Lo bueno que tiene levantarse pronto aunque no lo necesites es que, aunque el goce tardío e inesperado del puente, te haya ocupado parte de la noche puedes dedicar parte de la temprana mañana a observar el mundo, a mirarlo e intentar comprender lo que sucede en él.
Hay ocasiones en que un solo hecho, un solo dato, se convierte en un rasgo esperanzado de cambio y mutación en asuntos en los que parecía que ese cambio era imposible. De repente te encuentras que más de la mitad de las sentencias de divorcio en Aragón reconocen la custodia compartida y la imponen en el momento de la ruptura judicial.
Ese dato, ya de por sí es esperanzador para lograr frenar hasta detener su velocidad a cero esa impronta sexista y discriminadora que marcó la transición por la cual era una verdad evangélica no sujeta a exégesis el hecho de que la portadora inalienable de las custodias era la mujer hasta que no se demostrara lo contrario.
Ta dan ganas de mudarte a Benasque -además de por el pollo montañés que recuerdas haber comido allí alguna vez-.
Pero incluidos como una extensión inciso, como esos párrafos que apuntalan o apostillan lo importante de una información, lo que el autor de la misma quiere resaltar, está los datos que te hacen percibir no sólo que las cosas cambian, sino el motivo de esos cambios.
“Los juzgados han experimentado un "importante" aumento de la carga de trabajo, ante el incremento del número de solicitudes, ha explicado el consejero.
De hecho, la elaboración de los informes psicológicos por parte de los profesionales para evaluar cada caso sufren un retraso de hasta ocho meses que ha provocado que actualmente haya más de trescientos documentos pendientes de redactar.
Para "desbloquear" este "colapso", el Gobierno de Aragón ha contratado una empresa para que durante un año realice estos informes y ha aumentado el número de plazas destinadas a psicólogos con el objetivo de agilizar los trámites"
Parece un anodino relleno informativo pero en su parte final se esconde el meollo de la custodia compartida, el centro neurálgico del motivo que ha estado llevando a los menores a ser privados de sus padres, que ha hecho que el sistema consagrase la custodia materna como solución universalmente injusta a los problemas familiares que supone un divorcio: los informes psicológicos.
El emporio ideológico que defiende la segregación sexual del hombre en la familia, privándole de sus hijos como acto vengativo y jugando con ellos como en un mercado de valores para obtener beneficios económicos, de repente ha perdido una de sus más importantes huestes, una de sus unidades de intervención táctica más entrenadas y fiables: las psicólogas -y los, que también hay alguno-.
El postfeminismo radical que abomina de la custodia compartida por lo que, en lo victimista y en lo económico, pierde la mujer, no por lo que gana el menor, ha perdido en el Reino de Aragón de los informes psicológicos de los menores.
Y eso es como ver arder ante Troya todas las armas de asedio de los griegos.
Aragón acuciado por las solicitudes y sobrepasado por el número de hombres que querían ejercer la custodia compartida -lo cual no deja de resultar sorprendente si se tiene en cuenta que según la realidad inventada por el radicalismo anti masculino ningún hombre quiere hacerse cargo de sus hijos- ha tenido que tirar de una empresa privada para elaborar los informes psicológicos de los menores.
Y cuando la ética profesional neutral ha entrado en juego resulta que la inmensa mayoría de los informes han sido positivos, han exigido, de hecho, la custodia compartida como forma de preservar lo más posible al menor de la ruptura afectiva de sus padres.
¿Será que todos los hombres aragoneses son gentes responsables y el resto de los hombres españoles no?, ¿será que nacer en el reino del rey Fernando que fue capaz de mantener sus derechos reales ante la aglutinadora Isabel de Castilla les hace más resistentes a la presión femenina?
Me temo que aunque suene muy épico y estético no es nada de eso. Solamente se trata de que los informes objetivos imponen el sentido común que todos sabemos que existe pero que el sistema vigilado y controlado por el postfeminismo radical impedía que aflorara.
Porque los informes psicológicos eran el arma fundamental para apartar al padre de la carrera -que nunca debió convertirse en eso- por la custodia de los hijos. Porque no existía la obligación de elaborar un informe neutral y los jueces decidían y siguen decidiendo según los informes de parte.
Y ahí, justo en ese punto, es donde los comando psicológico del postfeminismo agresivo, para asegurar la victoria dinamitando el único puente que unía al hombre con sus hijos.
Psicólogas apartadas de colegios profesionales por realizar informes falsos, informes presentados con párrafos calcados de otros presentados meses antes, informes realizados sin haber explorado al menor, falsas acusaciones de malos tratos a los menores basadas en testimonios no dados por los pequeños, grabaciones que demuestran la insidiosa presión de la psicóloga que explora para lograr que el niño diga que no quiere estar con su padre, descripciones tendenciosas de los motivos del divorcio que construyen en la mente del menor la idea de que su padre es culpable de lo mal que se siente por haberse divorciado...
Todos esos casos, juzgados y condenados y presentados en los periódicos -en páginas interiores, eso sí-, son la punta de lanza del motivo por el cual los informes psicológicos eran la herramienta. Son el ejemplo de lo que pasa en España y por mor del azar o la necesidad ha dejado de ocurrir en Aragón.
