jueves, noviembre 01, 2012

Dos abandonos dejan la educación furiosa y dolida.


En este día de todos los santos en el que ya no se sabe si ninguno somos santos o todos somos mártires o ninguna de las dos cosas, esta lucha nuestra contra el absurdo de que un ministro de educación busque de forma intencionada y el recorte educativo está marcada por dos abandonos. Dos abandonos que resultan quizás igual de irreverentes en lo protocolario y completamente contrarias en los fondos y los motivos. 
Dos abandonos que no son ni pueden ser lo mismo.
EL primero de ellos es el mediáticamente aireado que dejó en la soledad de su soberbia y en la compañía de la ceguera partidista y el apoyo sectario de los suyos a José Ignacio Wert. Es el plante que sindicatos, padres y alumnos protagonizaron en el Pleno del Consejo Escolar.
Un plante forzado por una postura del ministro y sus acólitos, en este caso el Presidente del Consejo, Francisco López Rupérez, que demuestra mucho más que ninguna ley, que ninguna normativa, que ninguna declaración extemporánea, cual es el concepto de educación que Wert quiere imponer en el territorio español.
Porque padres y alumnos y sindicatos se marchan no por los recortes, no por las políticas, se marchan simplemente porque no les dejan hablar. Concretamente a los trabajadores de la Enseñanza que, claro, no tienen derecho alguno a opinar sobre su futuro ni sobre cómo quieren educar. Para eso están sus jefes. Para eso esta Wert.
En la utilización más torticera de la abogacía del Estado que se recuerda desde los procesos de Burgos, López Rupérez niega la lectura del documento amparándose en un informe supuestamente jurídico contrario. 
¿Por qué lo hace? No porque no sea motivado o preciso, eso lo acepta la Abogacía del Estado. Lo rechaza porque es irrespetuoso. Sí, parece digno de otro siglo, pero lo rechaza porque es irrespetuoso.
Esa es la educación que quieren. Una en la que el respeto a la autoridad esté por encima de cualquier cosa, una en la que los que dictan como ha de ser el mundo no reciban enfrentamiento alguno, queja alguna, muestra alguna de disonancia.
Uno se imagina que esas faltas de respeto que el abogado del estado ha detectado en el informe del sindicato serán una cascada de insultos y exabruptos, fuera de orden y de protocolo. 
Pero cuando lo lees no encuentras nada de eso. Lo único que encuentras en él, lo único que ha considerado irrespetuoso el abogado que actúa por orden del presidente, que veta por directriz de Wert, es esto: El anteproyecto contiene una gran carga ideológica neoliberal conservadora" o "no se ha negociado con nadie, como tampoco se ha negociado el texto del actual anteproyecto, a no ser con las organizaciones de la derecha más reaccionaria y/o con las patronales de la enseñanza privada".
Acudes al diccionario en la esperanza de que la última reunión de los académicos de la RAE haya incluido en su acervo de insultos el término neoliberal o de enseñanza privada y te llevas un chasco porque no es así. Siguen sin ser consideradas expresiones irrespetuosas. 
Así que solamente nos queda colegir que Wert y su concepto de educación consideran irrespetuoso decir la verdad.
Porque el PP está adherido a una organización llamada Internacional demócrata cristiana que se define a sí misma como económicamente neoliberal y políticamente conservadora. Así que eso no puede ser un insulto. Porque cualquiera que lea la ley y cualquiera de las declaraciones de Wert descubre principios neoliberales como la reducción del sector público o el apoyo a la iniciativa privada sobre la pública en el texto y el espíritu de la misma. Así que eso tampoco es mentira.
Porque que lo único que se ha consensuado sea hecho con la patronal de los concertados es un hecho demostrable.
Porque que la reforma solamente está apoyada, al menos públicamente, por los que defienden la vuelta al sistema educativo que puso en marcha el anterior periodo gobierno del PP, conducido por José María Aznar y por las asociaciones de padres católicos y de religiosos de la enseñanza que defienden los valores, según ellos tradicionales, de la ética y la moral católica, es otro hecho.
Y reaccionario significa exactamente eso. Que quiere restaurar lo abolido y que está de acuerdo con el tradicionalismo.
Así que, a menos que el Diccionario de La Real Academia de la Lengua, se haya convertido en una publicación irrespetuosa. No hay ni una sola palabra que suponga un insulto o una falta de respeto para nadie. Porque la verdad y la definición de esa verdad nunca es un insulto ni una falta de respeto.
El primero de los abandonos simplemente demuestra que Wert y sus acólitos quieren una educación sin protestas, sin pensamiento autónomo, en la que cualquier definición y exposición de una verdad incómoda pueda ser desechada por irrespetuosa. Como hacen los adultos con las quejas de los párvulos.
Y ese abandono demuestra cómo ha decidido ser nuestro gobierno. Pero el otro abandono, el que completa el dúo, nos enseña como aún no hemos decidido dejar de ser nosotros. Por eso duele más.
El otro abandono supone que CSIF anuncia que abandona la unidad de reivindicación y se desmarca de la huelga general del próximo 14 de noviembre. 
Uno de los sindicatos con más representación entre los funcionarios se desliga de la huelga porque cree que puede influir en las condiciones del rescate, deja a la intemperie a funcionarios que ya no luchan por sus sueldos o por sus jornadas sino por la calidad de la enseñanza que les están obligando a dar simplemente porque eso puede influir en el dinero que nos puedan prestar para salvar a los bancos. Abandona a aquellos que también protestaron cuando a ellos les bajaron los sueldos o les quitaron las pagas simplemente porque temen que si ese dinero no llega desde las arcas del Banco Central Europeo salga de sus depauperadas economías.
El abandono de CSIF de la huelga general hace un flaco favor a todos los que, aunque no vean recortados sus emolumentos ni sus nóminas ven que los sistemas públicos de salud, de sanidad, de apoyo social se depauperan. Parece que aún no hemos aprendido que no se trata de ir a la tuya, sino de ir a la de todos.
Aún o hemos interiorizado que las cuestiones laborales no se limitan al sueldo o a la paga extra, que llegan hasta la dignidad y hasta el objetivo del trabajo que los recortes limitan y las leyes de Wert pretenden imponer a muchos profesionales que también son funcionarios.
No hemos aprendido que las subidas de impuestos también perjudican a los funcionarios, que los hijos de esos funcionarios también se verán arrojados a un sistema de trabajo de casi servidumbre y precariedad. 
Parece que el abandono de CSIF demuestra que aún no hemos comprendido que lo que nos ha llevado a esto es intentar salvarnos por nuestra cuenta, es sumarnos a las reivindicaciones o las quejas solamente cuando nos viene bien y retirarnos de ellas, dejando a los que aún no han logrado nada más allá de la línea de fuera de juego, en cuanto logramos lo obtenido.
Demuestra que aún no hemos caído en la cuenta de que estamos como estamos porque hemos antepuesto el colectivo -esa extensión cercana por afinidad del individuo- a la sociedad, ese alienígena por diversidad de cualquier individuo.
El abandono al que nos obliga Wert con su forma de ver la educación nos indigna  y nos enfurece, pero es esperado. Sabemos que el poder nunca aprende.
Pero el abandono de CSIF nos entristece y nos duele. Nos duele porque creíamos que nosotros sí habíamos empezado a aprender.

2 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

Hola, como no sé muy bien como comunicarme contigo de otra manera y por si no lo conoces, te envío esto. Yo creo que como blogger eres excelente y pienso que quizás ellos opinen lo mismo..:

http://www.terradebloggers.es/

devilwritter dijo...

gracias.

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics