Dicen que a un gobierno siempre se define por sus estrategias más que por sus objetivos. Pues la única estrategia que parece poner en práctica para todo el gobierno que hace casi una legislatura pusimos en Moncloa tiene un nombre. Un nombre cruel y terrible : diezmado.
Porque nuestro gobierno está diezmando con sus actos y sus inacciones a los ciudadanos de este país deforma sistemática y premeditada.
Diezman a un millón doscientas mil personas dependientes que dependen de la Ley De Dependencia negándose a utilizar dinero para financiarla y dejando a medio millón de personas que no pueden valerse por si mismas, la mayoría ancianos, sin posibilidad de acceder a esas ayudas y obligados a sufragarse los cuidados por su cuenta cuando no tienen recursos para ello.
Resultado: mueren esperando, se los quitan de encima, dejan de engrosar las estadísticas y así les bajan los números.
Daño colateral: los cuidadores sacrifican su bienestar en algunos casos su propio futuro por cuidarlos.
Durante toda la legislatura han utilizado la Sanidad Pública, que debía ser una herramienta para evitar la muerte como un arma que dispara a la vida de colectivos que consideran, según parece, prescindibles o irrelevantes.
Han diezmado a los inmigrantes sin papeles al dejarles sin Sanidad -aunque ahora por motivos electoralistas la hayan vuelto a implantar-, negándoles la posibilidad de curarse de las enfermedades si no eran atendidos por urgencia; diezman a los enfermos crónicos al negarles la gratuidad de sus tratamientos, diezman a los reclusos al no sufragarles los medicamentos para la Hepatitis C, la enfermedad que más se sufre en las prisiones.
Resultado: Dejar también de ser problemas estadísticos, dejan de ser un factor que influya en sus provisiones económicas sencillamente porque están muertos.
Daño Colateral: las economías familiares de los implicados se desangran intentando compensar las ayudas que no reciben con lo que la miseria se multiplica.
Y también están diezmando nuestras posibilidades de futuro
Usan la Educación para diezmar a la población casi desde la cuna: expulsando del sistema a las primeras de cambio con la revalida -ahora también suspendida por la oposición masiva de otras fuerzas políticas- a un porcentaje inaceptable de estudiantes después de recortar o suspender directamente las ayudas a los que más los necesitan, quitando por falta de presupuestos los refuerzos, los desdobles, los profesores de apoyo, los psicólogos escolares y todos los elementos y herramientas que podrían permitirles seguir en la lucha por una vida digna; diezman a los que pasan ese tajo endureciendo las becas hasta límites que las hacen en ocasiones imposibles de alcanzar.
Resultado: Aunque todos los expulsados del sistema sobrevivan lo hacen en unas condiciones de vida indignas, condenados de por vida a sueldos miserables y a no tener expectativas de mejora en un futuro que les ha sido negado desde una herramienta que debía estar encaminada a lo contrario: la Educación.
Alguien me dijo ayer que pese a que se hable de números uno puede emocionarse. Es cierto.
Después de ver la estrategia de diezmado que ha puesto en marcha durante toda la legislatura llega un número que despierta múltiples emociones: la deuda pública española aumenta y alcanza el 98,6% del producto interior bruto.
Después de todo lo que se ha hecho de condenar a la muerte o a la supervivencia indigna a millones de personas, la deuda pública española aumenta y la pregunta es evidente: si se ha diezmado la población para no tener que gastar dinero en ella ¿en qué se gasta el dinero que se obtiene con esa deuda que no hace salvo aumentar?
Por conocidas no hace falta listar las múltiples respuestas a esa pregunta. Pero todas ellas nos llevan a la misma conclusión. Nos matan por dinero, solamente por eso. Nos dejan morir para ganar un dinero que luego gastan en lo que quieren, en lo que son sus prioridades, no las nuestras. Como haría cualquier mafioso de tres al cuarto en un barrio marginal de una gran ciudad, como haría cualquier tiranos venezolano o cubano o chino o incluso de esos que dicen hacerlo todo por la patria y la bandera.
Han dejado de ser gobernantes y se han convertido por definición de quien mata o deja morir por dinero en una sola cosa: sicarios. Y el único sentimiento, la única emoción que eso puede despertar es la más absoluta y completa repugnancia.
Nos dejan morir para que les cuadren las cuentas y encima las cuentas no les cuadran.
