Una virtud que parece acompañar a los jueces de la Audiencia Nacional de España es la capacidad que tienen de remover las plumas y las imprentas de uno a otro lado del globo.
Eso es lo que ha hecho el juez Andreu con su querella contra los integrantes del aparato militar siraelí, por la operación de 2002 que acabó con 13 personas e hirió a 150 más.
Y no digo que acabó con 14 personas muertas. No lo hago, no porque no considere a Salah Shehadeh, líder del aparato militar de Hamás y objetivo de esa operación, una persona, sino porque el juez Andreu juzga a los mandos israelies por no haber considerado personas a las otras 163 y haber producido sus heridas y su muerte en aras de lograr la de Shehadeh.
Con esto, el señor juez ha decidio imputar al ex ministro de Defensa de Israel, Benjamín Ben-Eliezer; el jefe de la fuerza aérea, Dan Halutz; el general del mando sur del Ejército, Doron Almog; el asesor de seguridad Giora Eiland; el secretario militar del ministro, Michael Hertzog; el jefe de Estado Mayor, Moshe Ya'Alon, y Abraham Dichter, director del Servicio General de Seguridad.
En un juicio en el que el juez será español, los testigos palestinos, los acusados israelies, el abogado de la acusación chileno y el de la defensa probablemente neoyorquino. Eso si es globalización. Lo demás son medias tintas.
Y todo el mundo protesta.
Por supuesto, protesta Israel. El Estado Hebreo cuestiona que Andreu pueda enjuiciar a sus halcones de la guerra. Pero entonces se da cuenta que ellos secuestraron, juzgaron y ejecutaron a ciudadanos de otros paises que habían cometido crímenes contra ciudadanos de esos países que no eran Israel -porque, por si nos fallan las cuentas, Israel no existía durante el apojeo de la Alemania Nazi-, amparándose en que eran delitos contra la humanidad y cualquiera tenía derecho a juzgarlos.
Entonces cambian sus protestas y dicen que matar a Shehadah no puede considerarse un crimen de guerra porque era un terrorista. E ignoran el hecho de que no se les considera imputados de ese delito, sino de matar a todos los demás que no eran líderes militares de Hamás, de herir a todos los demás que no eran líderes militares de Hamás.
Pero que Israel proteste no es extraño. Más allá de la facilidad para el olvido de lo que ellos hacen que demuestran aquellos que, sin embargo, se empeñan en que nadie olvide lo que les hicieron a ellos, es lógico que protesten. También protestaron las estructuras serbias por el juicio a Milosevic; también protestaron los restos del partido Baaz por el juicio a Sadam Hussein; también protestaron el entorno y los esguidores de Pinochet por el juicio al dictador militar chileno.
Es más que probable que el proceso resulte inútil en los aspectos prácticos. Como inútil ha resultado la ofensiva israelí que ha matado a 1.300 personas -diez días después Hamás hacía volar un puesto de control fronterizo israelí y mataba a un soldado-, como inútiles se han mostrado los cohetes yihadistas -cohetes, no misiles- que no han logrado que Israel levante el cerco económico que está matando de hambre a Gaza. Pero, a diferencia de los otros dos actos inútiles, la querella aceptada por el juez Andreu es el único acto que se encamina sólo y exclusivamente a castigar a los culpables. Sin bajas añadidas, sin represalias, sin daños colaterales.
De la conjura judeo masónica al antisemitismo
La protesta del aparato de gobierno israelí se omite por obvia, pero lo que resulta más llamativo es que proteste la derecha española. Sus ideólogos y las plumas acerrimas de la más acerrima derecha de nuestro país claman contra el juicio y acusan -la originalidad no es uno de sus fuertes- al juez Andreu -e indefectiblemente al gobierno de Zapatero- de antisemitas.
Ellos, herederos del nunca suficientemente explotado concepto de conjura judeo masónica que salpico el nacional catolicismo de principio a fin; ellos, que rezan en sus iglesias el rito de Viernes Santo que solicita castigo y redención para los asesinos de Cristo -dicho expresamente en el rezo, los judíos-; ellos, que ni han pestañeado cuando su pontifice Ratzinger ha admitido dentro del redil a un obispo que niega el holocausto, ahora se levantan como abanderados del semitismo en nuestro país. ¡Lo que hay que hacer para criticar a Zapatero!, ¡si es que se tienen ganado el cielo -un cielo en el que, por cierto, no entran los judíos por su delito étnico y universal de asesinar al hijo del carpintero-!
