Hay personas que deberían llevar un especiero colgado de la espalda para poder condimentar al gusto sus palabras antes de tener que ingerirlas. Y una de esas personas es sin duda Alberto Fabra, presidente y principal dolor de muelas de la Comunitat Valenciana
Cuando el ínclito Fabra fue abucheado por esos potenciales terroristas antisistema de seis años atrincherados tras la verja de alambre de un colegio por quitarles los dibujos animados y cerrarles Canal 9, el presidente valenciano recurrió a la tragedia de telenovela venezolana y con los ojos fijos en la cámara aseveró que "no cerraré un colegio o un hospital para mantener abierta la televisión valenciana".
Bueno pues su dramático momento pasó, su elección shakespiriana se diluyó. Porque ahora, con RTVV cerrada a cal y canto, con sus profesionales despedidos, a Fabra no le tiembla el pulso para cerrar colegios.
Y no uno. Tres y subiendo.
Gandía, Monovér y Torrevieja se han quedado sin un colegio porque la mano de Fabra en Educación, María José Catalá, así lo ha decidido en un "arreglo escolar" publicado con nocturnidad y alevosía en plenas vacaciones de navidad para que los centros, los consejos escolares y los afectados en general no puedan siquiera organizarse para presentar las alegaciones.
Como Catála teme a un grupo de padres protestando ante su consejería mas que a la ira de dios -y debe temer mucho al altísimo porque no hace otra cosa que ofrecerle lo público en sagrado holocausto para apaciguarle-, cierra el plazo de alegaciones el dos de enero, cuando todavía las uvas nos recorren el intestino grueso, y deja a niños obligados a ir a otro colegio y a profesores sin plaza obligados a volver a hacer unas oposiciones que ya hicieron en su día para conseguir una nueva plaza.
Y dicen que se cierran estos colegios por el descenso de la natalidad y mantiene que se debe a la reducción de la inmigración y es posible que en parte sea cierto. Pero el descenso de la natalidad en España no justifica que se eliminen 190 aulas de educación infantil en toda la Comunitat Valenciana. Y no debe tratarse de la inmigración porque los colegios de los barrios en los que más asentada está la población de origen extranjero, como la Malva-rosa, que tienen demanda de infantil también pierden sus aulas de infantil.
¿Qué les pasa entonces a Catalá y a Fabra?, ¿han decidido que las madres y los padres enseñen a los niños en sus casas hasta la escolarización obligatoria?, ¿han confundido el papel en el belén educativo que están liando en Valencia y se han disfrazado de Herodes?
Por supuesto ellos no contestan. El arte de no contestar es uno de los que mejor dominan los políticos valencianos del Partido Popular pero en realidad está claro.
Catalá dice que no son recortes. Y por una vez tiene razón. No son recortes, son trasvases.
Lo que la Consejería está haciendo es trasvasar alumnos de la enseñanza pública a la privada por la puerta de atrás, a empujones, por orden de la autoridad.
Porque si cierras aulas de infantil en lo público, si cierras colegios públicos, en zonas en las que lo único que hay como alternativa son colegios privados concertados, los padres terminarán optando por llevar a sus hijos al concertado en lugar de tener que recorrerse media ciudad para llevarlo a otro público.
Aunque no estén de acuerdo con el ideario del centro, aunque se tengan que tragar unas clases de religión que no desean. Lo harán porque no les quedará otro remedio.
Y eso es lo que está paando o lo que Catalá quiere que pase.
En el barrio de El Cabanyal de Valencia solo existe un centro público, Les Arenes, por tres privados. El propósito de la Administración es suprimir en aquél un aula de infantil, tras la eliminación de otra el curso pasado ¿a donde irá el alumnado de infantil que se quede sin plaza en ese solitario y recortado centro público?
Obviamente su primera opción serán los privados concertados. Su primera y única opción.
Y lo mismo es Torrent, en Xativa o en muchas localidades, donde los centros públicos son obligados a cerrar aulas mientras que los privados concertados aumentan sus unidades de infantil.
Si no hubiera niños suficientes, los colegios privados concertados no aumentarían sus unidades de infantil, si no hubiera bastante dinero, la Consellería no podría firmar conciertos con esos centros por sus aulas de infantil al igual que está cerrando las de los públicos.
Como lo que no hay es vergüenza, Catalá y sus huestes trasvasan de forma artera alumnado de la enseñanza pública a los centros concertados religiosos -sí, son religiosos, por si quedaba alguna duda al respecto- a fuerza de cerrar unidades de infantil en los centro públicos para forzar a la población a optar por los centros concertados. Para que su negocio y su evangelización prosperen al mismo tiempo a costa de la libertad educativa de los valencianos.
"Dejad que los niños se acerquen a mi", decía su profeta galileo. "Y si no se acercan cerradles el cole", apostilla María José Catalá.
Obviamente su primera opción serán los privados concertados. Su primera y única opción.
Y lo mismo es Torrent, en Xativa o en muchas localidades, donde los centros públicos son obligados a cerrar aulas mientras que los privados concertados aumentan sus unidades de infantil.
Si no hubiera niños suficientes, los colegios privados concertados no aumentarían sus unidades de infantil, si no hubiera bastante dinero, la Consellería no podría firmar conciertos con esos centros por sus aulas de infantil al igual que está cerrando las de los públicos.
Como lo que no hay es vergüenza, Catalá y sus huestes trasvasan de forma artera alumnado de la enseñanza pública a los centros concertados religiosos -sí, son religiosos, por si quedaba alguna duda al respecto- a fuerza de cerrar unidades de infantil en los centro públicos para forzar a la población a optar por los centros concertados. Para que su negocio y su evangelización prosperen al mismo tiempo a costa de la libertad educativa de los valencianos.
"Dejad que los niños se acerquen a mi", decía su profeta galileo. "Y si no se acercan cerradles el cole", apostilla María José Catalá.
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