En este día de todos los santos en el
que ya no se sabe si ninguno somos santos o todos somos mártires o ninguna de
las dos cosas, esta lucha nuestra contra el absurdo de que un ministro de
educación busque de forma intencionada y el recorte educativo está marcada por
dos abandonos. Dos abandonos que resultan quizás igual de irreverentes en lo
protocolario y completamente contrarias en los fondos y los motivos.
Dos abandonos que no son ni pueden ser
lo mismo.
EL primero de ellos es el
mediáticamente aireado que dejó en la soledad de su soberbia y en la compañía
de la ceguera partidista y el apoyo sectario de los suyos a José Ignacio Wert. Es el plante que sindicatos, padres y
alumnos protagonizaron en el Pleno del Consejo Escolar.
Un plante forzado por una postura del
ministro y sus acólitos, en este caso el Presidente del Consejo, Francisco
López Rupérez, que demuestra mucho más que ninguna ley, que ninguna normativa,
que ninguna declaración extemporánea, cual es el concepto de educación que Wert
quiere imponer en el territorio español.
Porque padres y alumnos y sindicatos
se marchan no por los recortes, no por las políticas, se marchan simplemente
porque no les dejan hablar. Concretamente a los trabajadores de la Enseñanza
que, claro, no tienen derecho alguno a opinar sobre su futuro ni sobre cómo
quieren educar. Para eso están sus jefes. Para eso esta Wert.
En la utilización más torticera de la
abogacía del Estado que se recuerda desde los procesos de Burgos, López Rupérez
niega la lectura del documento amparándose en un informe supuestamente jurídico
contrario.
¿Por qué lo hace? No porque no sea
motivado o preciso, eso lo acepta la Abogacía del Estado. Lo rechaza porque es
irrespetuoso. Sí, parece digno de otro siglo, pero lo rechaza porque es
irrespetuoso.
Esa es la educación que quieren. Una
en la que el respeto a la autoridad esté por encima de cualquier cosa, una en
la que los que dictan como ha de ser el mundo no reciban enfrentamiento alguno,
queja alguna, muestra alguna de disonancia.
Uno se imagina que esas faltas de
respeto que el abogado del estado ha detectado en el informe del sindicato
serán una cascada de insultos y exabruptos, fuera de orden y de protocolo.
Pero
cuando lo lees no encuentras nada de eso. Lo único que encuentras en él, lo
único que ha considerado irrespetuoso el abogado que actúa por orden del
presidente, que veta por directriz de Wert, es esto: El anteproyecto
contiene una gran carga ideológica neoliberal conservadora" o "no se
ha negociado con nadie, como tampoco se ha negociado el texto del actual
anteproyecto, a no ser con las organizaciones de la derecha más reaccionaria
y/o con las patronales de la enseñanza privada".
Acudes al diccionario en la esperanza
de que la última reunión de los académicos de la RAE haya incluido en su acervo
de insultos el término neoliberal o de enseñanza privada y te llevas un chasco
porque no es así. Siguen sin ser consideradas expresiones irrespetuosas.
Así
que solamente nos queda colegir que Wert y su concepto de educación consideran
irrespetuoso decir la verdad.
Porque el PP está adherido a una
organización llamada Internacional demócrata cristiana que se define a sí misma
como económicamente neoliberal y políticamente conservadora. Así que eso no
puede ser un insulto. Porque cualquiera que lea la ley y cualquiera de las
declaraciones de Wert descubre principios neoliberales como la reducción del
sector público o el apoyo a la iniciativa privada sobre la pública en el texto
y el espíritu de la misma. Así que eso tampoco es mentira.
Porque que lo único que se ha consensuado
sea hecho con la patronal de los concertados es un hecho demostrable.
