Hay situaciones y decisiones que todos sabemos lo que son mientras están ocurriendo pero que tienen que dejar de pasar para que tengamos verdadera constancia de lo que eran.
Y eso le pasa a esa iniciativa llamada Centros de Iniciativa Social que la antigua consellera de Educación del PP en la Generalitat valenciana, María José Catalá, intentó usar de ariete para convertir la educación pública de esa región en confesional y católica.
Ha bastado que el PP pierda el gobierno de la comunidad para que nos demos cuenta de lo que eran, de que no tenían nada que ver con la libertad de elección, con la iniciativa social ni con ninguno de los argumentos que la ínclita Catalá presentaba para justificarlos.
Los CIS -o sea ceder terreno gratuito a entidades educativas para que construyeran colegios a cambio de 75 años de concierto educativo- se han ido a pique ellos solitos. No ha hecho falta que los paralizara el actual gobierno autonómico
Catalá quería sacar diez CIS a concurso y afirmaba que había 60 empresas dispuestas a licitar. Pero al final solo sacó dos y fueron declarados desiertos.
¿Por qué? muy sencillo porque llegaron en un momento en el que ni Catalá ni su partido estaban en condiciones de cumplir todo aquello que habían prometido. Porque todas esas empresas vieron que ya no podían beneficiarse de la connivencia de un gobierno corrupto ni de las dádivas prometidas. Porque vieron que ya no podían ser ninguna de las dos cosas que se pretendía que fueran: negocio y centro de evangelización. Porque la Educación Pública solo puede ser un negocio si las administraciones anteponen.
Y como muestra el botón de las entidad que licitaron a los dos únicos CIS que al final sacó Catalá a concurso.
El CIS de Calpe tenía como licitador con más posibilidades a Alfedel SLU, sociedad limitada unipersonal del empresario Alfonso Ferrón del Río. Pero entonces estalló Púnica y Ferrón fue imputado.
¿Por qué? ¡Que casualidad! por la concesión de cuatro CIS en Madrid y ¿a qué se dedicaban los implicados en Púnica? ¡Otra casualidad! al cobro de comisiones ilegales a cambio de la adjudicación de contratos públicos. Así que ya no era seguro, ya no había certeza absoluta de que se saliera impune y hubo de suspenderlo. Como el otro licitante estaba allí solo para decorar, no cumplió los criterios. Resultado, concurso desierto.
Y en Elche no les fue mejor. Una de las licitantes era el Trinity College Group of Spain SL que, de nuevo esas perversas casualidades que tienen la aviesa tendencia a parecer causalidades, es propiedad de un socio del ex presidente del Gobierno de José María Aznar. La otra licitante era Educatio Servanda, una fundación educativa de carácter cristiano que también tenía un CIS cristiano y que segregaba por sexo a los alumnos adjudicado por los mismos consejeros investigados en Púnica.
Conclusión otra licitación desierta.
Así que no ha sido el nuevo gobierno de la Generalitat quien se ha cargado la política de CIS. El fin de la política de "te enriquezco a cambio de que evangelices a los chavales" fracasó por su propia naturaleza ilegal y delictiva.
Porque una actuación delictiva no puede llevarse a cabo sin cómplices, porque saltarse la ley y alterar las reglas del juego solo puede mantenerse si quien tiene poder para encubrirlo lo ejerce de forma omnímoda y constante.
Y eso dejó de ocurrir cuando Púnica y las encuestas comenzaron a hacer levantarse al Partido Popular valenciano de su sillón de padrino mafioso.
Los CIS -o sea ceder terreno gratuito a entidades educativas para que construyeran colegios a cambio de 75 años de concierto educativo- se han ido a pique ellos solitos. No ha hecho falta que los paralizara el actual gobierno autonómico
Catalá quería sacar diez CIS a concurso y afirmaba que había 60 empresas dispuestas a licitar. Pero al final solo sacó dos y fueron declarados desiertos.
¿Por qué? muy sencillo porque llegaron en un momento en el que ni Catalá ni su partido estaban en condiciones de cumplir todo aquello que habían prometido. Porque todas esas empresas vieron que ya no podían beneficiarse de la connivencia de un gobierno corrupto ni de las dádivas prometidas. Porque vieron que ya no podían ser ninguna de las dos cosas que se pretendía que fueran: negocio y centro de evangelización. Porque la Educación Pública solo puede ser un negocio si las administraciones anteponen.
Y como muestra el botón de las entidad que licitaron a los dos únicos CIS que al final sacó Catalá a concurso.
El CIS de Calpe tenía como licitador con más posibilidades a Alfedel SLU, sociedad limitada unipersonal del empresario Alfonso Ferrón del Río. Pero entonces estalló Púnica y Ferrón fue imputado.
¿Por qué? ¡Que casualidad! por la concesión de cuatro CIS en Madrid y ¿a qué se dedicaban los implicados en Púnica? ¡Otra casualidad! al cobro de comisiones ilegales a cambio de la adjudicación de contratos públicos. Así que ya no era seguro, ya no había certeza absoluta de que se saliera impune y hubo de suspenderlo. Como el otro licitante estaba allí solo para decorar, no cumplió los criterios. Resultado, concurso desierto.
Y en Elche no les fue mejor. Una de las licitantes era el Trinity College Group of Spain SL que, de nuevo esas perversas casualidades que tienen la aviesa tendencia a parecer causalidades, es propiedad de un socio del ex presidente del Gobierno de José María Aznar. La otra licitante era Educatio Servanda, una fundación educativa de carácter cristiano que también tenía un CIS cristiano y que segregaba por sexo a los alumnos adjudicado por los mismos consejeros investigados en Púnica.
Conclusión otra licitación desierta.
Así que no ha sido el nuevo gobierno de la Generalitat quien se ha cargado la política de CIS. El fin de la política de "te enriquezco a cambio de que evangelices a los chavales" fracasó por su propia naturaleza ilegal y delictiva.
Porque una actuación delictiva no puede llevarse a cabo sin cómplices, porque saltarse la ley y alterar las reglas del juego solo puede mantenerse si quien tiene poder para encubrirlo lo ejerce de forma omnímoda y constante.
Y eso dejó de ocurrir cuando Púnica y las encuestas comenzaron a hacer levantarse al Partido Popular valenciano de su sillón de padrino mafioso.
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