Ante una sensación que puede hacernos experimentar unos sentimientos muy diferentes lo que hacemos es darle un nombre a lo que estamos sintiendo. Lo estamos haciendo manejable.
A mis alumnos, por ejemplo, no les dejo que utilicen la palabra amor, porque la palabra amor es una palabra que nombra un sentimiento casi siempre muy confuso, pero que de repente simplifica.
Uno se pregunta “qué siento por esta persona”, y por esa persona puedes sentir cosas muy diferentes, a ratos la podré aguantar, a ratos no podré vivir sin ella, que a ratos le divierte y a ratos le irrita. Es como en el poema de Lope de Vega:
“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe”.
Decir que sientes amor por una persona es simplificarlo mucho. Sientes muchas cosas.
Cuando queráis saber si amáis a alguien, no os preguntéis por qué sentís, porque no se trata de una palabra. Intentad contestaros a la pregunta: ¿qué me gustaría hacer con esa persona?
Posibles respuestas: me gusta ir al cine, me gusta hablar con ella, me gusta meterme en la cama con ella, me gusta que me elogie… ¿pero te gustaría vivir con ella?
Claro, si lo haces así, te das cuenta. Decir estoy enamorado, amo a esta persona y no querer vivir con ella. ¡Entonces, no me quieres! Es un sentimiento, sí, y es un sentimiento complejo, pero no es amor.
Es precisamente la inteligencia generadora la que puede empezar a lanzar a la inteligencia ejecutiva todas estas contradicciones, pero no puede pasar a la acción, porque la acción es solo un camino: o me comporto de un modo o me comporto de otro modo.
Es la inteligencia ejecutiva la que, ante esa serie de posibilidades tiene que elegir una. La acción es siempre simple. Lo que tiene la acción de poderoso y también muchas veces de trágico es que unifica todo.
Siento por ti esto, esto y esto. Pero lo que he hecho es que te he dedicado mi vida. Esto es lo que unifica todo lo demás.
El mundo de la imaginación, o el mundo de las experiencias conscientes, es muy contradictorio. El mundo de la acción, tomar una decisión, no.
José Antonio Marina
Fotos: Gonzalo Merat
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