El Gobierno presenta mucho antes de lo habitual en año electoral los presupuestos Generales del Estado para 2016.
Mas allá de las superfluas críticas de electoralismo y de las no tan superfluas de intentar obligar al siguiente gobierno -sea propio o no- a gobernar a su modo. Esta presentación extemporánea nos da una oportunidad. Bueno, en realidad se la da a los votantes del PP antes de decidir si votan de nuevo a aquellos que pusieron en el Gobierno hace cuatro años..
Los actuales inquilinos de Moncloa están en el Gobierno porque les votaron tras creer unas promesas. Ahora ya no serán promesas. Serán hechos plasmados en unos Presupuestos Generales del Estado los que los votantes del PP tendrán para valorar.
Y su bandera electoral por excelencia, su herramienta propagandística mejor afilada y la que más caló en sus votantes fue la reducción del gasto y el déficit público
¿Reducción de déficit? Pues va a ser que no.
Porque, al igual que en los anteriores ejercicios -y son cuatro-, el déficit continúa. Pese a todos los recortes en servicios, pese a todo el dinero que no se ha dejado de gastar en Educación, Sanidad, Dependencia, Servicios Sociales y todos esos ámbitos "improductivos" de la sociedad, el déficit continua en ascenso.
Y lo único que hace el Gobierno en sus presupuestos es maquillarlo. Tiene un desfase de 25.000 millones en el gasto de la Seguridad Social y lo cubre tirando de la caja de las pensiones, de un dinero que no es suyo puede que esté en cuentas a su nombre pero no es suyo.
Porque ese dinero fue extraído de los impuestos y las cotizaciones de los españoles con objetivos finalistas: para garantizar las pensiones no para que ellos cuadren las cuentas y puedan fingir que están reduciendo el déficit público.
No lo hacen, nunca lo han hecho y no lo van a hacer.
Accedieron al gobierno con 46.000 millones déficit y el ejercicio posterior estaban en 30.000. Parece un éxito sin precedentes hasta que se descubre que ese descenso se debe a la inyección de 10.000 millones del rescate bancario de las cajas y que se tendrá que devolver con intereses a partir de 2016.
Al año siguiente ya eran 39.000 millones de déficit y eso contando que fue la primera vez que se metió mano en la caja de las pensiones para coger 5.000 millones y compensar el Déficit de la Seguridad Social. O sea que en realidad el déficit era de 44.000 millones. En dos años se habían ahorrado 2.000 millones. Y las cosas han seguido igual hasta este año.
Parece que cada vez se reduce más el déficit pero es falso. Operaciones de cosmética presupuestaria sacando el gasto de 8.000 millones en armamento o de 3.000 en Administraciones Públicas como partidas excedentes del presupuesto anterior pero que se pagan con dinero del corriente.
De modo que ese superavit primario -sin tener en cuenta el pago de intereses- que presenta el Gobierno en sus presupuestos es tan falso como la promesa que hicieron de no tocar o bajar los impuestos o de hacer descender el paro en la anterior legislatura.
Así que si los votantes del PP quieren reelegir a este Gobierno bajo la promesa de "Vamos a seguir maquillando los Presupuestos Generales del Estado para que parezca que reducimos el gasto público, usando para ello dinero que deja sin cobertura social de forma ilegal a todos los que han estado cotizando para su jubilación hasta nuestros días" que lo hagan. Pero si les prometen de nuevo que van a "reducir el gasto y el déficit público" y le votan ya no serán electores engañados, serán cómplices.
El gasto público ha crecido en 5.000 millones solamente por la llegada de las elecciones tanto municipales, como catalanas y por supuesto las generales de noviembre ¿eso es controlar el gasto o ahorrar de lo esencial para gastarlo cuando y donde nos viene bien electoralmente?
Es la sutil diferencia entre votar por fe ciega e irracional y leerse los Presupuestos Generales del Estado para el año 2016 -o al menos un resumen-.
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