Las públicas, que las privadas en bancos helvéticos o de Caiman Brac seguro que tienen todas saldos muy positivos.
Porque nuestro gobierno está diezmando con sus actos y sus inacciones a los ciudadanos de este país deforma sistemática y premeditada.
Diezman a un millón doscientas mil personas dependientes que dependen de la Ley De Dependencia negándose a utilizar dinero para financiarla y dejando a medio millón de personas que no pueden valerse por si mismas, la mayoría ancianos, sin posibilidad de acceder a esas ayudas y obligados a sufragarse los cuidados por su cuenta cuando no tienen recursos para ello.
Resultado: mueren esperando, se los quitan de encima, dejan de engrosar las estadísticas y así les bajan los números.
Daño colateral: los cuidadores sacrifican su bienestar en algunos casos su propio futuro por cuidarlos.
Durante toda la legislatura han utilizado la Sanidad Pública, que debía ser una herramienta para evitar la muerte como un arma que dispara a la vida de colectivos que consideran, según parece, prescindibles o irrelevantes.
Han diezmado a los inmigrantes sin papeles al dejarles sin Sanidad -aunque ahora por motivos electoralistas la hayan vuelto a implantar-, negándoles la posibilidad de curarse de las enfermedades si no eran atendidos por urgencia; diezman a los enfermos crónicos al negarles la gratuidad de sus tratamientos, diezman a los reclusos al no sufragarles los medicamentos para la Hepatitis C, la enfermedad que más se sufre en las prisiones.
Resultado: Dejar también de ser problemas estadísticos, dejan de ser un factor que influya en sus provisiones económicas sencillamente porque están muertos.
Daño Colateral: las economías familiares de los implicados se desangran intentando compensar las ayudas que no reciben con lo que la miseria se multiplica.
Y también están diezmando nuestras posibilidades de futuro
Usan la Educación para diezmar a la población casi desde la cuna: expulsando del sistema a las primeras de cambio con la revalida -ahora también suspendida por la oposición masiva de otras fuerzas políticas- a un porcentaje inaceptable de estudiantes después de recortar o suspender directamente las ayudas a los que más los necesitan, quitando por falta de presupuestos los refuerzos, los desdobles, los profesores de apoyo, los psicólogos escolares y todos los elementos y herramientas que podrían permitirles seguir en la lucha por una vida digna; diezman a los que pasan ese tajo endureciendo las becas hasta límites que las hacen en ocasiones imposibles de alcanzar.
Resultado: Aunque todos los expulsados del sistema sobrevivan lo hacen en unas condiciones de vida indignas, condenados de por vida a sueldos miserables y a no tener expectativas de mejora en un futuro que les ha sido negado desde una herramienta que debía estar encaminada a lo contrario: la Educación.
Alguien me dijo ayer que pese a que se hable de números uno puede emocionarse. Es cierto.
Después de ver la estrategia de diezmado que ha puesto en marcha durante toda la legislatura llega un número que despierta múltiples emociones: la deuda pública española aumenta y alcanza el 98,6% del producto interior bruto.
Después de todo lo que se ha hecho de condenar a la muerte o a la supervivencia indigna a millones de personas, la deuda pública española aumenta y la pregunta es evidente: si se ha diezmado la población para no tener que gastar dinero en ella ¿en qué se gasta el dinero que se obtiene con esa deuda que no hace salvo aumentar?
Por conocidas no hace falta listar las múltiples respuestas a esa pregunta. Pero todas ellas nos llevan a la misma conclusión. Nos matan por dinero, solamente por eso. Nos dejan morir para ganar un dinero que luego gastan en lo que quieren, en lo que son sus prioridades, no las nuestras. Como haría cualquier mafioso de tres al cuarto en un barrio marginal de una gran ciudad, como haría cualquier tiranos venezolano o cubano o chino o incluso de esos que dicen hacerlo todo por la patria y la bandera.
Han dejado de ser gobernantes y se han convertido por definición de quien mata o deja morir por dinero en una sola cosa: sicarios. Y el único sentimiento, la única emoción que eso puede despertar es la más absoluta y completa repugnancia.
Nos dejan morir para que les cuadren las cuentas y encima las cuentas no les cuadran.
Las públicas, que las privadas en bancos helvéticos o de Caiman Brac seguro que tienen todas saldos muy positivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario