Los fondos y las formas marcan la esencia de lo que somos. Y en el caso de Hugo Chávez, el mutado general que se transformara en revolucionario y evolucionara -o involucionara, que nunca se sabe- hasta convertirse en presidente venezolano del cambio continuo, los fondos y las formas se entraman de tal manera que resulta muy díficil diferenciar los unos de las otras.
Chávez se ha encaramado en la mente y la conciencia de muchos mandatarios del mundo, acostumbrados a no contar con Venezuela nada más que en las felicitaciones navideñas y en los cócteles de cumpleaños, por el fondo. Y el fondo es sencillo.
Chávez se ha encaramado en la mente y la conciencia de muchos mandatarios del mundo, acostumbrados a no contar con Venezuela nada más que en las felicitaciones navideñas y en los cócteles de cumpleaños, por el fondo. Y el fondo es sencillo.
Por más que esté permanentemente enfurruñado con Estados Unidos, por más que su gesto se tuerza de forma continua cuando mira a los chicos del norte, Chávez es quizás el que más caso ha hecho a la doctrina nacida y mamada del, nunca olvidado en los pasillos de Washington, Monroe.
Es decir, que "América para los americanos". Pero claro, en esta ocasión -cuando Chávez habla- los americanos son los del sur y América significa algo más que mijo, cacao, ron añejo y arepas. Significa petróleo. Y el petroleo en la doctrina Monroe era siempre para América -la América de los marines y la gasolina con plomo, se entiende.
Así que los fondos preocupan porque Chavez hace lo que todo gobernante está acostumbrado a hacer. Todos menos los sudarmaricanos, que habitualmente hacen otra división de los recursos de sus países que se resume más o menos en "Ámerica para los estadounidenses y los beneficios para mi cuenta en las caimán ¡que yo también soy parte de América, que se han creído!
Y por eso cualquier cosa que haga Chávez se mira con lupa.
Que los gobernantes mexicanos se perpetúan en el poder con un sistema de partido único -el nunca suficientemente ponderado PRI- y con asesinatos de candidatos en las mismas calles; no importa, los burritos, los nachos y las enchiladas no son fundamentales para el desarrollo de América -la américa del norte, se entiende, porque esa es la única que importa-.
Que los gobernantes colombianos se basan en la alternancia de cártel de narcotraficantes que paga las campañas para mantener su sistema bipartidista. Pues tampoco es demasido preocupante. Al fin y al cabo Colombia facilita Café y droga y los que mueren por droga son los desechos de la gran sociedad estadounidense -porque los ricos siempre pueden ir a clínicas de postín a sacarse la coca de las entrañas y el cerebro-.
Pero si Chávez se acatarra, las reservas petroliferas estadounidenses estornudad; si Chávez escupe, el esputo cae directamente en el rostro del vecino del norte y eso es algo que una sociedad, basada en el cadillac de gran consumo y en el pick up de gran potencia, establecida sobre el consumo de energía más grande del mundo, no puede permitirse. Y al igual que Estados Unidos muchos países europeos.
Así que, cuando Chávez anuncia que quiere perpetuarse en el poder todos se echan las manos a la cabeza. como si nos sorprendiera que un gobernante quisiera perpetuarse en el poder; como si el ínclito bolivariano fuera el primero que lo intenta; como si Fujimori, Menem, Carlos Andrés Pérez, los dirigentes del PRI mejicano, Uribe o cualquier otro dirigente sudamericano no hubiera nunca caído en ese tentación, no hubiera intentado nunca mantenerse en el poder.
Pero, en el caso de Chávez, lo que nos molestan son las formas. después de que la oposición -alentadaen muchos casos por gobienos de lo más democráticos, como el español de Aznar- haya intentado una infinidad de golpes de mano, de Estado y de deposiciones; después de que ha sufrido manifestaciones en contra -y alguna que otra a favor, que han sido casi peores para su imagen-; después de que se ha enfrentado a huelgas. Chavez la insolencia mediática, la caradura insoportable de hacer un referendo. O sea que le pregunta al pueblo si quiere que la reelección en los cargos sea ilimitada.
Y eso nos ofende. Ofende a los que ven cada vez más complicado mantener al ciento por cien sus reservas de crudo cada día, ofende a los que están acostrumbrados a extraer recursos de Venezuela sin mirar atrás para ver lo que dejan. Ofende por las formas. No por el fondo.
Ofende porque, si el showman bolivariano, gana ese referendo no podremos decir nada al respecto. Venezuela habrá hablado y los demás estarán obligados a callar. Nos quedará el derecho al pataleo, pero será sólo eso. Diremos que lo hizo cuando tenía una mayoría aplastante, diremos que modificó la constitución a su antojo, pero, al cabo del día, quedará que, al contrario de Fujimori, o de Menem, al contrario incluso de democratas de Georgetown, como Aznar que intentaron demorar unas elecciones por miedo a perderlas, él habrá consultado a los electores de su país y habrá ganado.
Pero nos ofende porque es Chávez. Si fuera el añorado -sobre todo por las empresas españolas y los jerarcas estadounidenses- Carlos Andrés Pérez el que tuviera la posibilidad de perpetuarse ilimitadamente en el poder a muy pocos de los que nos encontramos allende los mares -o allende los itsmos, según se mire- nos molestaría lo más mínimo.
Así que la carga contra Chávez se basa en las formas de que pretenda eternizarse en el poder, pero támbién está en el fondo de que quien intenta esa perpetuidad es alguien que no comulga con lo que nosotros queremos que sea un país productor de petroleo dócil y cómodo para los que nos hemos erigido en cosumidores de la energía que otros producen.
Y todo esto no le da ni un ápice de razón -aunque tampoco se la quita- al bueno del bolivariano ex militar y rutilante estrella mediatica que se llama Hugo Chavez.
Chávez se sobra cuando recurre a un segundo referendo -como si la existencia fuera una virtud bolivariana, que no mariana- para que el pueblo acepte algo que ya rechazó y la Europa democrata y liberal -sobre todo la liberal- protesta airada como no lo hizo cuanda el gobierno español -que si era democrata, pero no liberal- repitió el referendo de la entrada de españa en la OTAN, cuando la liberal y democrata holanda ha perdido la cuenta de los referendos que ha hecho para no abandonar la UE -perdiéndolos todos, por cierto-; cuando Irlanda anuncia que va a repetir el referendo de la Constitución Europea o cuando Gran Bretaña en general realiza tres veces el de ingreso en la uunión monetaria.
O sea, que para nosotros está bien eso de repetir los referendos hasta que las mayorías digan lo que queremos oir y para el líder bolivariano es una muestra de talante despótico.
No nos engañemos. La actitud de Chávez es más desafiante, mal educada, errática -eso no mucho- y grandilocuente que la de los líderes del mundo occidental europeo y americano, pero no es distinta en lo esencial. No es ni más -ni menos- democrática que la de la mayoría de los gobernantes.
Simplemente nos sienta mal porque es alguien que se ha reconocido como un elemento importante de del equilibrio -que no del poder- mundial y actúa como tal. Y eso nos fastidia porque nadie le ha dado permiso para sentirse importante -ni con apretón de manos, ni con tratado de colaboración y ni siquiera con una miserable foto en las Azores-.
Pero importante ha de ser. Porque yo, todo un demonio, le dedico un post en el día de mi cumpleaños.
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