miércoles, octubre 17, 2012

Cuando la mujer también es enemiga de la niña


Hace apenas una semana se celebró el Día Internacional de la Niña. Uno diría que es otro más de esos días que ponen los organismos internacionales para intentar que tomemos conciencia de problemas que aquejan a un colectivo determinado y en este caso está más que justificado. Alrededor del mundo hay situaciones que soportan las niñas que son intolerables y que deberían haber pasado a la historia más negra de la humanidad hace milenios.
Como en todas estas fechas elegidas para resaltar un problema los medios de comunicación nos bombardean con datos, con cifras abrumadoras, con números que tienden a infinito para que tomemos conciencia del problema. 
Pero lo que llama la atención no son los datos que da el informe sobre estos problemas elaborado por Unicef que alerta de forma escalofriante sobre la situación. Lo que llama la atención es que de nuevo es utilizado de forma tendenciosa por aquellos medios que quieren seguir dando la impresión de que existe una brecha social entre las mujeres y los hombres. Lo que llama la atención es lo que no dicen. Algo que puede resultar chocante o incluso increíble, algo que hará que se pongan de punta los pelos escarpiados de las postfeministas radicales que achacan todas estas situaciones dantescas y humillantes a un sólo elemento causal: el machismo imperante.
Que la mujer es una de las principales enemigas de las niñas en el mundo ¿suena raro, verdad?
Empecemos por el principio.
El informe dice que 75 millones de niñas no van a la escuela en el mundo. Y dicho así, como si fuera un dato aislado, claro parece que sus padres no las llevan al colegio porque son niñas. Pero resulta que el informe general de la Unesco afirma que 135 millones de infantes -dijo infantes para incluir a niños y niñas- no van a la escuela en todo el mundo.
Así que resulta que 65 millones de niños tampoco van a la escuela. Haciendo una sencilla regla de tres con estas cifras y el porcentaje de mujeres y hombres en la población mundial -que puede hacer cualquiera que haya tenido la suerte de ir a la escuela primaria y no se haya fumado las clases de matemáticas- nos damos cuenta de que prácticamente el índice de niños sin escolarizar es idéntico al de niñas. 
O sea, que son la pobreza, los conflictos armados, la incapacidad económica, la falta de escuelas, la desestructuración social y la falta de apreciación por la cultura en determinadas zonas del mundo lo que impide a las niñas la escolarización, no el machismo que las segrega por el hecho de ser mujeres. Vamos, lo mismo que se lo impide a los niños. Pero claro eso no sería adecuado resaltarlo.
Y ese primer dato no es más que el comienzo. 
Se dice en las informaciones que el noventa por ciento de los menores que trabajan en el servicio doméstico alrededor del mundo son niñas de entre 12 y 17 años. Lo que no se dice es que -y también lo dice el informe- es que "la mayoría trabajan bajo la directa supervisión de mujeres en hogares acomodados, generalmente de matrimonios".
O sea, que la que les golpea con la vara de cedro en Nepal, la que las obliga a dormir en el pajar o directamente en el patio en el Punjab o la que acude a casa de sus miserables padres para elegirla por su servilismo a cambio de una nevera o un préstamo para un coche es la señora de la casa.
No se me ocurrirá decir que el varón de esa familia esté, ni mucho menos, libre de culpa porque él aporta el dinero y probablemente también tire de abusos y humillaciones cuando le venga en gana. Pero convendría decir que también las mujeres nepalís, indias, tailandesas o de Afganistán participan en esa opresión, en esa humillante esclavitud de niñas alrededor del mundo.
A lo mejor es porque no tiene que ver con el machismo y el patriarcado que cree que las mujeres son un objeto. A lo mejor es que tiene que ver con que existe un grupo social en el mundo que aún cree que los parias, los miserables o simplemente los pobres tienen que humillarse ante ellos simplemente porque ellos tienen dinero y poder. Sean hombres o mujeres los oprimidos y los opresores.
Pero claro, eso tampoco vendería la imagen que se quiere dar. Como no lo haría el hecho de incidir marcadamente en el hecho de que en Tailandia ese tipo de tratos se sellan entre las dos madres de familia, al igual que en La India. Puede que ellas no quieran hacerlo y les obliguen sus esposos -esa será la excusa habitual- pero si quieres libertad tienes la obligación de luchar por ella. Si no lo haces simplemente te conviertes en cómplice de esa esclavitud.
Y así siguen con todas las cifras.
Afirman que casi 400 millones de mujeres se casarón cuando eran niñas. No se especifica la edad pero se supone que será antes de alcanzar la mayoría de edad.
Y así se descuelgan con un párrafo ininteligible como este: "casi 400 millones de mujeres de entre 20 a 49 años, más del 40%, se casaron cuando eran niñas; de estas, más de 23 millones lo hicieron antes de cumplir los 15".
