Mientras se apagan los ecos del atentado de ETA contra la ETB y mientras se encienden los susurros de lo que puede significar que Israel evacue Gaza después de matar a cuatrocientas personas, parece que se impone hablar de uno de esos dos asuntos. Se impone si se da la premisa de que te importa algo lo que está sucediendo en el mundo. Y ambos me traen el eco de la vieja máxima del comunicólogo: "El medio es el mensaje"
En principio, puede parecer que poco o nada tienen que ver ambos hechos, -se omite por manida, irrelevante, falsa y convencional, la famosa excusa de la lucha contra el terrorismo-. Así que podría decirse que merecen dos post independientes.
Pero la relación entre ambos resulta evidente cuando se descubre quienes son los verdaderos protagonistas de ambos actos.
Aunque parezca extraño, el protagonista no es el terrorismo -ni el de ETA, ni el de Hammas ni el terrorismo de Estado Israelí-, aunque se antoje sencillo, no lo es la violencia.
Los protagonistas de ambas acciones son los medios de comunicación. En un caso por exceso y en otro por defecto.
En el caso de falso terrorismo de ETA y del terrorismo de Estado Israelí se puede parafrasear tranquilamente a Marshall McLuhan y afirmar que el medio -de comunicación, se entiende- es el mensaje del terrorismo.
Con ETA se hace evidente porque la bomba iba destinada a la ETB, una cadena de televisión. ETA es un grupo de falso terrorismo porque, en realidad, ya no buscan otro objetivo que la auto perpetuación; porque, en realidad, hace lustros que transfirieron su concepción del terror como herramienta de su ideario político a sus cuentas corrientes; porque el terror les alimenta y les llena los estómagos. Por eso son falsos terroristas. Por eso son simplemente una organización mafiosa más.
En la realidad de la ofensiva israelí la situación se hace más enrevesada. Israel no evacua Gaza porque tema por la seguridad de los extranjeros. Han tiroteado y estado a punto de hundir un buque de ayuda humanitaria hace dos días y no les han importado los extranjeros. Han bombardeado a cincuenta metros de un hospital en el que traban una docena de médicos extranjeros y no han pestañeado, ni siquiera han esbozado unas disculpas.
En realidad, Israel no evacua Gaza. La está limpiando de testigos.
Los medios de comunicación se encuentran en la cara y la cruz de las dinámicas del terror que se manejan estos días. ETA coloca una bomba en la ETB porque necesita a los medios. Porque su concepto del reino del terror sólo se puede mantenerse si la gente se encuentra aterrorizada. Aunque parezca una perogrullada.
La bomba de ETA pretende ser la prostituta a la que el proxeneta obliga a pasearse por el bulevar con la cara cortada para que el resto de las mujeres que explota capten el mensaje de que la resistencia es imposible. La bomba contra la ETB es el cadáver que los calabreses abandonan en mitad de la calle tras una traición, es el dedo que los sicilianos envían a la familia cuando se demoran en el pago del rescate. Es el estallido del negocio del que no paga la cuota de protección en Chicago.
Y ETA coloca su recordatorio del terror en la ETB porque en su ingenua estupidez, está acostumbrada a que lo que más les gusta a los medios es hablar de si mismos. Porque está acostumbrada a que los informativos incluyan noticias sobre los niveles de audiencia del canal o los premios a sus programa.
ETA ataca a los medios porque en su desesperada pérdida de relevancia piensa que la mejor forma de que los medios hablen de ella es que crean que están hablando de si mismos.
Hasta hace poco no les faltaba razón.
Sin embargo, el terror que pretende implantar Israel no precisa de los medios de comunicación, sino de su ausencia. Son los mismos protagonistas pero por motivos inversos. Los halcones guerreros de Sión han iniciado su progromo y eso no necesita medios de comunicación. Matas a un individuo -un líder y portavoz de Hammas- en su casa rodeado por su esposa, su madre, sus diez hijos y sus dos hermanas y los medios de comunicación internacionales te recuerdan que fuiste capaz hace dos años de programar un misil para hacer saltar en plena carretera el coche de otro líder terrorista, asesinando con él tan sólo -y, a este nivel, ese tan sólo es casi insultante- a sus dos escoltas.
