Hay circunstancias en las que el secreto nos cercena, nos aleja, nos invade. Y hay veces en las que la ruptura de ese secreto, el conocimiento -aunque sea casual- de ese dato ocultado y negado nos cambia el dolor incurable de la mentira mantenida por el sufrimiento mesurable de la realidad indeseada.
Hoy es uno de esos días.
Veo un interface de visión aérea de un cazabombardero estadounidense. Una imagen de baja resolución en blanco y negro de las calles de un pueblo irakí. Escucho a alguien que habla con esa jerga que han hecho típica las pelis hollywoodienses de alfa, tango, delta y eco Charlie.
Y el tipo decide bombardear una furgeneta aunque no sabe quien la conduce, de donde viene y hacia donde va. Cierto es que el tipo lo pregunta varias veces a alguien -que deben ser sus mandos- pero no recibe respuesta y lo hace.
Buenos dias, estoy en Wikileaks.
Así las cosas, acudo a la red dispuesto a ver qué ha pasado con ese incidente -o con cualquier otro que se refleje en la página- y me encuentro que no pasa nada. Nadie cuestiona lo que ha hecho el piloto, nadie pregunta la identidad de los que conducían la furgoneta, nadie quiere saber quien es él que ordenó el bombardeo preventivo y "por si acaso" son terroristas que huyen.
Se habla de Wikileaks y mucho. Pero se habla del acoso a dos secretarias suecas -¡Temblad, Landa, Esteso y Pajares, vuestros días de libertad han acabado!-, se habla de Assange y de un posible juicio por esos cargos, se habla de clausurar la página, de impedir el acceso desde Estados Unidos, de quitarle alojamiento dentro de las fronteras de la motrópoli del Imperio Atlántico.
Pero el piloto sigue en su casa, el general sigue en su centro de mando, la chatarra calcinada de la furgoneta sigue en el desguace y sus ocupantes siguen muertos. Y nadie habla de eso.
Nuestra capacidad -y la de nuestros gobiernos- para la esquizofrenia bipolar de personalidad dividida está alcanzando proporciones titánicas. Titánicas por lo inmmenso de su magnitud y por lo destructivo de sus consecuencias.
¿Por qué se va a cerrar Wikileaks?, ¿Por qué se persigue a su fundador y rostro público? ¿Por qué se inventan o se magnifican todo tipo de delitos para hablar de él sin hablar del contenido de Wikileaks?
Antes de que los profetas de las conspiraciones me asalten con los relatos más rocambolescos, antes de que los antiimperialistas me persigan con diatribas antiyankies, antes que los pacifistas me inunden con invectivas, nada pacíficas, por cierto, sobre el complejo militar industrial, los amos de la guerra y el negocio de las armas, repetiré la pregunta.
¿Por qué?
Más allá de lo que ya es obvio y evidente. Más allá de lo oculto, que a estas alturas, ya es también evidente. Hay un porqué que no queremos valorar, que preferimos ignorar.
Porque nuestros gobernantes actúan con el mismo egoismo esquizoide que nosotros. Porque nosotros se lo pedimos, porque nosotros se lo exigimos. Aunque estemos en contra.
el gobierno estadounidense y el senador independiente Lieberman -me rio yo de la independencia dealguien que comparte apellido con el ministro de Asuntos Exteriores israelí- van a cerrar Wikileaks por una sola causa. Seguridad. Seguridad Nacional, pero seguridad al fin y al cabo.
Parece un contrasentido propio de políticos y dirigentes. Criticamos a China porque censura, cierra y manipula páginas de Internet pero nosotros cerramos Wikileaks, hacemos lo mismo por idéntico motivo por el que lo hacen los chinos, por lo que lo hacen los marroquies, por lo que lo hacen los isrealies o incluso por el que lo hacen los iraníes o los escondidos miembros de Al Qaeda. Por seguridad.
