La personalidad múltiple es una
circunstancia mental que suele afectar a las personas, a los individuos que
crean una realidad porque no se sienten a gusto en aquella en la que se ven
obligados a vivir. Ya es grave para el mundo y el entorno que un individuo se
disgregue de la existencia común hasta ese punto, pero cuando ese trastorno
aqueja a un colectivo el problema se transforma en preocupante, cuando infecta
a un partido político en peligroso y cuando aqueja a un gobierno en simplemente
trágico.
Y eso parece que es lo que le ocurre
al Gobierno de Rajoy y al Partido Popular con la realidad en la que vive en
esto de lo recortes educativos que, para más insidiosa irónia, son producto de sus acciones,
imposiciones y presiones de un punto a otro del Estado español.
Y este trastorno esquizoide, esta
personalidad dividida y múltiple se personifica como el mejor ejemplo posible
en Antonia Ruiz, vicesecretaria de Acción Política del PP de Málaga, que
repentinamente disfrazada de otra persona, de otro partido y de otra política
se ha descolgado afirmando que "los Presupuestos andaluces para 2013 en
materia educativa suponen un tijeretazo de 811 millones de euros en toda la
región respecto a lo contemplado en 2012, lo que supone unos ajustes
alarmantes".
No es que le vaya a quitar la razón a
Doña Antonia pero ¿Por qué se alarma por esos 811 millones y no por los casi
7.000 que ha realizado el ministerio?
Pues muy simple, porque su
personalidad de partido en el gobierno no puede ni sabe criticar ni una acción
de sus líderes, de aquellos a los que apoya a ciegas y sin ningún matiz o
resquicio a la auténtica realidad, pero su personalidad de opositora en Andalucía
la devuelve a una realidad que comparte el resto del universo conocido en la
que detraer masivamente recursos de la Educación Pública es algo que no debe
hacerse, que debe criticarse.
Afortunadamente para ella y su
disgregada personalidad política esquizoide, el Partido Popular no gobierna en
Andalucía y puede sentirse cómoda en ambas realidades sin necesidad de
renunciar a ninguna.
Y tan a gusto se siente en esa
duplicidad de comportamiento, tan eficaz resulta la medicación del autoengaño y
el sectarismo político e ideológico, que se permite afirmar que aprueba "la necesidad y los planteamientos de la
Ley para la calidad educativa, ya que la reforma educativa es necesaria y es
buena para paliar el estado de dejadez que han ocasionado las nefastas
políticas del PSOE".
Aunque en este punto los habrá que
piensen que ya en el otro dualismo mental que aqueja a España -ese que parece
dividirnos entre PP y PSOE y que hace que toda crítica a uno se antoje como el
apoyo al otro, correré el riesgo de parecer lo que no soy a los ojos de los
genoveses acérrimos y haré algunas preguntas.
¿Cómo se puede achacar la situación de
la educación en Andalucía al PSOE porque "Las excusas y los paños
calientes no sirven porque la Junta de Andalucía tiene las competencias
exclusivas en materia educativa" y también hacer recaer sobre los
hombros del antagonista político la situación educativa en el conjunto del
Estado -para defender la Ley Wert, claro- porque ha ejercido el poder en el
Gobierno Central?
¿Es que Madrid, Valencia, Galicia,
Castilla -León o más recientemente Castilla - La Mancha no tienen plenas
competencias en Educación o no las tenían durante el pasado ciclo de
alternancia gubernativa de este país?
¿Es que en esas comunidades no se ha
utilizado la más afilada de las podadoras en los presupuestos educativos desde
los gobiernos autonómicos?
¿Es que los recortes y tijeretazos
educativos no son alarmantes cuando proceden de Génova o de una Moncloa
habitada por los genoveses y si lo son cuando llegan de Ferraz o del inquilinato
socialista del palacio de gobierno?
Los que tenemos la mala suerte de
vivir una única realidad, de no haber consumido el suficiente sectarismo y la
suficiente autocomplacencia ideológica y vital como para lograr que la
percepción supere a la realidad en importancia nos hacemos estas preguntas.
Paro Antonia Ruiz no. Ella tiene su
personalidad múltiple para lidiar con esas pequeñas y molestas dicotomías que
el mundo real se empeña en presentarle.
Y eso le permite establecer otro
rocambole lógico que le posibilita atacar al gobierno autonómico de Andalucía
-quizás hasta con razón- pero que deja exento de polvo y paja a todo lo que
proviene de su otra personalidad, de su condición de apoyo incondicional a la política
educativa del PP.
¿Cómo es posible acusar al gobierno
andaluz de "anteponer el mantenimiento de su monstruo burocrático a una
educación pública de calidad”, sin decir los mismo de las Cospedales y
Aguirres que cierran aulas y mantienen varias decenas de cargos de confianza,
sin decir lo mismo de gobiernos autónomos del levante español que no pagan los
conciertos educativos, despiden profesores interinos y no pagan el
mantenimiento de colegios públicos, mientras pagan religiosamente las facturas
que generan circuitos de Fórmula 1, puertos deportivos o aeropuertos faraónicos
por sus dimensiones y su pertenencia completa al mundo de ultratumba?
Puede que tenga razón en lo andaluz,
nadie se lo niega. Pero no se puede hacer esa crítica local porque el que
gobierna es el rival político y luego cambiar de personalidad y refugiarse en
la esquizofrenia ideológica para defender los mismos -o peores- comportamientos
en los territorios que gobiernan los de su partido. No se puede si se tiene un mínimo
de estabilidad psicopolítica, claro.
¿Cómo se puede afirmar - de nuevo,
quizás con razón- que el ejecutivo andaluz "tras más de tres décadas de
gobierno en Andalucía, no ha salido de un plan propagandístico para entrar en
otro", obviando el hecho de que cada vez que el PP accedía al poder
cambiaba, siguiendo los mismos baremos ideológicos, los planes de estudio, las
asignaturas y la organización de la enseñanza pública?
¿Cómo resulta plausible hacer esa
acusación ignorando que lo primero que abordó José Ignacio Wert, el aciago
ministro, al hacerse con la cartera, fue intentar utilizar la educación pública
para iniciar su cruzada contra el "nacionalismo
excluyente", contra el matrimonio gay, para "españolizar" Catalunya o para anteponer la enseñanza de
la religión a las becas de comedor o de libros?
Para nosotros, herederos de una
educación en desuso que enseña a pensar y no a operar elementos de cadenas de
montaje, de una enseñanza que pretende que identifiquemos la realidad y le
pongamos remedio en sus problemas y dificultades, resulta imposible siquiera
poder plantearnos una parte de la pregunta si intentar responde con los mismos
criterios a las cuestiones que surgen de uno y otro lado del arco ideológico.
Pero para Ruiz y todos los que a un
lado y otro de la polaridad política de este país son como Ruíz resulta muy
sencillo, muy fácil. Tan sencillo como cambiar de personalidad.
No
es de extrañar que la nueva Ley Educativa deje la enseñanza de la
psicología aparcada sin más junto a otra serie de conocimientos
encerrados en el baúl de los recortes. Enseñarla les dejaría al
descubierto en sus patologías psicopolíticas.
Para todos los aquejados de esta dicotomía imposible de justificar es más simple Lo de los otros es malo, lo mío
siempre está bien. Y si la educación pública lo sufre es culpa suya o de los
otros. Nunca mía.
Así de sencillo. Todo es siempre muy
sencillo en la mente de un fanático político.
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