Así que los medios de comunicación manifiestan al mundo que si lo haces de otro modo es porque quieres, no porque no tengas otra forma de hacerlo.
Ametrallas un barco que transporta medicinas para la franja de Gaza y los medios recuerdan que el gobierno Israelí antes se limitaba a abordarlos, requisar las medicinas, entregárselas a los comisarios de Naciones Unidas para que las distribuyeran en la zona, obligando al barco o al convoy a dar la vuelta.
Los ideólogos de la ofensiva, de La Solución Final de Gaza, alejan a los extranjeros - y con ellos a los testigos ajenos- por su dinámica del terror exige que nadie salvo los destinatarios de ese terror sean participes del mismo. Porque está acostumbrado a que los medios de comunicación relaten lo que hacen.
El sanedrín israelí quiere volver a los maravillosos años sesenta y setenta, en los que la impunidad campaba por las áridas llanuras de Cisjordania y Gaza. Eso es mucho mejor para imponer el terror que buscan
Y en eso siempre han tenido razón.
ETA espera que los medios se rasguen las vestiduras; que expresen su repulsa a que se atente contra la libertad de expresión; que convoquen concentraciones silenciosas o vociferantes contra ellos; que relaten uno por uno todos los periodistas, pseudos periodistas, columnistas y opinadores que han sido amenazados o agredidos por ETA y su entorno. Espera que los periódicos les dediquen espacio, las radios ondas y las televisiones tiempo. Espera reactivarse, espera que hablen de ellos.
Y ataca a la ETB, pese a sus pueriles explicaciones ideológicas, porque es la que menos habla de ellos, porque es la que tiene la política de no concederles relevancia -de no darles bola, para entendernos-.
Si fueran motivos ideológicos hubieran cargado contra Telemadrid -que no duda en tergiversar la realidad, la historia y el futuro para arremeter contre ellos-, hubieran bombardeado Libertad Digital, que ni siquiera disimula su animadversión ante cualquier nacionalismo salvo el españolismo más acérrimo, vaso o no, pacífico o no.
Pero no las ataca porque ellas le están haciendo el trabajo que ETA desea. Hablan de ellos, les encumbran a sus titulares de forma diaria y continua, les confieren una presencia y una relevancia que no refleja su puesto real en la sociedad vasca y mucho menos en la española.
La bomba de ETA a la ETB busca un objetivo y quizás porque la crisis y el desempleo se han convertido en nuestros principales enemigos o quizás porque nuestros estómagos no están para estragos después de los excesos navideños y nuestras mentes no están dispuestas para el terror entre los efluvios etílicos de champanes y cavas, no lo han conseguido.
Se ha hablado lo justo y necesario del atentado, se ha informado de él y se ha pasado a otra cosa. Todos salvo Telemadrid y el resto del emporio mediático españolista que abandera. Pero esos no importan, a esos ya los había ganado ETA para su realimentación del terror.
Quizás sea la Navidad o que nuestros medios de comunicación ya han aprendido.
En el caso del terror israelí -porque cuando se manda el mensaje de "todos moriréis a menos que hagáis lo que yo quiera" sólo se puede definir como terrorismo-, aún está por ver cual será el resultado de su acto. Les ha fallado el "no nos importa lo que digan los testigos", les ha fallado el "los testigos están compinchados con el terrorismo" y ahora recurren simplemente al de "como no hay testigos no pueden decir nada". Habrá que ver como les sale.
Pero, en cualquier caso, lo que queda claro es que los medios de comunicación son el mensaje para cualquiera que busca imponer una situación en la que el terror se convierte en un arma, ya sea de supervivencia como en el caso de ETA o de acceso al poder ilegítimo como es el caso de Israel. Y no me equivocado de orden, aunque normalmente se exprese al contrario. ETA no busca el poder ilegítimo sobre el pueblo vasco, busca exclusivamente su supervivencia mafiosa. Y los gobernantes israelíes no buscan la supervivencia, sino el poder sobre una tierra que no les pertenece y no les ha pertenecido nunca y sojuzgar a un pueblo que, con sus muchos defectos, no tiene porque soportar su dominio.
