Soy consciente de que lo que voy a escribir en este post -y los que le siguen- será desechado por muchos antes de que llegue a la segunda línea, pero supongo que es es mi sino. Hoy, en plenas navidades, toca hablar de la cristianofobia.
Que ¿qué es eso?. Pues veamos, seún los teorícos vaticanos, concretamente monseñor Manberti -curioso personaje, el ministro de asuntos exteriores vaticano- es algo como esto: "La cristianofobia consiste en un conjunto de comportamientos agrupables en tres ámbitos. Una educación equivocada, o incluso la desinformación sobre los cristianos y su religión, sobre todo a través de los medios; la intolerancia y la discriminación sufrida por ciudadanos cristianos, especialmente a causa de legislaciones o actuaciones administrativas respecto a quienes profesan otras religiones o no practican ninguna; y la violencia y la persecución".
Parece exagerado pero no lo es. Erróneo sí, pero no exagerado. Y antes de que los anticlrericales acérrimos y viscerales se rasguen las vestiduras ante lo de que no es exagerado y los ultramontanos fanáticos protesten por lo de erróneo, es posible que sea conveniente que sigan leyendo. Lo más probable es que ni unos ni otros lo hagan, en cualquier caso.
No es exagerado porque es cierto. El catolicismo -no hablo del cristianismo en general, sino del catolicismo- no es precisamente muy popular en estos días. No lo es en el mundo islámico, no le es en el mundo oriental y no lo es en esta evolución social nuestra que se da en llamar la Civilización Atlántica.
Empecemos por el principio. La cristianofobia del mundo islámico no tiene nada que ver con la del mundo oriental ni con la del mundo occidental. Una vez más, Roma cae en su error secular de meter todo en el mismo saco para ganar la fuerza del número. Y una vez más con eso pierde parte de la razón.
La cristianofobia en el mundo musulmán se centra en el concepto de intolerancia religiosa. Una intolerancia religiosa alimentada por los más oscuros intereses que van, desde el control político de los jeques petroleros hasta la locura religiosa de los Allatolahs iraníes, pasando por las ansias de poder de los sicarios del terror como forma de gobierno -leasé grupos terroristas yihaidistas.
La intolerancia en el mundo musulman viene motivada por la religión y el medievalismo. Cuando el Occidente Cristiano -el vicario Ratzinger ha repetido hasta al afonía el concepto de Occidente Cristiano cuando le ha venido bien- les ataca -con o sin razón, ese es otro asunto- el impulso nacional les hace buscar un enemigo común.
Ya no puede ser Estados Unidos y el manido imperialismo yankie porque no son sólo Estados Unidos los que atacan, ya no puede ser el monstruo capitalista, que en el mundo musulman nunca fue el enemigo, porque ellos no tienen nada en contra del sistema capitalista -no aparece ningún bosquejo ni siquiera lejano en El Corán ni en sus evoluciones ni desviaciones posteriores sobre algo parecido al comunismo económico, algo que, por otro lado si podría interpretarse de algunos textos evangélicos-, así que el único elemento común que se encuentran es la condición de Occidente cristiano.
En un entono medieval, en el que el fanatismo religioso milenarista es moneda de cambio común y lleva a sus líderes y sus poblaciones incluso a enfrentarse entre ellos -chiies contra sumnitas-, el recurso al odio religioso es tan habitual que la cristianofobia prende como la polvora.
El hecho de que los dos aciagos Bush inicien sus campañas contra Irak bajo el nombre de cruzada no ayuda. El hecho de que que el mismo papa que ahora llora amargamente en la misa del gallo por el aumento de la cristianofobia recite en un discurso incendiario en Ratisbona los males que ha traido el islam al mundo ayuda menos, el hecho de que los soldados estadounidenses de los campamentos en suelo irakí recen responsos y salmodien antes de iniciar sus operaciones de castigo sobre Tikrit, Basora, Mosul, Kirkuk, As Sulaymaniyah o Irbil no ayuda en absoluto.
En una sociedad medieval, dominada por el concepto teocrático y religioso de la existencia, no basta explicar la separación entre lo religioso y lo político. Hay que demostrarlo.
Cuando muchos paises condenan y rechazan abiertamente una guerra -por los motivos que sean, pero lo hacen-, cuando millares, sino millones, de ciudadanos en los paises participantes rechazan esa guerra por injusta e innecesaria, Roma no abre la boca. La lamenta pero la considera "necesaria".
No se desmarca del concepto de cruzada que imponen los Bush en sus discursos, de las declaraciones de Aznar sobre las disculpas que debería pedir El Islam a occidente, de las misas y oraciones del Cuerpo de Marines en las afueras de Bagdad, no denuncia ni critica que medio Occidente se ría de caricaturas sobre Mahoma -cuando si lo hace, por cierto, cuando unos cuantos cientos de personas contemplan una exposición que ella cree ofenciva para Cristo-.
No se preocupa de demostrar que el cristianismo no tiene nada que ver con la guerra, con el ataque. Que es una casualidad. En Occiedente se entiende. Pero en una sociedad medievalizada por el poder absoluto, no; en un mundo controlado por el fanatismo religioso, no; en unas tierras manipuladas por la recuperación intencionada de una historia en la que el cristianismo sí llevó la sangre a los zaguanes de sus casas para que sus guerreros se bañaran en ella y expiaran sus culpas, no se entiende en absoluto.
Para nosotros es algo olvidado, inaplicable. Pero las sociedades de esas zonas viven aún en ese medievalismo -en parte, sólo en parte, porque nuestros intereses han impedido su evolución hacia otras formas de organización-. Para ellos está a la vuelta de la esquina.
Roma y la curia vaticana con el ínclito inquisidor a la cabeza olvida que es bueno para ellos separar la guerra de su concepto de Occidente Cristiano y enciende -con otros muchos factores que no le son achacables- la mecha de la cristianofobia en el mundo musulmán. Así que el mediavalismo, el fananismo religioso, la necesidad de aglutinamiento ante un enemigo común y la equivocada actitud de Roma son los principales factores de eso. El resultado: crisitanos muertos en Siria, en Irak, en Irán Perseguidos en Palestina por Hamas, en Egipto por el mismo Mubarak, al que occidente mantiene en el poder contra el islamismo, etc, etc, etc.
Pero en cuestión de cristianofobia eso no es lo importante. Al menos para Roma, al menos para Joseph Ratzinger.
continuara...
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