domingo, noviembre 25, 2012

Una ambulancia hace del liberalismo un mito olímpico

Hay mitos que se reproducen de generación en generación sin una explicación lógica. El efímero y reiterado arte humano de intentar modificar la realidad con la voluntad hace que determinadas creencias se repitan una y otra vez como una letanía ignorando el empirismo cotidiano que las desmonta una y otra vez. Como si el mero hecho de convertir una mentira en una letanía tuviese el mágico y arcano poder de transformarla en una verdad incuestionable.
Y eso funciona hasta que un simple hecho, apenas perceptible, apenas relevante para la civilización en su conjunto, hace que ese mito se descomponga en polvo entre nuestros dedos, como los restos de un cadáver viejo, como los granos de la arcilla que forman la anatomía de los dioses antiguos.
Y uno de esos mitos repetidos hasta la saciedad en esta sociedad nuestra disfrazada de civilización supuestamente imperecedera, una de las condiciones que modela el alma económica liberal capitalista, ahora muerta y congelada, del mundo occidental atlántico es el mantra de que la competencia genera beneficios y mejoras para el receptor de los servicios, para el cliente.
El Gobierno de Don Mariano manostijeras y toda su corte de podadores profesionales a tiempo completo persisten en su continua advocación a ese principio, insisten en su ensalmo salvador, pero un simple hecho, uno pequeño, ha demostrado que ese principio no funciona, que no puede funcionar: una persona que estuvo a punto de morir ha tardado 21 días en ser trasladada en una ambulancia.
¿Cuál ha sido el motivo? 
Se podrá decir que son los recortes sanitarios a los que Moncloa y todas las sedes de gobierno autonómicas están sometiendo al sistema sanitario público español de un extremo a otro de la rosa de los vientos hispana. Y no será falso. No lo será, pero le faltará un matiz.
No han sido solamente los recortes. Ha sido la competencia que imponen esos recortes.
Porque durante tres semanas dos administraciones sanitarias, la de Castilla - La Mancha y la Comunitat Valenciana han porfiado, luchado, regateado, en definitiva, competido, por librarse de ese cargo, de ese apunte en su cuenta de gastos y eso puede que haya repercutido positivamente en la cruzada de ahorro emprendida por el Gobierno para sustraer a la sociedad el dinero suficiente para pagar su rescate a las entidades financieras pero, desde luego, no ha sido positivo para un hombre hospitalizado en un centro sanitario de Toledo que debía ser trasladado e Valencia, después de haber sufrido un infarto cerebral.
Y el caso de José Gil, un grano de arena más en el engranaje de justificaciones grandilocuentes que este gobierno ha puesto en marcha para sus recortes, demuestra que los recortes no solamente nos roban la sociedad y el futuro a los que los sufrimos, sino que les roban los mitos ideológicos a aquellos que se esconden tras ellos para disfrazar de necesidad unas decisiones que solamente son producto de su pensamiento político elitista, monetarista y antisocial.
Porque la competencia furibunda entre la Santa Dolores de Cospedal, patrona del recorte, y Alberto Fabra, Máximo adalid del cargo a la sociedad de los costes del gasto de su manirroto predecesor, lejos de beneficiar a nadie, ha perjudicado a alguien que necesitaba un servicio que estaban obligados a darle. 
Porque la competencia entre las administraciones por ajustarse a los pírricos presupuestos que les han impuestos sus gobernantes para cubrir los agujeros dinerarios generados por la gestión política y bancaria de dos generaciones de gestores bancarios temerarios y de políticos corruptos nunca puede beneficiar a los receptores de los servicios que recortan.
No lo hace en Toledo con un traslado sanitario, no lo hace en León donde cinco administraciones se pasaron la patata caliente del gasto en servicios sociales de una madre y su hija hasta que la patata se enfrío con la muerte de ambas, no lo hace en Valencia donde la comunidad autónoma envía a las madres de un colegio al negocio del erotismo por negarles un simple autobús escolar, no lo hace en Madrid donde han sido necesarios dos meses de lucha para evitar el cierre de un hospital absolutamente necesario, no lo hace en Canarias donde gobierno autonómico y ministerio de Sanidad porfían por el coste de la atención a los enfermos crónicos. No lo hace en ningún sitio.
Un simple hecho, un simple gasto de 1.300 euros, desmonta toda la mítica competencia beneficiosa para el cliente, impuesta como creencia inalienable en la economía capitalista. Así de sencillo.
Los dos axiomas del gobierno económico liberal capitalista se anulan entre sí, no se pueden intentar ejecutar de forma simultánea. 
No se puede contener y recortar el gasto público al mismo tiempo que se encumbra la competencia como ideal de desarrollo de los servicios públicos, condenados al más salvaje darwinismo para su supervivencia.
Puede que por separado ambos conceptos tengan su nicho en la estructura económica y social. Es posible que la competencia sea aplicable cuando la bonanza hace que haya dinero público disponible para repartir, cuando se tenga garantizado que el gasto producido para la mejora de servicios en esa competencia, pero mientras no haya recursos, mientras estos se recorten a límites absurdos, ninguna competencia entre administraciones genera beneficios para los que reclaman y necesitan sus servicios.
Puede que en el ámbito privado sea favorable para lograr bienes y servicios más baratos. Pero mientras esa competencia no está contenida por una legislación laboral justa, por una legislación fiscal sólida en lo recaudatorio y firme en lo  impositivo, no generará ningún beneficio para los consumidores porque los precios seguirán creciendo al mismo ritmo que los márgenes de beneficio de los inversores y capitalistas y el número de personas que esté en condiciones de acceder a sus productos disminuirá al mismo ritmo que crecerá el desempleo, la precariedad y la contención -o incluso congelación salarial-.
Así que los recortes y la competencia se anulan entre sí.
Si, por separado son cuestionables y parcialmente inútiles, juntos son completamente inviables y el ejemplo perfecto de que los mitos responden a la voluntad y el deseo de los que los crean y los repiten de generación en generación, pero nunca a la realidad.  
Y eso lo demuestra una simple pelea de bar entre Fabra y Cospedal por el precio de una ambulancia que cubra el trayecto entre Toledo y Valencia.
Puede que Mariano Rajoy y Ana Mato no consigan pasar a la historia universal  con ese simple hecho que ha puesto en jaque durante 21 días a un paciente.
Pero es seguro que Cristóbal Montoro y Luis de Guindos serán estudiados en los libros de economía de generaciones venideras como los primeros que demostraron que los principios del liberar capitalismo eran inaplicables y simples mitos olímpicos, como la invulnerabilidad de Aquiles o de la capacidad metamórfica de Zeus.
Que los recortes son el equivalente al talón vulnerable del mito aqueo y la competencia entre administraciones es el remedo moderno del engaño continuo que suponen los constantes cambios de forma de la deidad griega.
Una debilidad y un engaño que juntos no pueden tener lugar en el mundo real. 
Quizás en el Hades, donde todo ya está muerto y no le importa seguir estándolo, sí. Pero no en una sociedad que quiera avanzar hacia el futuro.