Pero la relación entre ambos resulta evidente cuando se descubre quienes son los verdaderos protagonistas de ambos actos.
Aunque parezca extraño, el protagonista no es el terrorismo -ni el de ETA, ni el de Hammas ni el terrorismo de Estado Israelí-, aunque se antoje sencillo, no lo es la violencia.
Los protagonistas de ambas acciones son los medios de comunicación. En un caso por exceso y en otro por defecto.
En el caso de falso terrorismo de ETA y del terrorismo de Estado Israelí se puede parafrasear tranquilamente a Marshall McLuhan y afirmar que el medio -de comunicación, se entiende- es el mensaje del terrorismo.
Con ETA se hace evidente porque la bomba iba destinada a la ETB, una cadena de televisión. ETA es un grupo de falso terrorismo porque, en realidad, ya no buscan otro objetivo que la auto perpetuación; porque, en realidad, hace lustros que transfirieron su concepción del terror como herramienta de su ideario político a sus cuentas corrientes; porque el terror les alimenta y les llena los estómagos. Por eso son falsos terroristas. Por eso son simplemente una organización mafiosa más.
En la realidad de la ofensiva israelí la situación se hace más enrevesada. Israel no evacua Gaza porque tema por la seguridad de los extranjeros. Han tiroteado y estado a punto de hundir un buque de ayuda humanitaria hace dos días y no les han importado los extranjeros. Han bombardeado a cincuenta metros de un hospital en el que traban una docena de médicos extranjeros y no han pestañeado, ni siquiera han esbozado unas disculpas.
En realidad, Israel no evacua Gaza. La está limpiando de testigos.
Los medios de comunicación se encuentran en la cara y la cruz de las dinámicas del terror que se manejan estos días. ETA coloca una bomba en la ETB porque necesita a los medios. Porque su concepto del reino del terror sólo se puede mantenerse si la gente se encuentra aterrorizada. Aunque parezca una perogrullada.
La bomba de ETA pretende ser la prostituta a la que el proxeneta obliga a pasearse por el bulevar con la cara cortada para que el resto de las mujeres que explota capten el mensaje de que la resistencia es imposible. La bomba contra la ETB es el cadáver que los calabreses abandonan en mitad de la calle tras una traición, es el dedo que los sicilianos envían a la familia cuando se demoran en el pago del rescate. Es el estallido del negocio del que no paga la cuota de protección en Chicago.
Y ETA coloca su recordatorio del terror en la ETB porque en su ingenua estupidez, está acostumbrada a que lo que más les gusta a los medios es hablar de si mismos. Porque está acostumbrada a que los informativos incluyan noticias sobre los niveles de audiencia del canal o los premios a sus programa.
ETA ataca a los medios porque en su desesperada pérdida de relevancia piensa que la mejor forma de que los medios hablen de ella es que crean que están hablando de si mismos.
Hasta hace poco no les faltaba razón.
Sin embargo, el terror que pretende implantar Israel no precisa de los medios de comunicación, sino de su ausencia. Son los mismos protagonistas pero por motivos inversos. Los halcones guerreros de Sión han iniciado su progromo y eso no necesita medios de comunicación. Matas a un individuo -un líder y portavoz de Hammas- en su casa rodeado por su esposa, su madre, sus diez hijos y sus dos hermanas y los medios de comunicación internacionales te recuerdan que fuiste capaz hace dos años de programar un misil para hacer saltar en plena carretera el coche de otro líder terrorista, asesinando con él tan sólo -y, a este nivel, ese tan sólo es casi insultante- a sus dos escoltas.
Así que los medios de comunicación manifiestan al mundo que si lo haces de otro modo es porque quieres, no porque no tengas otra forma de hacerlo.
