domingo, agosto 23, 2015

El mal tras el bien del fin de la exclusión sanitaria.

Ayer acababa un post sobre la atención sanitaria a inmigrantes con la frase: "Y los otros, los harán por oportunismo, por electoralismo, por reacción o por convicción. Pero por lo menos gobiernan, no se limitan a ejercer el poder". Hoy en principio me congratulo de que, a falta como quien dice de un suspiro para acabar la legislatura, nuestro gobierno también haya en apariencia decidido gobernar y anuncie que en septiembre sacará una norma en la que se regule la atención sanitaria a personasen situación irregular.
Para mi es obvio que la decisión es electoralista, para evitar esa sangría de sufragios que auguran las encuestas y que el Partido Popular pretende detener a cualquier precio.
Y a eso es a lo que voy, al precio.
Durante años los inquilinos de Moncloa nos han hablado del precio. Nos han dicho que no había dinero para hacer esa cobertura, que las cuentas dejaban de salir si se mantenía la asistencia sanitaria universal a los inmigrantes irregulares. Que si el déficit, que si el techo de gasto, que si tal y que si cual.
Y ahora, de repente, el dinero ha crecido en los árboles y ha volado desde ellos a las arcas públicas para que sea posible devolver esa atención sanitaria universal, ¿qué ha pasado?
¿Hay menos inmigrantes irregulares y costará menos?, no, de hecho hay más; ¿se ha aumentado el nivel de recaudación fiscal y eso permite sufragar la asistencia?, tampoco, de hecho ha decrecido, ¿ha habido un trabase de partidas presupuestarias desde otros ministerios a Sanidad en los nuevos Presupuestos Generales del Estado que le posibilitan hacer frente a este aumento del gasto?, va a ser que tampoco, en realidad el incremento de asignación presupuestaria es menor que en ejercicios anteriores.Entonces, ¿de donde sale el dinero? 
La respuesta es tan evidente que casi no merece siquiera ser tecleada. Siempre ha estado ahí. La atención a los inmigrantes irregulares era y es una parte ínfima del dinero que se gasta en Salud Pública y nunca fue preciso eliminarla. No era una necesidad, era una decisión ideológica.
Así que nos mintieron. No era producto de su liberalismo económico, era consecuencia de su españolismo fanático e irracional -o al menos de intentar contentar a la porción de su partido que mantiene en el odio y el desprecio a lo foráneo el fiel de la balanza de su nacionalismo español.
De modo que aunque la decisión sea materialmente positiva es intrínsecamente perversa por dos motivos.
Primero porque miente para ocultar sus verdaderas motivaciones. Jean Marie o Marine Le Pen lo hubieran dicho a las claras, Aurora Dorada lo hubiera gritado sin tapujos pero el gobierno del Partido Popular ha intentado ocultar su ideología bajo el paraguas de una necesidad económica, bajo el mítico "¿qué otra cosa puedo hacer?" Motivo más que suficiente para los que no le votaron sigan sin votarle y los que le votaron dejen de hacerlo por avergonzarse de su propia ideología.
Segundo porque sigue demostrando que el Partido Popular no se ha puesto a gobernar y sigue en su ejercicio puro del poder. Teniendo siempre posibilidad financiera de hacerlo no lo ha hecho cuando se lo exigía la presión social, cuando se lo reclamaba la lógica y la justicia.
Cuando los españoles le decían como querían gastar su dinero, él decidió que lo tenía que gastar en otra cosa y ahora hace lo mismo.
No hay dinero para responder a las exigencias sociales pero si lo hay para su campaña electoral para la reelección. Porque esa es la inversión que esta haciendo Mariano Rajoy. No en la Sanidad Universal, sino en su campaña electoral. Si creyera en ella nunca la hubiera eliminado
No hay mal que por bien no venga. Pero no conviene olvidar que sigue siendo un mal.

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