Eso es lo que explica que el 78 por ciento de los informes psicológicos presentados en los procesos de custodia sean, según datos del Consejo General del Poder Judicial, informes de parte y el 97 por ciento de ellos recomiende la custodia unitaria de la misma en manos de la madre.
Como en otros muchos ámbitos de la vida y de la realidad el postfeminismo ha perdido el foco y solo contempla a las bestias agresivas que cree que son aquellos a los que considera sus enemigos, los hombres. Y las psicólogas vinculadas a las asociaciones, a los colectivos feministas de militancia y presión y al aparato postfeminista en general han renunciado a su profesión en favor de su lucha, han cambiado su ética por su victoria. Han desistido del esfuerzo de buscar lo que hay en la mente de un niño para sustituirlo por el más provechoso trabajo de poner en la mente infantil aquello que les viene bien y si esto es muy costoso simplemente inventar que lo tiene.
Y hasta que Aragón sacó de sus manos ese poder no había nada que hacer al respecto. Porque esas psicólogas trabajaban gratis para las mujeres a través de asociaciones que pagamos todos -incluido la pareja que se divorciaba de ella- a través de subvenciones gubernamentales.
Y la otra parte estaba abandonada a sus recursos, unos recursos ya mermados por el pago de dos casas, el sostenimiento propio y de sus hijos y en ocasiones hasta el sostenimiento parcial de aquella de quien se divorciaba.
Y por si alguien lo duda no hay nada más que ver la memoria de la Fiscalía del Estado de 2011 en las que se especifica que el 82 por ciento de los informes psicológicos de parte en procesos de divorcio y custodia fueron realizados de forma gratuita a través de convenios. Y ya sabemos con quién y quiénes están firmados esos convenios.
No es que Aragón sea diferente, es simplemente que en las tierras entre el Ebro y los Monegros los psicólogos hacen su trabajo como está mandado, no como manda el agresivo emporio ideológico que considera justo separar a un padre de sus hijos por el mero hecho de que tiene gónadas externas.
Y por eso están nerviosas, se quejan en los medios, que ya no las hacen tanto caso con la que está cayendo en todas partes, y ponen piedras en el engranaje de un sistema que cambia hacia la justicia que siempre habría tenido que tener en el punto de mira de su ciega visión.
"Una de las causas del incremento del número de sentencias judiciales es que la mediación previa que se efectúa con las dos partes para alcanzar un acuerdo, sin necesidad de llegar a los juzgados, no ha funcionado, según ha apuntado Bermúdez de Castro.
En concreto, solo treinta casos de los 56 registrados en 2011 aceptaron pasar antes por el servicio de mediación, y de éstos solo se alcanzó un acuerdo en favor de la custodia compartida en siete familias".
Y en ese párrafo está la nueva estrategia de resistencia ideológica e ilógica a aceptar que la realidad les quita la razón.
Instan a las mujeres que se divorcian y que acuden a ellas para que las ayuden a que no acepten la mediación judicial para la custodia compartida, obligando a los tribunales a emitir las sentencias en lugar de ratificar acuerdos.
Se refugian en argumentos tan falaces como imposibles.
El más divertido de ellos es aquel que dediende que el hombre pide la custodia compartida para no pagar la pensión alimenticia a la mujer y así vengarse económicamente de ella.
Resulta absurdo y quijotesco -aunque se supone, según ellas, que los hombres somos eso- que se asuman los costes del mantenimiento filial durante seis meses al año para dejar de pagar una pensión que seguramente no cubre totalmente esos mismos gastos.
Y por supuesto se les va la palabra y se les resbala el pensamiento cuando hablan de venganza económica ¿no se supone que esa pensión es para los hijos y que la mujer no la puede utilizar para su propio mantenimiento?
Si se supone que la divorciada se mantiene a sí misma por sus propios medios no puede haber mengua en sus capacidades económicas porque no se le pase la pensión de alimentos, ya que tampoco tendrá que detraer una parte de la misma para el mantenimiento de los menores durante seis meses al año. Así que, si se sustenta por sí misma y se pone a echar cuentas, todavía casi le sale más barato.
Pero claro sabemos que no es así, sabemos que muchas divorciadas creen que el dinero que se les da es para ellas y lo emplean en cambiar las cortinas, el mobiliario, en comprar cosas para ellas -que tal vez necesiten, no lo niego- pero que no deberían obtener con el dinero dado para otros fines.
Pero claro la lógica y las matemáticas, aunque se enuncien en femenino, nunca fueron el fuerte del radicalismo feminista.
De modo, que más allá de las sentencias y la esperanza que ese incremento supone, está la alegría de ver que es posible arrebatar a ese emporio que incomprensiblemente se ha adueñado de la visión de nuestra realidad y nuestra sociedad.
Hoy, quizás porque se acerca el Dos de Mayo y hay veces que me encanta dar por saco, me acuerdo de Napoleón Bonaparte y una de sus famosas frases "No importa una derrota si cuando acaba la batalla te das cuenta de que el enemigo ha perdido sus mejores armas y sus mejores tropas en la misma. Si se ha logrado conservar al menos un remanente de tus hombres y armamento, desde ese momento la guerra está en tus manos".
Antes de volver a mi puente también tengo en mente que, desgraciadamente, muchos hombres y padres han tenido que ser carne de cañón en esa batalla en la que ahora podemos combatir gracias en parte al ejemplo de la legislación de divorcio del Reino de Aragón.