Ya ha llegado el día. Con la mano en la biblia -que él tambén es de los del In God we trust- Obama llega a la casa Blanca un día, ochenta años y un universo despúés de que naciera otro negro que tuvo el sueño de que eso podía llegar a pasar, en un país en el que los de su raza apenas si podían sentarse en la parte trasera delos autobuses.
Y, como el Doctor King Martin Luher, no el King de las novelas de miedo, Obama tiene un sueño. Aunque para algunos ese sueño es una pesadilla digan de las mejores obras del otro King - este sí es Stephen-.
Parece que es una pesidilla para las legiones hebreas, que han tenido que desalojar Gaza a toda prisa, renunciando a su genocidio en nombre de La Tierra Prometida. Y lo es porque la sola presencia de Obama en los alrededores de la Avenida Pennsylvania ha dado alas a un Secretario General de La ONU de nombre impronunciable y nacionalidad casi desconocida para plantarse en Gaza y retar a los israelies a seguir con sus bombardeos.
No lo han hecho, como algunos dirán, por lógica. Lo han hecho porque no quieren que se explicite su peor pesadilla: que un presidente de los Estados Unidos, donde el lobby judio impone su ley y pone y quita presidentes -más los pone que los quita- les diga que se retiren.
Porque mientras no se dice , mientras no es explicita el rechazo a una política militar a ultranza, a una táctica de genodicio lento y demorado, es posible que todavía se pueda especular una vez más con el consentimiento estadocunidense. Y a lo mejor con una vez más les sirve. Con la eficacia demostrada en tan sólo 19 días -1.300 muertos y tan sólo dos miembros reconocidos de Hamás defenestrados-, con poco que puedan especualr acabarán con los Palestinos en Gaza- y los de Cisjordania, si se ponen-.
Pero, si Obama dice no, todo se acaba. Porque ya nadie tendrá que adivinar sus intenciones e Israel tendrá que hacer caso -es la magia de ser Presidente de los Estados Unidos-. Así que el Estado Hebreo ha preferido enfrentarse al ridículo -para ellos y los halcones de la guerra hebreos- de una huída de una guerra que no podían perder, mientras aquellos a los que -al menos teóricamente- había ido a derrotar salen de sus túneles y les dicen adios con la mano.
Ha preferido eso a escuchar un definitivo no de Obama. A contemplar su pesadilla en forma de hombre negro que, desde la Casa Blanca, les dice que las cosas no se resuelven por la fuerza de la sagrada Ira de Yahve.
Pero esa no es la única pesadilla que representa Obama.
Para otros es el guardian -la Dolores Clayburn, por seguir el símil de Stephen King- de la misma pesadilla que representó King -de nuevo el doctor negro- para muchos en su propio país.
Una pesadilla que deja a los wasp fuera de juego -y del juego más importante, ni más ni menos- .
Es una pesadilla para todos los americanos blancos que han hecho de ser americanos blancos su razón de ser, su motivo de progresar.
Ahora ya no tienen la sartén por el mango. Nunca la tuvieron, al menos desde Kennedy y desde King Pero de ilusión tambien se vive -aunque se viva armado hasta los dientes, como las milicias de Wyoming-.
Y el sueño de esperanza que es Obama -de esperanza de la de verdad, no de la nuestra que reescribe la historia, privatiza la sanidad y huye de los hoteles a lo Amy Whitehouse, con calcetines y tacones, arrglá pero informal- tembien es una pesadilla para sus halcones. Los han picoteado y comido en la palma de Bush y han llevado sus contratos millonarios a Irak.
Porque Obama dice que se va y esperemos que esa marcha no les suene demasiado a otras retiradas; no les despierte los viejos sueños pasados convertidos en pesadillas de psicotrópicos para las tropas y de napalm para los enemigos; no les traiga los fantasmas de sus guerras perdidas -Vietnam-, sus guerras empatadas -Korea- y sus guerras inventadas -Grenada, Panáma, Haiti...
Esperemos que los halcones de la guerra -en este caso los estadounidenses- sigan durmiendo el sueño del os injustos y no despertien en su pesadilla como lo hicieron en tiempos pretéritos. Porque cuando se despiertan sudorosos y jadeantes los disparos suenan en Dallas y los presidentes duermen sueños eternos en Arlington, Virginia.
Y todo lo demás es el sueño que vive estados Unidos de que un hombre -y su administración- les saque de la pasidilla en la que su propia codicia, su avaricia y su gusto por el dinero fácil les ha metido. Todo lo demás es un trabajo que todo presidente tiene que hacer en estos tiempos. No es un sueño y no es una pesadilla. Es el despertar cotidiano de un pueblo que cada día se despierta más pobre de lo que se acuesta.
¿Y para Europa? ¿Qué es Obama ,el nuevo presidente, para Europa?
El sueño de Obama, la esperanza de Obama es para los habitantes del viejo continente, para los gobiernos del viejo continente y para los paises del viejo continente, un remedo de lo que fuera otrora, hace siglos -casi milenios- otro sueño de esperanza del imperio.
Hoy los europeos nos sentimos como Genseric rodeado por el consejo de tribus. Somos los nuevos bárbaros, los nuevos suevos, alanos, vándalos y godos que, sentados en Rávena, escuchamos a un hombre hacer algo original, algo que el imperio no ha intentado hasta ahora. Una nueva forma de hacer la guerra que consiste en no hacerla, en vivir en paz.
Para nosotros el sueño de Obama es como lo fuera el sueño de Adriano. Dejar de guerrear y vivir tranquilamente con todos los que hasta ahora presionan sus fronteras.
No podemos dejar de sonreir ante la ingenuidad del emperador que intenta modificar la inercia de un imperio que se mueve por si solo, más allá de sus espectativas; más allá de la dirección que tomó en sus inicios -si es que tomó alguna dirección-.
No podemos dejar de sonreir porque nos sorprende y nos agrada que lo intente, pero, como Genseric en Rávena, torcemos el gesto y afirmamos como hiciera el caudillo bárbaro tras firmar el acuerdo: Es un buen intento, pero no olvidemos que Adriano es romano.
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