Porque que la reforma solamente está apoyada,
al menos públicamente, por los que defienden la vuelta al sistema educativo que
puso en marcha el anterior periodo gobierno del PP, conducido por José María Aznar
y por las asociaciones de padres católicos y de religiosos de la enseñanza que
defienden los valores, según ellos tradicionales, de la ética y la moral
católica, es otro hecho.
Y reaccionario significa exactamente
eso. Que quiere restaurar lo abolido y que está de acuerdo con el
tradicionalismo.
Así que, a menos que el Diccionario de
La Real Academia de la Lengua, se haya convertido en una publicación
irrespetuosa. No hay ni una sola palabra que suponga un insulto o una falta de
respeto para nadie. Porque la verdad y la definición de esa verdad nunca es un
insulto ni una falta de respeto.
El primero de los abandonos
simplemente demuestra que Wert y sus acólitos quieren una educación sin
protestas, sin pensamiento autónomo, en la que cualquier definición y
exposición de una verdad incómoda pueda ser desechada por irrespetuosa. Como
hacen los adultos con las quejas de los párvulos.
Y ese abandono demuestra cómo ha decidido
ser nuestro gobierno. Pero el otro abandono, el que completa el dúo, nos enseña
como aún no hemos decidido dejar de ser nosotros. Por eso duele más.
El otro abandono supone que CSIF
anuncia que abandona la unidad de reivindicación y se desmarca de la huelga
general del próximo 14 de noviembre.
Uno de los sindicatos con más
representación entre los funcionarios se desliga de la huelga porque cree que
puede influir en las condiciones del rescate, deja a la intemperie a
funcionarios que ya no luchan por sus sueldos o por sus jornadas sino por la
calidad de la enseñanza que les están obligando a dar simplemente porque eso
puede influir en el dinero que nos puedan prestar para salvar a los bancos.
Abandona a aquellos que también protestaron cuando a ellos les bajaron los
sueldos o les quitaron las pagas simplemente porque temen que si ese dinero no
llega desde las arcas del Banco Central Europeo salga de sus depauperadas economías.
El abandono de CSIF de la huelga
general hace un flaco favor a todos los que, aunque no vean recortados sus emolumentos
ni sus nóminas ven que los sistemas públicos de salud, de sanidad, de apoyo
social se depauperan. Parece que aún no hemos aprendido que no se trata de ir a
la tuya, sino de ir a la de todos.
Aún o hemos interiorizado que las
cuestiones laborales no se limitan al sueldo o a la paga extra, que llegan
hasta la dignidad y hasta el objetivo del trabajo que los recortes limitan y
las leyes de Wert pretenden imponer a muchos profesionales que también son
funcionarios.
No hemos aprendido que las subidas de
impuestos también perjudican a los funcionarios, que los hijos de esos
funcionarios también se verán arrojados a un sistema de trabajo de casi
servidumbre y precariedad.
Parece que el abandono de CSIF
demuestra que aún no hemos comprendido que lo que nos ha llevado a esto es
intentar salvarnos por nuestra cuenta, es sumarnos a las reivindicaciones o las
quejas solamente cuando nos viene bien y retirarnos de ellas, dejando a los que
aún no han logrado nada más allá de la línea de fuera de juego, en cuanto
logramos lo obtenido.
Demuestra que aún no hemos caído en la
cuenta de que estamos como estamos porque hemos antepuesto el colectivo -esa
extensión cercana por afinidad del individuo- a la sociedad, ese alienígena por
diversidad de cualquier individuo.
El abandono al que nos obliga Wert con
su forma de ver la educación nos indigna y nos enfurece, pero es esperado.
Sabemos que el poder nunca aprende.
Pero el abandono de CSIF nos
entristece y nos duele. Nos duele porque creíamos que nosotros sí habíamos
empezado a aprender.
2 comentarios:
Hola, como no sé muy bien como comunicarme contigo de otra manera y por si no lo conoces, te envío esto. Yo creo que como blogger eres excelente y pienso que quizás ellos opinen lo mismo..:
http://www.terradebloggers.es/
gracias.
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