Dice el autor clásico que "esconder las acciones es así el modo más sencillo de ponerlas a los ojos de todos. Pues allí donde debería haber la luz de lo hecho, los ojos de las gentes perciben una negra oscuridad, un vacío que atrae la mirada mucho más que la luz más intensa".
Poco podía saber el bueno de Mateo Alemán que su pícaro Guzmán de Alfarache iba a dar en el clavo de la política universitaria de nuestro gobierno realiza unos cuantos siglos después.
Mientras la universidad pública agoniza por los recortes desmedidos, pasa frío por la falta de celeridad en los pagos estatales y pierde los papeles -para fotocopias- por la reticencia del Estado a hacer efectivo el pago de los dineros que la adeuda, las acciones del ínclito Wert y la política universitaria que lleva a cabo se hacen cada vez más clara.
Dicen que la Universidad está sobre dimensionada, que por eso hay que recortarla, que si se racionalizara y se hiciera más pequeña eso no ocurriría. Y puede que tengan razón, puede que su defensa de gambito fuera aceptable si sus acciones, ocultadas en los dictámenes de los gobiernos autónomos no se hicieran visibles.
Lo que Wert recorta, lo que quita día tras día a la Universidad sus espejos autonómicos lo dan más en silencio, con menos pompa y circunstancia, sin ninguna alharaca
Pero la silenciosa presteza de Catalá en Valencia no nos evita ver que se aprueba la creación de un nuevo campus en Alicante, que se permiten nuevos grados en otras dos universidades levantinas; la proverbial sobriedad castellano-leonesa no impide que se observe que se da licencia para una nueva Universidad no presencial, que se cede un terreno para un nuevos campus universitario en Valladolid
¿Pero no estaba la universidad fuera de límites, sobre dimensionada?, ¿por qué entonces se siguen abriendo universidades?
La respuesta es tan simple que por más que las acciones se quieran ocultar se hacen claras. Todas las universidades que se abren, todos los campus y grados que se autorizan todos los terrenos que se ceden son para la iniciativa privada. Todos y cada uno de ellos.
Y entonces es cuando otros muchos actos ocultos atraen la mirada.
Mientras se niegan las aportaciones financieras para aumentar -o solo relevar- el profesorado de la pública,el Consell valenciano permite que la Universidad Pompeu Fabra -privada- incumpla sistemáticamente la obligación de que un 50 por ciento de su profesorado sea fijo, mientras se niegan dineros, espacios y recursos para ampliaciones de universidades publicas se ceden terrenos a los jesuitas vallisoletanos para que levanten su universidad, mientras se cierran facultades, se eliminan estudios y se compactan grados en la universidad pública, se conceden licencias a universidades que imparten grados y estudios que ya se dan en la pública o precisamente aquellos que han desaparecido por mor de los recortes.
Así que esos actos, de los que el gobierno no se jacta, que pretende ocultar en las páginas más densas de los boletines oficiales de las autonomías comienzan a brillar con luz propia.
La luz de una estrategia que no pretende re dimensionar ni racionalizar la Universidad Pública, pretende cercenarla para que la Universidad privada ocupa su lugar.
Y entonces el recorte, la supresión de las becas o el aumento en la tasa de los másteres dejan de ser una acción de gobierno para transformarse en en una estrategia de mercado. No es locura recaudatoria, es mercadotecnia.
Porque todos esos aumentos, todas esas imposiciones, hacen que el precio de la universidad pública se iguale cada vez más con el de la privada, hace que los alumnos sientan la tentación de ir a la privada porque todo aquello que les daba la pública, que les garantizaba, ya no existe, se ha perdido ha sido robado para que esa falta de recursos repercuta en beneficio de las empresas privadas que han hecho de la educación universitaria su negocio.
De nuevo el gobierno del Partido Popular oculta tras sus recortes una segunda acción que nada tiene que ver con el Gobierno ni con la sociedad ni con los intereses generales. Una acción que solamente busca el beneficio económico de un sector que les apoya y les mantiene en el poder.
Independientemente de que la mayoría de estas universidades privadas sean católicas -lo cual también es un rasgo sectario- el proceloso Wert y el gobierno que le ha colocado en ese ministerio no buscan mejorar la universidad, no buscan hacerla más útil. Buscan simplemente venderla a la iniciativa privada.
Como la Sanidad, como nuestros derechos laborales. Como toda la sociedad.
En Valencia, mascarón de proa para desgracia de los valencianos de las políticas del PP, ya habrá dentro de un dos años más universidades privadas que públicas, en todo el país hay 50 universidades públicas desde hace dos décadas pero ya hay 31 privadas y siguen creciendo. Así hasta que el mayor número de universidades privadas justifique incluso, en la mente de los gobernantes genoveses, el cerrar las públicas porque "la demanda ya estará garantizada".
Y ahí es donde reside el meollo de la cuestión.
"Si se siguen abriendo universidades privadas será porque ven mercado", dice una consejera de Educación. De nuevo lo importante no es la sociedad, ni la educación, ni el futuro, es simplemente el mercado. Ese mercantilismo a ultranza que hace que el emporio genovita nos esté dividiendo por partes para luego vendernos mejor.
No es de extrañar que vean mercado. Wert, su ministerio , su gobierno y el partido que lo sustenta están haciendo todo lo posible para crear ese mercado y ponérselo en bandeja.
Y para quien piense que, mientras haya universidades, da igual que sean públicas o privadas, solamente un dato final.
El 99% de la investigación científica y técnica se realiza en la Universidad Pública. Es de suponer que tiene que desaparecer. No está adaptada al mercado.
Mateo Alemán tenia razón. Por más que intenten esconderlo, nos obligan a mirar en esa dirección y al final se ve bastante claro.