Pues no hay dos sin tres. Si resulta que los israelies se ponen a lo suyo -o sea, a sangrar población civil en busca de terroristas-, y la iglesia católica, por lo menos la española, se pone a lo que mejor hace -o sea, inmiscuirse o intentar inmiscuirse en los asuntos del Estado- sólo nos faltaban en esta revitalización virtual de mi condición de diablo escribiente los que completan la terna perfecta de aquellos que acaparan mis líneas -que no mis pensamientos, ¡Hasta ahí podíamos llegar!- en la mayoría de las ocasiones: los chicos sangrientos y recalcitrantes de ETA-otrora Movimiento de Liberación Vasco, rebautizados de labios de Aznar-.
Y, como ha sucedido con los eclesiasticos ibéricos, en este caso saltan a la palestra como elementos pasivos -pasivos/agresivos, eso si-. Porque ha comenzado el juício contra los líderes políticos del PNV y el PSE que mantuvieron reuniones con representantes de la Izquierda Abertzale durante la tristemente fracasada - y en parte hundida por terceros- tregua de 2006.
Y se ha iniciado, sólo para que conste, en el Tribunal Superior de Justicia de Euskadi - País Vasco para los puristas del lenguaje y Provincias Vascongadas para los estrictos del ultranacionalismo español, que, como las meigas, haberlos, hailos-. También se va a juzgar a Arnaldo Otegui, el correturnos del liderazgo de la Izquierda Abertzale violenta, pero eso ya ha dejado de ser noticia.
Yo opino que hay que juzgarles a todos. Lo quiero dejar claro antes de que los legalistas de la oportunidad -o los oportunistas de la legalidad, según se mire- se lancen, si alguno de ellos lee esto, a clamar por el cumplimiento de la legalidad vigente, el respeto a la independencia del poder judicial y todo aquello que tremolan los que no creen en ello, pero que defienden cada vez que les viene bien -si quereís pensar en el Partido Popular y los medios de su cuerda podéis hacerlo libremente-.
Yo pienso que hay juzgarles porque la vigente Ley de Partidos nos obliga a ello. Pero eso no hace que Patxi López, que el Lehendakari Ibarretxe o que incluso -mal que me pese- Arnaldo Otegui no tengan razón y que el juicio que hoy empieza no sea un juicio político.
Y no lo es porque los jueces estén politizados; no el porque el Gobierno utilice el juicio con fines políticos -de la oposción, o sea del PP, no estaría tan seguro, porque me temo que la única menra de que aumente votos en Euskadi es que se disuelvan el PNV y el PSE-; ni siquiera es un juicio político porque se esté llevando a la palestra legal la política de salida negociada que intentó el Primer Gobierno Zapatero. Es un juicio político porque lo exige una Ley que sólo buscaba la obtención de réditos políticos, porque se realiza en virtud de la Ley de Partidos Políticos. Con ese nombre es imposible que no se trate de un jucio político.
Esa ley no buscaba aislar a los violentos como en su día se dijo. Esa ley buscaba imposibilitar la salida negociada con ETA. Buscaba asegurarse el simbionte violento que era el único argumento que el PP esgrimía elección tras elección para aumentar su caudal de votos e intentar perpetuarse en el poder.
Con esa ley es imposible que, aún el hipotético e improblable caso de que la razón entrara en la mente de esos locos furiosos que hacen llamar ETA y decidieran buscar el diálogo para dejar de perpetuar la situación actual, pudieran llevar a cabo esa opción. Eliminar a los abertxales del mapa político de Euskadi no les iba a restar el apoyo político. Simplemente, les obligaría a pasar a la clandestinidad y a no exponer publicamente sus posiciones lo que haría que fueran incluso más fuertes.
¿Incapacitar cualquier vía dialogada es mejor para España o para Euskadi? La respuesta es no. Como no lo es en la franja de Gaza, como no lo fue en Irlanda, como no el es con el integrismo yihadista, cuyos ramales políticos, por cierto, nunca han sido prohibidos por los paises que sufrían su terrorismo, ni siquiera en Israel, que ya es decir.
¿Entonces porque la Ley de Partidos, ségún se cansaron de afirmar sus propios instigadores y los que erroneamente la apoyaron, buscaba eliminar a los Abertxales de la escena política?
La razón se antoja bien simple: porque eliminada la función política sólo queda la militar y contra la acción militar -armada, si se prefiere- sólo cabe la respuesta policial -militar, como preferiría el PP-. Y ese tipo de política sólo beneficia el Partido Popular.
El Partido Popular hizo una ley para enquistar una situación que le permitiría mantenerse en el poder elección tras elección. Eso creían ellos. Claro, que no contaban con el yihadismo de Osama y sus muchachos.
Esta ley buscaba otro objetivo de apariencia claramente fascita: que sean los jueces los que dictaminen que partidos son o no válidos en nuestro sistema. Y es fascista porque es el Gobierno el que elije a los jueces y sus órganos de representación -aunque diga que no-; porque nunca se ha iniciado un proceso de ilegalización contra los sucesivos partidos de Ynestrillas, aunque defienden principios marcadamente inconstitucionales y en sus filas militan, no sólo sospechosos, sino condenados por delitos violentos y asesinatos que entran dentro de la definición de terrorismo político.
Y sobre todo habla y se mueve como el fascismo porque lo que buscaba desde el principio no era borrar a ETA, sino borrar el independentismo y el nacionalismo vasco de la faz de la tierra política de nuestro país y defender la independecia de Euskadi es tan políticamente correcto como defender cualquier otra cosa. Mientras no se tirotee ni bombardee a nadie para hacerlo.
Así que, sí, hay que juzgar a Patxi López, a Ibarretxe y a Otegui en virtud de la Ley de Partidos. Juzgarlos y luego derogar la ley.
Pero el hecho de juzgar a una persona no implica que se la declare culpable, aunque últimamente tiendan a identificarse las dos situaciones -si es así, ¿qué sentido tendría juzgarle?-. Hay que juzgar a López y Ares, del PSE y a Ibarretxe del PNV. Hay que juzgarlos y declararles inocentes.
Porque ninguno de ellos había sido inhabilitado; porque ninguno de ellos formaba parte de ninguna organización política que fuera ilegal y el hecho de hablar de política con Batasuna -la de entonces, la ilegalizada- no hace que incumplan ninguna ley.
¿Desde cuando hablar con alguien es un delito?, ¿aquel que habla con un asesino se transforma en aseisno?, ¿quien habla con un ladrón se transforma en ladrón de forma automática e irreversible?, ¿el negociador policial que habla con unos secuestradores es juzgado automáticamente como colaborador necesario para lacomisión del crimen y condenado por ello? Si ha de ser así, mal vamos.
Es posible que Otegui y sus cinco adlateres - a la sazón también adlateres de ETA - hayan cometido en delito por mantener la actividad política de Batasuna en contra de una decisión judicial que lo prohibe, pero lo que está fuera de toda duda - por lo menos desde mi punto de vista- es que sus interlocutores no lo han hecho.
Su único delito es pretender poner fin a una situación que está desangrando Euskadi y convulsionando España; su única falta es utilizar una vía que el PP criminalizó utilizando para ello de forma artera una ley promulgada por ellos -con la aquiescencia de los otros, eso si-, para sus propios fines.
Su único delito ha sido seguir un camino que podría haberle quitado al PP su principial simbionte político; que podría haber dejado sin argumentos y sin votos al que, hoy por hoy, es el mayor colaborador necesario del terrorismo en nuestro país: el único partido que vende terror como arma electoral: El Partido Popular.
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