domingo, abril 08, 2012

España le da con Franco una lección a Europa

No somos una nación que esté en condiciones de dar lecciones a nadie. Esa es una verdad que demuestra nuestra economía, nuestra incapacidad gubernativa y nuestra escasa o nula capacidad de conciencia social. No voy a discutir eso porque carezco por completo del sentido patrio que se supone que debe albergar todo individuo por el hecho, no pedido y casual, de nacer a un lado u otro de una frontera.
Todo esto viene a colación porque La Real Academia de La Historia lleva preparando años un diccionario sobre los personajes históricos de nuestro país y hoy se ha sabido que tiene, digamos, un cierto tufillo sectario e inclinado, cual torre de Pisa, a la derecha sobre el último siglo de nuestra historia. Y además se ha sabido que el anterior gobierno lo sabía.
Hay ocasiones, muy raras e infrecuentes, en que las formas extrañas e improvisadas en las que hacemos las cosas sirven de ejemplo no buscado a cómo se llevan los mismos asuntos en otros países y otras sociedades que se empeñan últimamente en servir de ejemplo no reclamado al mundo.
Nosotros tuvimos un dictador, un pequeño hombre con botas altas, bigote corto y gorro de la legión. Un pobre hombre en esencia con delirios de grandeza que hizo mucho daño a este país.
El hombrecillo, militar a la sazón, como suelen serlo todos los que comparten el perfil de dictador, ascendió al poder de forma ilegal y cruenta, lo mantuvo de forma aún más cruenta, aunque ya no ilegal porque las leyes las hacía él. Y no lo perdió, sino que se murió en el ejercicio del mismo sin lograr, también como suele ocurrir, perpetuar su régimen más allá de si mismo.
El hombrecillo se llamaba Francisco Franco Bahamonde y el régimen Nacional Catolicismo.
Antes de él había un gobierno que había accedido al poder de forma legal y democrática, que había proclamado una república de forma legal y democrática y que se había desmandado sobre todo en un aspecto: confundió aconfesionalidad e incluso laicidad con anticlericalismo, confundió, de forma autoritaria en muchas ocasiones y agresiva en no pocas, libertad religiosa con ausencia de religión.
Ese régimen tenía muchos hombres porque era democrático y múltiple y se llamaba Segunda República Española.
Resultado, nosotros tuvimos una Guerra Civil.
Aún no la hemos superado, queda demasiada gente viva de ella, demasiados que perdieron a padres y hermanos mayores en ella, demasiados rastros ideológicos de dos ideologías extintas que se niegan a ser enterradas.
Así que tenemos problemas para escribir nuestra historia.
Y de repente nos ha crecido un furúnculo en el trasero de la historia que se llama revisionismo de la Guerra Civil y el Nacional Catolicismo.
Hay individuos que se creen historiadores o que en alguna ocasión lo fueron, que afirman que la Guerra Civil Española fue una justa revolución popular contra un gobierno ilegal y desalmado en lugar de un alzamiento militar; que el Nacional Catolicismo fue bueno porque instauró la Seguridad Social y construyó pantanos -muchos pantanos- y no hay que tenerle en cuenta su represión, su reeducación, sus asesinatos y su persecución sistemática de todo aquel que no pensara, sintiera o creyera como los egregios líderes del movimiento habían decidido que había que pensar, sentir y creer para ser un buen español.
Ese revisionismo se crece con el nuevo gobierno, que todavía mantiene un porcentaje de respaldo electoral en los nostálgicos de ese régimen, y tinta de negacionismo absurdo y ridículo cada uno de los capitulos, de las figuras y de los personajes de ese periodo histórico.
¿Y qué hacemos nosotros?
Nada. Y ese es el ejemplo. Por una vez la proberbial falta de actividad y de iniciativa española es un ejemplo a seguir.
Hemos contado -y en ocasiones sufrido- durante dos legislaturas con un gobierno cuyo presidente estaba obsesionado con la reivindicación de la memoria histórica. De la memoría historica de los del bando de sus ancestros, el republicano, y que ha removido cielo y tierra -sobre todo tierra- buscando fosas comunes, zanjas y cadáveres a los que enterrar y rendir honores como luchadores por la democracia.