Según esto, casi la mitad de las mujeres de entre 20 y 49 años se casaron antes de cumplir los 18 años. No pongo ni siquiera en duda la cifra pero, una vez más, no se ofrece contexto ninguno. Y esa falta de contexto lleva la imaginación hacia niñas entregadas a hombres adultos en matrimonio, compradas a sus padres y toda la parafernalia que siempre rodea los casos que sobre matrimonio infantil en el mundo.
Ignora hechos básicos para comprender y contextualizar la situación. Por ejemplo que 340 millones de hombres de esas mismas edades en el mundo también se casarón antes de cumplir la mayoría de edad.
¿Los vendieron a mujeres mayores que ellos a cambio de una vaca?, ¿los obligaron a casarse con una anciana para satisfacer sus pervertidos deseos pederastas? Me temo que no. 
Se casaron con muchas de esas niñas, aunque no se puede ni se quiere negar que haya millones que sufren esa humillante venta a hombres adultos. Pero, como siempre, en esto del postfeminismo radical de clase parece que aumentar el número de casos es el camino. Como sí que a una sola niña se la vendiera en matrimonio a un adulto no fuera suficiente para denunciarlo.
Pero claro eso nos obligaría a darnos cuenta de las verdaderas injusticias: de que la esperanza media de vida en África de una mujer es de 31 años y de un hombre de 26, de que existen zonas del mundo en las que alguien de 18 años ya bordea la ancianidad a todos los efectos; de que persisten culturas en las que el matrimonio y la reproducción aún están vinculadas a los momentos biológicos en los que las capacidades se desarrollan, tanto en hombres como en mujeres. Y si dices todo eso no puedes vender machismo. Puedes denunciar atraso, miseria e injusticia. Pero no machismo. 
Y por supuesto no se dice nada de que en la mayoría de esas sociedades -desde las africanas hasta las asiáticas, pasando por algunas latinoamericanas-, prácticamente con la única excepción de las sociedades religiosas, es decir la ortodoxa hebrea y la integrista musulmana, esos acuerdos de matrimonio los cierran las madres y los ratifican los padres. De que en todas las sociedades que practican el matrimonio acordado las casamenteras y alcahuetas son mayoría sobre los casamenteros.
Es decir, se omite voluntariamente la participación de la mujer en esa forma de comercio infantil de niñas y niños que es el matrimonio infantil.
Así que hombres y mujeres son culpables en sus países por participar y reproducir ese comercio y hombres y mujeres somos culpables en nuestro Occidente Atlántico por fomentar las circunstancias de desigualdad económica en determinados continentes que hacen que alguien no tenga esperanza de vivir más allá de los 31 o de los 26 años.
Y eso no tiene nada que ver con el machismo. Se pongan como se pongan.
Todos los datos que se aportan siguen en la misma línea. Todos los años dos millones de niñas sufren mutilaciones genitales, pero nadie dice que siempre son practicadas por mujeres -en muchos casos sus propias abuelas- ¿sería posible la ablación si las mujeres se negaran a participaren ella? Por supuesto que no. Pero solamente es responsabilidad de los hombres.
Es tan absurdo como decir que la circuncisión religiosa -no la clínica- que afecta a 12 millones de niños al año es culpa del matriarcado. Son ritos que tienen que erradicarse por insanos, peligrosos y casi prehistóricos, pero no son producto de un desprecio machista por la mujer sino de unos tabúes arcaicos sobre el sexo.
Y por supuesto llama la atención que no se dedique una sola línea del trabajo infantil -la principal forma de explotación de los menores-, que todo se centre en el matrimonio infantil.
¿Será porque muchas de las niñas que trabajan en África lo hacen a golpe de vara de baobab y camastro recogiendo algodón para mandarlo luego a La India donde otras niñas confeccionan con sus pequeñas manos las delicadas prendas íntimas femeninas que algunas de las marcas más prestigiosas de lencería colocan en los escaparates?, ¿será porque en muchos países de Asia mueren niñas devoradas por fieras o perdidas en la jungla porque su principal fuente de ingresos es la recolección de extrañas flores para los trabajos de los modernos alquimistas de la perfumería mundial?, ¿será porque infinidad de niñas chinas se deshacen las manos y la vista confeccionando réplicas de grandes marcas casi perfectas que luego las mujeres de la occidentalidad más feminista y avanzada lucen con gracia y aplomo por las calles?, ¿será para no tener que decir que en los lugares en los que las niñas trabajan en el lavado de materiales mineros de alta toxicidad, los niños de su misma edad son obligados a descender a los pozos para extraerlos, respirando durante ocho o diez horas concentraciones mucho más altas de esos tóxicos?, ¿será porque tendrían que decir que en el sudeste asiático, mientras las niñas son explotadas en el servicio doméstico, los niños lo son en la agricultura, las fábricas, el comercio o incluso la recolección de materiales peligrosos?
A lo mejor es porque si hablan de esos curiosos trabajos infantiles sería imposible eludir la conclusión de que las mujeres hacen tanto por la explotación de las niñas alrededor del mundo como los hombres.
Y claro, si ellas no son víctimas, no conviene comentarlo. Como siempre, más de lo mismo.