4 comentarios:

Marimanu dijo...

¿Y no tendrá también, pienso yo en mi total ignorancia, mucha culpa la estúpida división hasta el infinito de servicios que debían ser generales como la sanidad, la educación, la lucha contra los incendios forestales y miles de cosas más, que nos empeñamos en dividir y dividir en consejerias, concejalías, autonomías, secretarías y subsecretarías? ¿no sería mejor centralizar en determinados casos?

devilwritter dijo...

Podría ser.
Pero piensa algo: si no pelearan por no gastar se producira duplicidad de servicios -que también es malo- que supondría ineficacia (por ejemplo, se hubieran presentado dos ambulancias o no se hubiera presentado ninguna y luego dos)pero no originaria que ninguno quisiera hacerse cargo de ellos y se pelearan para no llevarlo a cabo.

Marimanu dijo...

Si, pero si estos servicios estuvieran centralizados (algo similar a lo que ha pasado con el 112 en Madrid) creo que todo esto se solucionaría mucho mejor, a pesar que esto de la "centralización" parece que es lo peor de lo peor, pero en estos casos...

devilwritter dijo...

Son dos comunidades distintas. No la centralización de servicios en una sola comunidad.
Si estuvieran centralizados de forma estatal (que sería la única manera de centralizar Valencia y Castilla La Mancha) simplemente se hubieran negado para cumplir con sus recortes y la familia hubiera tenido que pagar la ambulancia.
Así lo veo.

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