Dicen que el único cambio que sufre la historia en esa manía suya de repetirse cíclicamente es que se acelera. Entre lo que se puede considerar la primera guerra global occidental -Las Guerras Púnicas- y la segunda -Las Invasiones Bárbaras del Imperio Romano- transcurrió más de medio milenio. Entre las dos guerras mundiales contemporáneas apenas medio siglo. Y parece que además nuestra estupidez y nuestra soberbia que crecen en Occidente a medida que empezamos a ser conscientes de nuestra propia decadencia, aceleran aún más el proceso.
No hace dos meses que ese Occidente Atlántico nuestro que solo tira de la historia para la vieja gloria y no para los repetidos fracasos encontró la solución perfecta y novedosa para enfrentarse al Califato, ese germen de un futuro que no queremos ni siquiera imaginar.
Armamos a los Kurdos hasta los dientes para que nos defendieran. La solución perfecta. Nosotros no arriesgamos a los nuestros y podemos mirar a otro lado mientras "se matan entre ellos". Los amigos de la mano dura contra el yihadismo daban palmas con las orejas y jaleaban al nuevo aliado en la lucha contra el terrorismo.
Y ahora Estambul arde. Arde por los cuatro costados, presa de una ola de atentados como no se recuerda casi desde que era capital del Imperio Otomano.
¿El Califato ha roto las lineas de defensa de nuestros supuestos aliados kurdos?, ¿los yihadistas han pasado por encima de ellos? No, la mayoría de esos atentados son de independentistas kurdos.
No, en absoluto. Su han retirado parcialmente de sus posiciones en el kurdistán sirio y turco y han concentrado su guerra por un futuro de fanatismo y oscurantismo en otros frentes. Su guerra es contra nosotros, no contra los chiitas, ni contra los dictadores sirios, ni contra los jeques del Golfo. Es contra nosotros y la pueden librar en el frente que quieran. Tienen para elegir.
Y así, conseguido que nadie amenace el kurdistan, los kurdos han vuelto a lo suyo. A reclamar y luchar por su independencia, por el establecimiento de un estado que tres países les niegan y del que Occidente no quiere oír ni hablar porque rompería un equilibrio de poder que conviene a sus intereses.
Así que, armados por nosotros, financiados por nosotros, se vuelven contra su viejo enemigo y la emprenden a atentados contra el gobierno de Ankara que es lo que mejor saben hacer y lo que llevan más tiempo haciendo.
Porque no nos engañemos. Aunque nos parezcan otra cosa porque han diseñado sus nuevos uniformes como si fueran infantes de la Royal Navy, aunque los medios nos inunden de fotografías de fornidas luchadoras kurdas como si solamente ellas formaran las filas de los Peshmergas, estos kurdos son los mismos -o sus descendientes- que a caballo y con el turbante al aire ayudaron a los británicos contra los turcos en la Primera Guerra Mundial y que reclaman con toda razón y justicia desde los tiempos de los Omeyas un país que primero el Califato de Damasco y luego el Imperio Otomano les negaron.
Los kurdos siempre por el kurdistan Y Turquía y nosotros siempre seremos sus principales enemigos
Y así le hacen el trabajo sucio al Califato debilitando al que realmente es su principal enemigo, la principal fuente de poder y de estabilidad en la zona. Porque, lo siento, pero el gobierno turco y su islamismo democrático -con todos los errores y vicios que tiene también la democracia cristiana, por ejemplo- es la única fuente de moderación en esa parte del mundo.
Así que hemos vuelto a descubrir por las bravas que el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo. Como lo descubrieron los romanos con Genserico, los reyes godos con Tariq y los aliados con Stalin.
A lo mejor a alguien se le ocurre algo verdaderamente original y descubre un nuevo principio estratégico parecido a "la población explotada por mi amigo es mi enemiga" y decide de una vez luchar contra el califato de la única manera en la que se le puede vencer.
Eliminando los factores que hacen que, pese a sus derrotas, su fanatismo y su furia enloquecida, siga ganando adeptos cada día.
No, señores islamofóbicos que comenzáis a pensar en El Corán, no es el Islam ese factor.
Es el hacho de que la inmensa mayoría de la población musulmana del mundo está en la miseria bajo reinos y gobiernos absolutos que Occidente apoya y mantiene para asegurar el flujo del petroleo. Eso y darles por fin a los kurdos su patria, claro.
Pero claro eso exige inteligencia, tiempo y sobre todo renunciar a un reparto geopolítico injusto de la riqueza que siempre nos beneficia a nosotros.
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