La Seguridad nacional de China depende de que su pueblo no escuche a sus disidentes ni a sus críticos, la de Israel de que se desconocan sus operaciones encubiertas o lo que piensas sus soldados de nombre Eden, las de Irán de que todo el mundo conozca y sólo conozca los preceptos del Islam, la de Marruecos y su rey de que nadie escuche al Polisario. Y la seguridad de Al Qaeda depende de sembrar el terror y que todos sepan que está en condiciones de seguir dispersándolo por el mundo.
Así que hacemos lo mismo que otros hacen por idénticos motivos a nosotros. Por Seguridad Nacional. Ellos no pueden hacerlo y nosotros sí. Pero los políticos hacen lo mismo que nosotros. No son diferentes de nosotros. Hacen lo que han aprendido a hacercuando simplemente eran ciudanos corrientes.
Nosotros no hablamos de nuestras vidas, escondemos nuestros errores, nuestras carencias, nuestros problemas. Esa es nuestra seguridad.
Pero luego nos regodeamos en el conocimiento de las de los demás, dedicamos conversaciones enteras a ellas, las escuchamos y las atesoramos -eso si no formamos parte del Wikileaks privado que cada uno tiene especializado en divulgar los secretos de su entorno-. La seguridad de los demás no nos importa más que lo que las de Pekin, Teherán o Rabat le preocupan a Washington.
Es esa bipolaridad, ese egoismo dimçorfico con respecto al secreto lo que permite que el gobierno estadounidense valore cerrar Wikileaks al tiempo que se queja porque el gobierno chino censura todo lo que le viene bien censurar. Es igual que la nuestra.
Y con toda esa duplicidad de criterios, con esa forma tan nuestra de hacer las cosas, hemos olvidado lo esencial, lo importante. La auténtica realidad de esta situación. El problema no es Wikileaks ni lo que cuenta. El auténtico problema es el general, el bombardeo, los muertos y el piloto.
El problema no es contar los secretos es crearlos.
Los gobiernos se niegan a darle claridad a sus acciones como nosotros nos negamos a darselas a las nuestras. Por eso ninguno queremos a Wikileaks en nuestras vidas, aunque no gusté que esté en las de otros.
Los insurgentes irakies no dejarán de planear ataques contra estadounidenses, los estudiantes chinos no dejarán de tirar piedras contra su gobierno, los iraníes no dejarían de emigrar de forma masiva no si Wikileaks no contara las verguenzas de sus gobiernos. No lo harían si sus gobiernos no comentieran esas vegüenzas.
Nuestros gobiernos, como nosotros, creen que pueden hacer lo que estiman oportuno sin tener en cuenta lo que eso ocasiona en otros. Y luego, cuando perciben las posibles consecuencias adversas -para ellos, que no para los otros actores del drama- recurren al secreto, a la ocultación para evitarlas. Y así el malo es el que lo cuenta, el que le da a todos los involucrados el arma para reaccionar ante la realidad que nosotros por conveniencia, por miedo -o inculso por una cuestionable piedad- hemos ocultado. El es el riesgo no aquellos que lo han hecho o que lo hacen. No nosotros.
Así, lo reprochable es sacar a luz historias y acciones que pueden traer consecuencias nefastas y generar reacciones dolorosas. No haberlas perpetrado -en lo político o en lo personal-. Ojos que no ven...
Pero hay que reconocer que, en este asunto de Wikileaks, el gobierno estadounidense está yendo incluso más allá -y es dificil- de nuestro propio egoismo esquizoide. Ahora el Fiscal General de los Estados Unidos pretende procesar a Assange por una ley de espionaje de 1917.
Creo recordar que la definición de espionaje -en terminos militares- era algo así como "actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva para transmitirla a sus enemigos o rivales".
Parece que el Fiscal General de Los Estados Unidos de Ámerica considera a todos los estadounidenses enemigos del Estado -porque para ellos está hecha Wikileaks-. Cosas de la Seguridad Nacional.
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