Para defender ese antiemitismo que nos invade -como las olas de erotismo de antaño-, dicen que el juez Andreu no está respetando la el orden legal isaraelí , en el cual las acciones (leasé asesinatos) selectivas -no dice nada de las desproporcionadas- se consideran legales.
Y tienen razón. El juez Andreu no respeta esa ley al enjuiciar a los mandos israelies. Como el Tribunal de Nuremberg tampoco se respeto la ley de Trabajo y Sanidad pública de Goebbles -que los alemanes se habían dado a si mismos tras unas elecciones en las que ocho millones de ellos votaron al partido nazi - en la que se recogía abiertamente la posibilidad de discriminar, encerrar, deportar y matar a los judíos; como El Tribunal Penal Internacional no respetó las actas 114 y 119 del parlamento serbio -tambien elegido democráticamente- que dieron carta blanca a la limpieza étnica en Croacia, Bosnia y Serbia; como la Corte Marcial que juzgo a Sadam Hussein ignoró los decretos -ratificado por una parlamente salido de unas elecciones con partido único, pero elecciones- por los cuales se convertía en legal el exterminio de los kurdos dentro de suelo irakí.
A ver si al final va a resultar que no hubo holocausto porque se hizo en virtud de una ley democrática; no hubo limpieza étnica en los balcanes porque se llevó a cabo bajo el amparo de unas actas parlamentarias emitidas por un parlamento democrático; y no hubo exterminio de los cuerdos porque Sadam Husseim tenía la capacidad para emitir esos decretos según las leyes de su país.
Si Israel ha dicho en alguna de sus leyes que matar a 13 personas y herir a otras 150 no es un delito si con ello se consigue matar a un sólo terrorista -cosa que aún está por ver-, esas leyes no merecen ser respetadas porque van contra al menos 60 normas internacionales que Israel, como país democrático, se ha comprometido con su firma a cumplir.Y sus leyes no pueden alterar eso.
Y baste un ejemplo:
El Estatuto de la Corte Penal Internacional establece que "lanzar un ataque intencionadamente, a sabiendas de que causará pérdidas incidentales de vidas, lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil constituye un crimen de guerra". No lo yo digo yo, ni los dice Andreu -que siempre podemos ser desechados por antisemitas-. Lo dice la Corte Penal Internacional.
Con todo, puede que el proceso sea inútil, pero no lo será del todo. Hace unos días el embajador de Israel en España sacaba pecho y decía que la ofensiva demostraba que las reglas habían cambiado. Que ninguna acción violenta quedará sin respuesta. Entonces le quitaba la razón al ínclito sefardí, pero hoy tengo que darsela. El juez Andreu demuestra que estaba colmado de razón: ninguna acción violenta quedará sin respuesta, aunque esas respuestas no sirvan para evitar la acción posterior. Ni para Hamás ni para los halcones guerreros de Israel.
Pero lo que resulta más llamativo es que acusen de antisemitismo a Andreu porque -según los adalides de la enseña bicolor de Libertad Digital (dime de que presumes...)- sólo inicia esos jucios contra Israel, cuando Andreu investiga desde hace meses los asesinatos de Hutu tras la vuelta de los tutsi al poder en Ruanda y Congo; cuando otros dos jueces de la Audiencia Nacional tiene abiertos procesos contra los ex presidentes de Guatemala y El Salvador por las matanzas de jesuítas y de indios mayas; cuando la Audiencia Nacional mantiene procesos contra la mitad de la cúpula gubernamental china por los mismos delitos que se les imputan a los israelies y con las mismas excusas por parte de los encausados.
¿Es que Effraim Rios, el expresidente Cristiani, Hu jintao y la etnia Hutu forman parte de la consabida conjura judeo masónica y por eso la Audiencia Nacional las incluye dentro de su antisemitismo?
De nuevo, cuando les cambian las reglas para recordarles que una bandera o un Estado no son un parapeto para las atrocidades y para la matanza indiscriminada, recurren a la defensa de me odian por soy judío. Porque cualquier otra cosa sería admitir algo parecido a "me aborrecen porque soy un criminal" y eso sería culpa suya, no de los demás.
Y la derecha española - la que es más ultra incluso que la derecha ultra del PP- tiene que seguir esa línea porque, de otro modo, tendría que reconocer que los josues guerreros de Israel comportan de manera criminal pese a que lleven una bandera en el hombro y una supuesta ley debajo del brazo. Y ellos son los principales defensores y paladines del aborrecimiento al criminal. Cuando es vasco y nacionalista, eso sí.