8 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

Excepcional.

El periodismo de investigación también se puede hacer haciéndo análisis de datos publicados.

Victoria del intelecto y del análisis. Lástima que la mayoría de la gente no se llegue a enterar.

Mari Manu dijo...

De acuerdo en muchas cosas, Bone. De acuerdo que tanto los padres como las madres venden a sus hijas, es cuestión de educación, a ellas las vendieron y es la única forma de vida que entienden, si no encuentran un hombre que compre a su hija... ¿que va a ser de ella? Es evidente que si, que la madre también vende a la hija por que posiblemente sea la única forma de vida que entiende. También es cierto que a las niñas se las vende y se las casa jóvenes, posiblemente con niños jóvenes, verdad, pero los niños vendidos y casados jóvenes no tienen que enfrentarse, con 13 ó 14 años (o incluso menos) con embarazos y partos, que ya de por si, son en condiciones insalublres y peligrosas, y más cuando hablamos de niñas. Cierto que un matrimonio de un niño es una aberración, pero en el caso de una niña además es una muerte casi segura o en un porcentaje muy alto. Además un niño, cuando se casa, no tiene por que dejar la escuela, la niña normalmente se encierra en su casa y se acabó su vida fuera de los muros de su hogar. También es muy cierto que hay más porcentaje de niñas vendidas para tráfico sexual que de niños... que en ambos casos es aberrante, de acuerdo. Quiero decir con esto que efectivamente, todos, niños, niñas, padres y madres están metidos aqui, y si es alarmante en el caso de los niños, en el de la niñas es desesperado y es urgente una educación de esas niñas y niños para que no se conviertan en un calco de lo que han hecho sus padres y sus abuelos

devilwritter dijo...

