Hay cosas que se pueden hacer y que no se pueden hacer. Hay cosas que se deben hacer y no se deben hacer. Hay cosas que se pueden hacer y no se deben hacer, hay cosas que se deben hacer y no se pueden hacer y hay cosas que ni se pueden ni se deben hacer.
Y aparte de todo ese trabalenguas, está irse de caza a Botswana de incognito a matar elefantes, caerte, partirte la cadera y que todo el mundo se entere de que estás gastándote una pasta en cargarte un bicho a punto de la extinción cuando tu país tiene firmados convenios como para empapelar Versalles -¡Uy, que raro!, ¿por qué se me habrá venido Versalles a la cabeza?- para proteger hasta al último protozoo marino que puebla el globo terráqueo.
Pero empecemos por el principio.
Para empezar no se puede ser rey. Pero como esto es una propuesta ideológica y los españoles, aquejados de algo de canguelo post dictadura y post república, votaron hace ya camino de medio siglo que se podía ser rey, pues vale, se puede ser rey.
Se puede ser rey, pero no se puede ir uno de fin de semana a Botswana sin que nadie se entere. Porque como eres el rey no tienes vida privada. O, vale, puedes irte a Botswana, pero debes informar de donde estás y por qué motivo estas ahí.
Pero si eres rey y te vas a Botswana no debes dedicarte a la caza africana porque representas a todo tu país y en tu país hay mucha gente que está en contra de esos ocios arcaicos y ancestrales de demostración de hombría nobiliaria y pericia aristocrática.
Y si te dedicas a la caza de elefante africano en Botsuana no puedes hacerte una foto, como el orgulloso cazador blanco de John Houston, luciendo escopeta y guía con sólo la carencia en el encuadre de los porteadores negros de Tarzán acarreando fardos al mítico grito de ¡Andawua!, que lo mismo servía para llamar a Chita que para pedir matrimonio a una nativa.
Y a lo mejor puedes irte a Botswana, cazar al elefante y hacerte la fotito de marras, pero lo que no debes es permitir que un individuo con pinta de Michael York en Los Gritos del Silencio pero con rifle de gran calibre en lugar de cámara fotográfica, la cuelgue en su web con fines comerciales, detallando el precio del safari. Porque entonces todos sabrán lo que te has gastado y comenzará la segunda cadena de poderes y deberes.
Porque a lo mejor puedes gastarte 45.000 euros en cruzar medio mundo para ir a cargarte un elefante, pero entonces lo que no puedes hacer es decir como quien dice un par de días antes que hay noches que la reina y tú no dormís -no se sabe porque siempre nuestro monarca mete a la reina en todo y mucho menos en dormir con él- preocupados por el futuro de los jóvenes españoles que desde luego no están en condiciones de gastarse ese dinero en pasar un fin de semana.
Pero si, pese a eso, estás decidido a tirar de asignación personal o de fortuna privada -que no tenías, por cierto, cuando llegaste al trono y nadie se pregunta de dónde la has sacado- y quieres tirar a la basura 45.000 machacantes, más estancia y viaje, lo que no debes hacer es tomar el pelo al personal tal y como está el patio aceptando para La Casa Real un pírrico recorte de 170.000 euros en un presupuesto de casi 10 millones de euros. Porque alguien podría decirte que podías haber ahorrado por lo menos 215.000 euros privándote de tu fin de semana africano como otros muchos se privan de los suyos. Y eso que ellos se van a Navarra o a Guadalajara, no mucho más allá. Y desde luego no a Botswana a cazar elefantes.
Pero si quieres hacer algún recorte, así como para quedar bien, mientras te permites gastos superfluos lo que no debes hacer es permitir que el recorte afecte a las partidas salariales de los funcionarios de protocolo, mientras tú, rey de España, no te privas de nada.
Y a lo mejor hasta crees que puedes e incluso que debes hacer todo eso, pero entonces lo que no puedes hacer es caerte y partirte una cadera.
Porque entonces todo el mundo sabrá por qué no has ido a ver a tu nieto, tan hábil como tú, por lo que se ve, en las nobles artes de la fusilería; todo el mundo descubrirá lo incompetente que eres y, sobre todo, todos recordarán que eres Borbón.
Y eso, mi querido Juan Carlos, a la sazón rey de España, ya sabes que resulta un peligro en estos turbios días.
Porque a otro borbón ancestro tuyo, que cazaba pichones en sus hermosos jardines y luego se los daba de comer a sus lebreles mientras consentía que al pueblo de París, que ya pasaba un hambre atroz, le subieran el precio del pan para sufragar así sus ocios y negocios, terminaron dándole caza a él y separándole su regia testa de su aristocrático tronco. Y quizás alguien piense que puede o debe ponerse de nuevo a esa faena.
¡Anda, ya comprendo por qué se me venía Versalles a la mente!
2 comentarios:
Dilo más alto por que más claro no puedes ni siquiera tu.
Es que manda...
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