lunes, noviembre 19, 2012

El Bestiario del PP nos disfraza Europa de Lost Girl

Últimamente se nos está intentando acostumbrar a la presencia de un nuevo monstruo en el bestiario que nuestro Gobierno ha dibujado con mano firme para nuestras vidas y sobre todo para nuestras haciendas.
A la hidra tricéfala del  nacionalismo, el soberanismo y el independentismo que nos ha pintado Moncloa en un intento de ocultar otros asuntos más graves para España que el deseo de unos u otros de formar parte de ella, se unió el hombre del saco del antiespañolismo de todas aquellas personas que protestaban contra el gobierno de Rajoy en una falsa metonimia que igualaba sus decisiones con el bien del país y su camino ideológico con el deambular necesario del Estado.
Pero sin duda el monstruo que más no muestra el inquilino que le hemos buscado a Moncloa para enturbiar nuestros sueños, el que ha desbancado a la herencia recibida, el radicalismo de izquierdas, el totalitarismo comunista e incluso a la sempiterna némesis del PSOE que siempre tremola el Partido Popular para alterar el sueño de sus votantes, es Europa, sus centros de poder y sus instituciones de Gobierno.
De pronto el Bestiario de Génova nos presenta Europa como un especie de mezcla entre un súcubo, empeñado en succionarnos toda la fuerza vital para mantenerse joven y en pie -eso sí sin connotaciones sexuales, que la imagen de la canciller Merkel no es la de Lost Girl y no ayuda demasiado en ese campo- y una especie de furioso dios olímpico que manejara desde las alturas los hilos del movimiento del Gobierno español sin darle posibilidad alguna de resistirse a sus direcciones.
Así, si se destruye la sanidad pública, es por culpa de Europa, si se desbarata la educación pública, es  por culpa del Yeti Europeo que maneja los hilos, si se aplican recortes draconianos en lo imprescindible engordando por otro lado lo superfluo y baladí es culpa del monstruoso mito europeo contra el que Rajoy y su gobierno no pueden resistirse.
En el más cobarde de los intentos de autoprotección que se conoce a un gobierno en esta país, incluido el de la recuperación de la grandeza que utilizara José María Aznar y el de la falsa progresía ideológica y buen talante que esgrimiera José Luis Rodríguez Zapatero, el gobierno actual se parapeta tras Europa cada vez que su ideología le lleva a salvar los bancos y no a las personas, proteger a los defraudadores y no a los desempleados o a desmantelar la educación y no la defensa militar española, por poner un ejemplo manido.
Pero como todo rito mágico, el Bestiario de Génova y Moncloa que coloca a la cabeza de los monstruos sedientos de nuestra sangre y nuestras a Europa y las instituciones europeas tiene un punto débil.
Tiene un ensalmo, un mantra, que repetido una y otra vez nos aparta lo suficiente del monstruo como para contemplarlo en su totalidad, como para darnos cuenta que no impide el movimiento del que se oculta tras él, que no lo maneja, que no le obliga a hacer lo que hace.
Y, al parecer hartos de que les utilicen como Handyman o el hombre del saco, los representantes de esas instituciones, desde Herman Van Rompuy hasta Johannes Hahn están empezando a entonarlo. Un conjuro repetido y constante que está desmoronando el bestiario de Rajoy.
"Nosotros no hemos sido", "nosotros no hemos sido".
Y esa sola frase, esa única declaración, se transforma en corolario de muchas otras como "España debería invertir mucha más en protección y desarrollo9 del empleo que en obras públicas" o "El Gobierno español tiene que equilibrar el crecimiento y la protección social porque la contención no es suficiente" o "es necesario encontrar una forma de limitar el impacto de la contención presupuestaria".
Traducido: "nosotros no hemos sido", "nosotros no hemos sido".
De repente, el páramo que recorremos acosado por la bestia de Baskerville que el PP quería colarnos en lugar de Europa se desvanece y nos deja de nuevo en la realidad de pesadilla que vivimos y en sus verdaderos artífices.
Nos damos cuenta de que Europa no le pidió a Rajoy que salvara a cualquier precio a sus bancos -que no son todos los españoles, son solamente los suyos, las cajas que financiaron sus gobiernos autonómicos-.
Europa no le pidió que solicitara un rescate de cientos de miles de millones de euros para cubrir sus pérdidas que luego pagaríamos todos.
Europa le ha exigido contención del gasto, pero no que la haga en Sanidad y en Educación sin tocar la duplicidad o triplicidad de administraciones, sin tocar la defensa, no le ha dirigido para que recorte en Dependencia, en servicios sociales, o en integración no privando de un céntimo a sus Think Tank o a las subvenciones las falsas ONG de los partidos.
El Monstruo europeo no le ha obligado moviendo su místico hilo de marionetista ciego a rebajar los funcionarios antes de eliminar los cargos de confianza, a recortar salvajemente en investigación, ciencia y cultura y tecnología, mientras mantiene o eleva las subvenciones a los toros o las actividades religiosas -católicas, por supuesto-.
Porque Bruselas no demanda de Moncloa que haga inversiones millonarias en carreteras de peaje que fracasan estrepitosamente y siga gastando dinero en mantenerlas después del fracaso, sino que le exige que cree empleo. No le impele a que construya aeropuertos fantasma, ciudades de la Justicia desérticas, circuitos de Fórmula 1, puertos deportivos, complejos administrativos o infraestructuras deportivas para unos Juegos Olímpicos que nunca llegan. 
Porque las instituciones del viejo continente no le han exigido que suba los impuestos a todos pero deje sin tocar los que gravan a las grandes corporaciones o que reestructure su política fiscal pero perdone a los que han evadido miles de millones de euros al fisco.
Europa no hecho por el Gobierno ninguna de esas elecciones, no ha poseído su voluntad y su mano firmante de decretos para que las ejecute en contra de su voluntad y por mera imposición de un hado olímpico inescrutable y necesario.
 Europa no ha hecho todo eso. Es más le exige que gaste el dinero que ahorra en otras cosas como la creación de empleo y el crecimiento, el crédito a las familias o la generación de protección social.
Es entonces cuando nos damos cuenta que el verdadero súcubo, que ni siquiera tiene la decencia de ser tan arrebatadoramente irresistible como la inefable Lost Girl, protagonizada por la canadiense Anna Silk, no es Europa y no habita en las tristes moradas de Bruselas o Berlín.
Es la ideología del PP y solamente su ideología que le lleva a hacer lo que siempre ha querido hacer y a utilizar a Europa como monstruo visible para intentar tapar el más demoledor, destructor y oscuro que es su propio deseo de hacer así las cosas.
Un miedo tapa otro miedo, pero Europa parece que se está cansando de ser el monstruo visible que tapa la monstruosidad invisible del Gobierno de Moncloa.
Recurrir a los mitos es lo que tiene. Que, de repente y sin aviso, alguien los explica y entonces su poder se esfuma y desaparecen dejando la verdad al descubierto.

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