Su obsesión era innecesaria y contraproducente, pero en ningún caso se le ha ocurrido coger a esos pseudohistoriadores revisionistas que pretendían hacer un heroe de un golpista, un déspota ilustrado de un dictador y un buen hombre de un asesino e imponerles silencio bajo la amenaza de ir a la cárcel por revisionistas y negacionistas.
No se le ha ocurrido proponer una ley que prohibiera el revisionismo de la Guerra Civil, forzando por ley a asumir una visión de la historia sin más.
No ha seguido el ejemplo de esas modélicas sociedades como Francia y Alemania que, aquejadas del mismo vicio que pretenden combatir, hacen leyes contra el revisionismo histórico de un sólo hecho, el exterminio nazi de los judíos europeos, y creen que con eso contribuyen a la libertad de los pueblos, cuando lo único que hacen es contribuir a que la historia se anquilose.
Y ¿qué han hecho los que defienden la otra visión histórica, los que podría definirse como los defensores de La Segunda República?, ¿se han rasgado las vestiduras y pedido en la sección de cartas al director una ley que prohiba a los revisionistas definir a Franco de otra manera que no sea dictador?, ¿han exigido una ley articulada en la que se especifique cuanta gente mató o dejó de matar el individuo en cuestión y condenando a penas de privación de libertad si se niegan o se alteran?
No. Han hecho lo que tiene que hacerse.
Han tirado de historiadores de verdad que simplemente se han descojonado -muy finamente, eso sí, como corresponde a cultos eruditos- de las definiciones que de cada uno de los personajes revisados y negados y que se han juntado para elaborar un trabajo que desmienta uno por uno esos supuestos datos y esas interpretaciones históricas.
Y el gobierno actual -tan poco santo de mi devoción como el anterior, aunque por distintos motivos- tampoco ha corrido a proteger la versión de aquellos que le apoyan en otras cosas y que concuerdan con parte del electorado que les vota y ha decidido poner en marcha una ley que obligue a estudiar en los colegios que los milicianos de La Segunda República mantenían un sistema de persecución casi sistemática de la creencia religiosa -cosa que hacían, aunque muchos defensores de La Reúplica lo nieguen- o que en las últimas fases de la guerra se procedió al asesinato organizado de todos los que tuvieran familiares o relaciones con el Alzamiento Nacional -cosa que también se hizo, por cierto-.
No han incluído en el código penal un delito que pene con cárcel la negación de los asesinatos de religiosos durante la Guerra Civil o la existencia de las checas -cárceles ilegales- donde se torturaba y fusilaba a supuestos simpatizantes del alzamiento militar.
Ha seguido a lo suyo que no es poco y bastante mal lo está haciendo como para cagarla todavía más.
Se ha dejado que la historia evolucione y llegue a una conclusión por el mecanismo que siempre lo ha hecho. Aunque los que defienden a ambos bandos tienen mucho de lo que sentirse culpables, aunque ambas visiones tienen mucho que ocultar, se ha dejado que la verdad histórica pueda salir a la luz a través de la investigación, de los datos irrefutables y del estudio.
Y por una vez -sin que sirva de precedente, me temo- España le da una lección a esa Europa que se siente garante de todas las libertades. Puede que por indolencia o puede que sin querer, pero se la da.
Y aquel que pretenda decir que el exterminioo nazi es más doloroso que eche un vistazo a la lista de cuantas personas murieron en la Segunda República, la Guerra Civil Española y el Régimen Franquista (1931 - 1975). Y aquel que diga que es lógico que la Guerra Civil aún esté en revisión pero no que lo esté el exterminio de los judíos europeos  a manos de los nazis (1941 - 1945) que eche un vistazo a las fechas.
La opinión es libre y la historia evoluciona por confrontación y por demostración. Y todo lo demás es una actirud autoritaria y desleal. Muy Nacional Socialista y Nacional Católica, por cierto.
PD
¿Por qué será que, de repente, blogspot solamente me ha dejado alinear la imagen a la derecha?

2 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

"Y aquel que diga que es lógico que la Guerra Civil aún esté en revisión pero no que lo esté el exterminio de los judíos europeos a manos de los nazis (1941 - 1945) que heche un vistazo a las fechas."

...que "eche".

Un abrazo.

devilwritter dijo...

corrección "hecha"

Un abrazo

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