Ametrallas un barco que transporta medicinas para la franja de Gaza y los medios recuerdan que el gobierno Israelí antes se limitaba a abordarlos, requisar las medicinas, entregárselas a los comisarios de Naciones Unidas para que las distribuyeran en la zona, obligando al barco o al convoy a dar la vuelta.
Los ideólogos de la ofensiva, de La Solución Final de Gaza, alejan a los extranjeros - y con ellos a los testigos ajenos- por su dinámica del terror exige que nadie salvo los destinatarios de ese terror sean participes del mismo. Porque está acostumbrado a que los medios de comunicación relaten lo que hacen.
El sanedrín israelí quiere volver a los maravillosos años sesenta y setenta, en los que la impunidad campaba por las áridas llanuras de Cisjordania y Gaza. Eso es mucho mejor para imponer el terror que buscan
Y en eso siempre han tenido razón.
ETA espera que los medios se rasguen las vestiduras; que expresen su repulsa a que se atente contra la libertad de expresión; que convoquen concentraciones silenciosas o vociferantes contra ellos; que relaten uno por uno todos los periodistas, pseudos periodistas, columnistas y opinadores que han sido amenazados o agredidos por ETA y su entorno. Espera que los periódicos les dediquen espacio, las radios ondas y las televisiones tiempo. Espera reactivarse, espera que hablen de ellos.
Y ataca a la ETB, pese a sus pueriles explicaciones ideológicas, porque es la que menos habla de ellos, porque es la que tiene la política de no concederles relevancia -de no darles bola, para entendernos-.
Si fueran motivos ideológicos hubieran cargado contra Telemadrid -que no duda en tergiversar la realidad, la historia y el futuro para arremeter contre ellos-, hubieran bombardeado Libertad Digital, que ni siquiera disimula su animadversión ante cualquier nacionalismo salvo el españolismo más acérrimo, vaso o no, pacífico o no.
Pero no las ataca porque ellas le están haciendo el trabajo que ETA desea. Hablan de ellos, les encumbran a sus titulares de forma diaria y continua, les confieren una presencia y una relevancia que no refleja su puesto real en la sociedad vasca y mucho menos en la española.
La bomba de ETA a la ETB busca un objetivo y quizás porque la crisis y el desempleo se han convertido en nuestros principales enemigos o quizás porque nuestros estómagos no están para estragos después de los excesos navideños y nuestras mentes no están dispuestas para el terror entre los efluvios etílicos de champanes y cavas, no lo han conseguido.
Se ha hablado lo justo y necesario del atentado, se ha informado de él y se ha pasado a otra cosa. Todos salvo Telemadrid y el resto del emporio mediático españolista que abandera. Pero esos no importan, a esos ya los había ganado ETA para su realimentación del terror.
Quizás sea la Navidad o que nuestros medios de comunicación ya han aprendido.
En el caso del terror israelí -porque cuando se manda el mensaje de "todos moriréis a menos que hagáis lo que yo quiera" sólo se puede definir como terrorismo-, aún está por ver cual será el resultado de su acto. Les ha fallado el "no nos importa lo que digan los testigos", les ha fallado el "los testigos están compinchados con el terrorismo" y ahora recurren simplemente al de "como no hay testigos no pueden decir nada". Habrá que ver como les sale.
Pero, en cualquier caso, lo que queda claro es que los medios de comunicación son el mensaje para cualquiera que busca imponer una situación en la que el terror se convierte en un arma, ya sea de supervivencia como en el caso de ETA o de acceso al poder ilegítimo como es el caso de Israel. Y no me equivocado de orden, aunque normalmente se exprese al contrario. ETA no busca el poder ilegítimo sobre el pueblo vasco, busca exclusivamente su supervivencia mafiosa. Y los gobernantes israelíes no buscan la supervivencia, sino el poder sobre una tierra que no les pertenece y no les ha pertenecido nunca y sojuzgar a un pueblo que, con sus muchos defectos, no tiene porque soportar su dominio.
Si no les funciona su mensaje de terror mediático terminarán deteniendo la ofensiva. Si les funciona también lo harán. Sólo que en el segundo caso se detendrán porque ya no les quedará nadie a quien matar en Gaza.
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