Estoy de acuerdo Mari Manu, solamente te hago unos matices.
Los cimarrones también solamente habían conocido generaciones de esclavitud y se rebelaron; los siervos de la gleba también solamente habían conocido generaciones de servidumbre y se alzaron.
Ser víctima de una humillación aberrante no es una excusa para reproducirla en las generaciones posteriores. Están obligadas -sí, obligadas- a rebelarse y cambiar esa situación. El victimismo es algo que está muy bien para acallar la conciencia, pero es un peso muerto para cambiar las cosas.
Segundo matiz. Lo de que los niños cuando se casan pueden seguir yendo al colegio sabes que no se puede coger ni con pinzas quirúrgicas. En esas sociedades recae sobre el hombre el peso del mantenimiento económico de la familia. Así que el niño empieza a trabajar -si no estaba trabajando ya- en lo que sea. A la niña se la encierra en los muros del hogar y al niño en los de un trabajo prácticamente esclavo por un jornal miserable. Seamos realistas.
Y tercero y último. Yo no digo que el matrimonio infantil no les genere problemas añadidos a las niñas además de aquellos por los que pasan lo niños, lo que digo en que en ningún caso son achacables al machismo, al desprecio del hombre por la condición femenina por parte de los varones como se pretende vender.
Son achacables a la pobreza, el atraso y la miseria, a la falta de respeto por la condición humana en las élites económicas -mujeres y hombres- de esas sociedades, que consideran a los demás esclavos suyos por nacimiento.
Que una niña muera en un parto temprano no se debe al machismo ni al patriarcado igual que el hecho de que un niño muera porque le colocan un Ak 47 entre las manos a los ocho años y le mandan a hacer la guerra en la jungla no se debe al terrible sexismo impuesto por un matriarcado. Y no comprendo porque si resulta tan fácil ver lo segundo siempre se ponen pegas al reconocimiento de lo primero.
Y para terminar. Creo que lo de la educación de ellos y ellas está bien para que no reproduzcan los males de sus abuelos y abuelas pero hace falta otra educación. La nuestra.
Para que no reproduzcamos los vicios de nuestros abuelos y abuelas que generan un sistema que condena a esas zonas a la miseria, la falta de recursos y la ausencia de educación para que nosotros podamos seguir disfrutando de un mundo avanzado y libre.
¿Crees de verdad que, si dispusieran de ese 75 por ciento de los recursos del mundo que el mundo occidental despilfarra, padres y madres seguirían vendiendo a sus hijas y a sus hijos?, ¿crees que si su esperanza de vida se multiplicara por tres hasta alcanzar la nuestra seguirían casándose a los doce o los quince años?
La respuesta a esas preguntas no solo te dará la medida de nuestra responsabilidad en esa situación sino que además te contestará que el machismo no tiene nada que ver con esas decisiones. Que es lo que yo quería defender en este texto.

Tu economista de cabecera dijo...

Espectacular, Devil. Alguna cosa de las que dijo Mari Manu me hizo reflexionar y dudar pero tu lo has vuelto a hacer diáfano.

Me considero una persona que tiene vista aguda, pero dentro de esta niebla de manipulación mediática donde se mezclan hechos con elucubraciones que no se desprenden de los mismos, para beneficiar a las ideologias que en cada momento interesse...

... un rayo de sol que ilumina el entorno es siempre muy de agradecer.

INDIANA dijo...

Efectivamente: es la tiranía de las élites lo que retrasa y aplasta el avance de las gentes, en favor de los miembros de esas élites.
De este modo, el feminismo se ha convertido en la última tiranía, epígono de las ideologías tiránicas que fracasaron antaño: el marxismo y su primo hermano, el nacional socialismo.

Tu economista de cabecera dijo...

Eso es, ahora sólo nos queda desprendernos de la tiranía del capitalismo salvaje, que nos considera trozos de carne rentables o no rentables segun las circunstancias y prescindibles o no prescindibles, en consecuencia.

Yo creía en que se podía llegar a una "entente cordiale" llamada "estado social de mercado". Ahora se ve que sólo era una careta amable que se pusieron mientras les convino. No sé si prefiero cualquiera de los otros dos que mencionas, al menos ellos tenían otra lógica más humana que dejarte morir de hambre si no les eras rentable.

Mari Manu dijo...

El feminismo por si mismo no es bueno ni malo, ni la religión, ni la política... Igual que un chuchillo sobre una mesa no hace nada, en manos expertas puede salvar una vida y en otras manos puede destrozarla. Todo "ismo" es muy peligroso cuando llega a ser demasiado extremo.

Tu economista de cabecera dijo...

El feminismo es bueno. Teóricamente bucas alcanzar la igualdad en derechos, deberes, salarios, etc., entre el hombre y la mujer, lo que es loable.

El problema es que nos hemos pasado de frenada y el feminismo ha evolucionado a hembrismo, que es la búsqueda de la supremacia de la mujer, y eso es lo que estamos sufriendo, a través de las manipulaciones de las leyes y de la vision manipulada y sectaria que nos dan los Medios a través de la presion que consiguen sus lobbies de la "casta" de las "feministas profesionales".

Lamentablemente, a este Hembrismo lo llaman Feminismo ahora. Algo de lo que muchas de las feministas históricas han renegado.

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