su
sufrimiento.
Simple y
sencillo. Tan simple y sencillo como disparar a alguien en la nuca. Con mucha
coquetería, eso sí.
1 comentario:
Bravo
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