jueves, enero 02, 2014

Wert inaugura su master universitario en miseria

Aquellos que ejercen el poder siempre han cometido el error de vivir en la inmarcesible burbuja del momento presente, de arrojarse a sus ideologías y sus acciones como diría aquel como si no hubiera un mañana.
Pero, aunque no sepamos como o cuando llegara, siempre hay un mañana -con permiso de las radiaciones solares, las glaciaciones y El Apocalipsis, claro está-. Y ese mañana ha llegado a la educación universitaria española. 
Ese mañana que demuestra que los acusados de profetas capciosos, de derrotistas de izquierda y de furibundos antisistema agitadores no eran tales; que aquellos a los que el soberbio y pagado de sí mismo ministro Wert despreciaba en sus augurios tenían razón. 
Hoy, cuando el futuro pronosticado se hace presente, un diez por ciento más de los alumnos universitarios están al borde de la exclusión académica por un simple hecho: no tener dinero.
La política de becas y de tasas universitarias, diseñada por Wert y su cohorte para cargar a la educación universitaria con los costes de una austeridad obligada por algo que nada tenía que ver con ella, está empezando a dar sus frutos.
La supuesta búsqueda de la "excelencia" universitaria que le hizo pasar la guadaña bajo los pies de los estudiantes becados y cargar con el peso de una aumento de un 67% de las tasas los hombros de todos los demás comienza a demostrar lo que realmente es.
Solamente en la Universidad Autónoma de Barcelona han dejado de pagar las tasas 1.772 alumnos, en la Complutense de Madrid entre 3.100 y 3.550 y la lista sigue hasta sumar cerca de 40.000 alumnos. 
Y esos alumnos están fuera o lo estarán en breve. En la Complutense ya ni siquiera tienen acceso a la intranet educativa, en la Autónoma de Barcelona están haciendo equilibrios -amparados en las competencias autonómicas- para poder mantenerlos y así en todos los campus del país, de Valencia a Sevilla, de Toledo a Santiago.
Y no están fuera porque no alcancen la "excelencia", no dejan de pagar las tasas porque sean ninis que se hayan gastado el dinero de sus acomodados padres en jaranas y desenfrenos nocturnos y hayan acumulado cero tras cero en sus actas de calificaciones. Sencillamente van a perder su opción de estudios universitarios por ser pobres.
Rectifico, están perdiendo ya su opción de tener estudios universitarios por ser pobres.
Así que aquellos que desde los foros y las cuentas virtuales de apoyo al Partido Popular y al egregio Wert -parece increíble pero son como las meigas gallegas: haberlas, hailas- hablaban de la cultura del esfuerzo y de potenciar la excelencia educativa ahora permanecen mudas, ahogadas en el silencio culpable de haber comprado una explicación que sabían falsa y de haber vendido una solución que solamente era crear otro problema.
Los sindicatos de docentes lo pronosticaron, los sindicatos de estudiantes lo denunciaron, los consejos de rectores lo avisaron, pero Wert, que necesitaba el dinero para otras cosas, para pagárselo a un torero, para restaurar iglesias o para costear los sueldos de los profesores de religión, se mantuvo en sus trece, se enrocó en la absurda explicación deque una beca se le debe dar solo a los que sacan una determinada nota sin atender a sus condiciones económicas.
Encastrada entre una Reforma Laboral que reduce los ingresos de los padres y madres de los estudiantes y que imposibilita a los jóvenes el acceso al mercado laboral con cinco millones de parados y unos recortes sociales que hacen que las familias pierdan poder adquisitivo por tener que costear gastos que antes no tenían, desde el copago sanitario hasta los comedores o los libros escolares, la política de becas y tasas universitarias no consigue que nuestras universidades están llenas de "Einsteins" y "Friedmans". Solamente logra que se vacien de pobres.
Y así nuestros campus inician una nueva enseñanza, un nuevo máster en miseria, un nuevo postgrado en exclusión económica.
Y para más bochorno y sinrazón, ni siquiera ha solucionado su problema de dinero, que es lo único que parece importarle a este gobierno que ha convertido el arcano del déficit público en el becerro de oro al que adorar en su travesía por el desierto.
Porque las tasas subieron para recaudar más, para exprimir más a una sociedad que no era la culpable de las deudas gubernamentales, pero que se decidió que era la encargada de sufragarlas.
Pero en un solo año el incremento del dinero que los estudiantes han dejado de pagar: es de 2,5 millones de euros, un 50% más que el ejercicio anterior, según datos de los propios campus. Y La diferencia de porcentajes se debe principalmente a un factor: al fuerte encarecimiento de las matrículas.
Como les pasara con el IVA, como les ocurriera con el copago sanitario, en las tasas universitarias les está acuciando el mismo contraefecto. En su obsesiva voluntad de cuadrar sus cuentas -no las de los ciudadanos y la sociedad española, las suyas- olvidaron, ellos que son tan de libre mercado y capitalismo. una de las reglas básicas del sistema económico que se niegan a cambiar aunque esté agonizando: cuando no hay dinero no hay gasto.
Si me suben el IVA y no puedo comprar no compro, si no puedo  pagar mi parte de los medicamentos no me los tomo y recurro a las cataplasmas y las rogativas. Si no tengo dinero para pagar las tasas no planto un árbol de dinero y lo hago dar frutos. Simplemente no las pago porque no puedo hacerlo.
Así que ahora pierden más dinero que antes, recaudan menos que antes y las cuentas les cuadran menos que antes.
Pero eso sí, están logrando el que probablemente es su objetivo primario. Una universidad elitista en la que solamente pueden estudiar los que pueden pagárselo. O sea los que son de los suyos.

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