Hay veces que el más ínfimo de los
ejemplos sirve para explicar todo aquello que los grandes discursos pretenden
ocultar, las extensas reflexiones intentan explicar y los sesudos pensamientos
ansían definir.
Eso está pasando en este vía crucis
nuestro de la educación que se recorta y si recorta como si con ello se pudiera
hacer un hermosos ejercicio de papiroflexia cuyo resultado final hiciera pasar
inadvertidos todos los huecos que jalonan el diseño final.
Un solo colegio en la profunda
Galicia, esa que cae uno y otro comicio en el mismo error que la mantiene en la
inopia más arcaica, nos sirve para descubrir todo lo que los exabruptos de José
Ignacio Wert ha intentado demostrar y todo lo que la supuesta necesidad
económica tremolada una y otra vez por el resto del Gobierno ha querido
ocultar.
El colegio público A Rabadeira de
Oleiros es todo lo que se necesita para descubrir, explicar y entender la
ideología que se esconde tras los recortes educativos. Esa ideología que se
dice que no existe y que se disfraza de necesidad económica.
Porque cuando los recortes llegaron a
esa población gallega, 31 familias se quedaron sin comedor, algunas de ellas
por despistadas y la mayoría porque no había plazas en el comedor.
Y entonces apareció la ideología.
Porque entre ellos estaban la
secretaria general técnica de la Consellería de Traballo e Benestar y el jefe
de la asesoría jurídica de la Seguridad Social de A Coruña. Dos altos cargos
que, para empezar tenían ingresos más que suficientes para que, por mera
dignidad, asumieran los recortes que su propio gobierno autonómico había
impuesto y renunciaran a la plaza y para terminar deberían haber tenido la
atención suficiente como para presentar la solicitud a tiempo.
Pero no lo hicieron y no importó.
Porque la ideología de los que han decidido recortar en todo menos en lo suyo
se puso a funcionar y la Consellería de Educación decidió aumentar una plaza en
el comedor para dar cabida al retoño de tan egregios representantes de las fuerzas
vivas de la administración gallega.
Los padres que se habían quedado fuera
protestaron. No es que quisieran que el chaval de los cargos se quedara sin
comedor, es que querían que los suyos también los tuvieran. Pero no. Los
recortes son los recortes para todos y no había más plazas. No después de
aumentar una para que los recortes no tocaran a quien no tenían que tocar.
Los profesores, las asociaciones de
padres, el consejo escolar y la Dirección del colegio dimitieron. Y la
Consellería admitió la dimisión y siguió buscando de donde recortar. Daba igual
que el colegio se quedara sin dirección, daba igual que 30 familias no tuvieran
comedor, daba igual todo. Los recortes estaban hechos y habían conseguido salvar a los
suyos de sufrirlos. Eso es todo lo que importaba.
Y por supuesto a Jesús Vázquez,
conselleiro de Educación la da igual lo que digan padres, madres, alumnos,
profesores o directivos del centro. Él tiene un informe jurídico sobre el
recurso de los padres elaborado para cubrirse la espalda y ya está todo dicho.
Y en ese colegio A Rabadeira de
Oleiros el rostro de la ideología que está tras los recortes educativos se hace
tan visible en ese acto de descarado nepotismo por parte de los gobernantes y
de absoluta indignidad por parte de sus adláteres que ya no queda nada que
explicar.
Los mismos que están de acuerdo con
una política de recortes que destroza la educación pública hasta convertirla en
un erial solo apto para fabricar siervos de la gleba que trabajen y no
cuestionen los mandatos gubernativos, luego recurren a ella cuando les viene
bien y no les cuadran las cuentas.
Los mismos que imponen a sangre y
fuego una política draconiana de recortes sin pensar en las consecuencias de
sus baldíos intentos de cuadrar las cuentas, luego abren la mano magnánimamente
cuando -y solamente cuando- los suyos, los que piensan como ellos, los
que les ayudan a mantenerse en el poder, se ven atrapados en esa garra. La
abren lo suficiente como para que sus aduladores, secuaces y soguillas se
escurran entre ellas pero demasiado poco para que todos puedan escapar de su
presión.
Y esa actitud no la impone la crisis,
no la impone el sistema económico difunto que pretenden elevar a la
resurrección en lugar de enterrar. Ni siquiera la impone una ideología política
o económica descrita en las facultades de Ciencias Políticas o Económicas.
El colegio A Rabadeira de Oleiros nos
demuestra que todo lo que está tras los recortes que desde Moncloa y todos las
sedes autonómicas impone el actual Gobierno. Dos simples mandamientos que
resumen todo lo dicho, lo escrito y lo pensado al respecto.
Que todos paguen el precio y sufran el
coste de su mantenimiento en el poder y que ese sufrimiento nunca, bajo ningún
concepto, repercuta las vidas o haciendas de ellos ni de sus cortesanos.
El mismísimo evangelio del despotismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario