Está claro que por más años que pasen
y fines del mundo que evitemos nos cuesta deshacernos de nuestras ancestrales
formas de ver el mundo.
Y una de esas formas es la que todo lo
basa en la creación de héroes y villanos. En convertir las circunstancias
personales de alguien en paradigma de cosas y casos que poco o nada tienen que
ver con aquel que ha sido elegido como héroe. Y el último de esos héroes de
papel que quiere endosarnos la mentalidad del semidiós mitológico es Ángel
Francisco Carromero, el dirigente de los cachorros del PP que se fue a Cuba, se
reunió con Oswaldo Payá, conducía el coche que lo mató y acabó metido cuatro
años en la cárcel por mor de una decisión de los tribunales cubanos.
Como era de los suyos, Moncloa y
Génova se apresuraron a apretar clavijas y tuercas a todos los que encontraron
para traerle de vuelta, como el castrismo está extenuado y al borde de un
cambio que puede o recomponerle o eliminarlo tampoco quiso dar mucha batalla
con el asunto, lo colocó en un avión y lo mandó de vuelta a España a cumplir el
resto de su condena.
Hasta ahí lo ocurrido. Pero luego
llega la tita Espe, la ínclita ex presidenta madrileña que olvido que para que
retirarse a tiempo sea una virtud hay que retirarse de verdad, y comienza a
hacer de las suyas.
Cual plañidera bíblica visita una y
otra vez a Carromero en la prisión segoviana en la que se encuentra y de la que
todo el mundo sabe que saldrá en breve. No lo hace por caridad cristiana -algo
de lo que sentirá mucho en estas fechas- ni por cercanía afectiva. Lo hace
porque quiere crear un héroe, quiere componer cual moderno demiurgo -o
demiurga, vaya usted a saber- una creación que surja de la nada.
Habla de que en España el accidente
doloso no es delito y de que no debería estar en la cárcel y pide con sus
cabellos mesados y sus neocon vestiduras desgarradas una investigación
internacional sobre la muerte de Payá.
Pero como parece que eso no le sirve,
que no enciende a las enfervorecidas masas en defensa de su vástago político,
como hay gente que piensa "Ah, ¿que matar a alguien al volante no es
delito en España? ¡Pues quizás debería serlo!", la buena de Aguirre carga
contra la justicia cubana -criticable, como todas- y tira de conspiración
comunista, habla de torturas que Carromero nunca ha denunciado y dice que no
reconoce la justicia cubana.
Y habrá muchos que se pregunten qué
necesidad tiene de poner en marcha toda esperpéntica farsa cuando Carromero
tendrá el tercer grado en unos días y podrá hacer lo que le venga en gana pese
a lo que dijo o dejó de decir el tribunal cubano que le condenó.
Pues bien, Esperanza Aguirre, el
gobierno de Moncloa y toda la plana mayor genovesa tienen muchas razones para
intentar politizar el caso de Carromero, tienen muchas razones para intentar
vendernos como héroe a un individuo que conducía un coche en un momento de un
accidente que no tiene mucha explicación, después de aquí ya hubiera demostrado
con creces que no era precisamente el mejor conductor del mundo porque había
acumulados tantas infracciones o tan graves -que nunca se sabe- como para que
le retiraran el carné de conducir.
Exactamente tiene 2.400 razones para
transformar en héroe y luchador por la libertad de los pueblos a Ángel
Francisco Carromero.
El número de ciudadnos españoles que
languidecen en cárceles de todo el mundo mientras nuestro gobierno no aprieta
tuercas ni tornillos diplomáticos a nadie para repatriarles y que cumplan sus
condenas en la relativa seguridad carcelaria de Herrera de La Mancha, Nanclares
de Oca o El Dueso.
No es que sea yo de los que estén
demasiado a favor de eso de las repatriaciones carcelarias. Al fin y al cabo si
te vas a Turquía a traficar con droga o a Tailandia a violar niños y te pillan
deberías asumir que parte de la condena es pasarla en esas cárceles. Pero ya
que se práctica, lo justo es que a todos se les trate con la misma celeridad,
es que se ponga la misma insistencia diplomática en todos.
Pero el PP, el Ministerio de Justicia
y la diplomacia española no lo hace y sin embargo se vuelca con Carromero hasta
que consigue traerlo a un recaudo seguro.
Por eso Aguirre se vuelca en
convertirle en un luchador por la libertad, en una víctima de la oscura
confabulación del comunismo castrista que acabó con la vida de Payá, por eso
Esperanza se cambia los chaneles por el disfraz de madre de la Plaza de Mayo y
pide la liberación de su vástago ideológico y el castigo a sus torturadores.
Porque si es un héroe enfrentado a
villanos e injustamente encarcelado entonces se justifica la urgencia y la
velocidad con la que todo el aparato del gobierno se ha puesto a trabajar para
arrancarle de las tétricas celdas de las cárceles cubanas.
Porque si es un luchador político por
los derechos entonces se puede olvidar su tendencia a los excesos al volante,
se puede olvidar cualquier otra circunstancia.
Y sobre todo se pueden olvidar a los
2.400 españoles a los que no se les defiende con la misma diligencia, con la
misma velocidad y con la misma fuerza que se ha hecho con Carromero.
Y quizás pase desapercibido el hecho
de que solamente hay una razón por la que Carromero ya está en España mientras
otros llevan años en prisiones alrededor del mundo sin que nuestra diplomacia
haga nada al respecto: que Ángel Francisco Carromero está en una cárcel
segoviana porque el PP y el gobierno que mantiene solo pone énfasis, fuerza e
intensidad en defender a los suyos y por ser de los suyos, no a todos los demás
que no lo son.
Una tendencia muy arraigada en los
grandes partidos de este país pero que, hoy por hoy, ya empieza a estar mal
vista.
1 comentario:
Los hijos de puta siempre se protegen entre ellos. Quizas sea muy amigo de la "familia".
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