Poco dura la alegría en la casa del opositor -o del foro opositor, si se quiere-. Hace apenas dos días parecía que podía reactivarse el juicio político al nacionalismo y eso parecía infundir nuevos brios a la maltrecha oposición del Partido Popular, que ni da soluciones ni las busca. Tanto se engrandecieron que aprovecharon el impulso para cargar a lo grande contra la nieve, Iberia y Fomento en un asunto que debería haber sido tratado a lo pequeño.
Y ahora se les agota el cupo, se les apaga la luz de la bengala que prometía lanzarles de nuevo a los ruedos de "la dignidad de España" y el "sentido de la unidad de España" -esas cosas que sólo ellos saben lo que significan, si es que lo saben.-, cuando el TSJPV, ese órgano judicial que suena a principio activo de un medicamento poco recomendable, declara sobreseido el caso contra el Lehendakari y los líderes del Partido Socialista de Euskadi por sentarse a hablar con Otegui -el batasuno impenintente- durante la tregua de 2006.
El Lehendakari pasea su sonrisa vulcaniana por las ventosas aceras de la capital alavesa y, pese a alegrarse de poder estar en los mítines de su campaña y no tener que calentar banquillo -en el sentido jurídico, no futbolísitico, de la palabra-, se queja amargamente de que el alto tribunal vasco no haya entrado en el fondo de la cuestion, es decir, si es delito negocionar con ETA o no lo es.
Yo, al contrario que el ínclito peneuvista, me congratulo del hecho. Negociar no es un delito, no puede serlo. Puede ser un error, pero nunca un delito; puede ser una mala o una buena política, pero nunca un delito. Si los jueces hubieran tenido que pensarse eso es que las cosas estaban peor de lo que creía -y eso que creo que están bastante mal-.
Por contra, me congratulo del motivo por el que se ha archivado la causa. Muchos dirán que no hay un motivo pero, en este caso, la desestimación formal es casi más importante que la que emanaría de un estudio del absurdo fondo en el que se basaba la demanda.
El Foro de Ermua y Dignidad y Justicia, las dos organizaciones que mantenían este proceso abierto, no son partes legítimas del mismo. Dejen que lo repita.
Esas asociaciones, que se arroban el derecho a trazar una línea en el terroso suelo vasco y forzar a todos a estar con ellas o ser terroristas no están legitimadas para decir quién debe hablar con quién y en qué momento. Ni siquiera para poner en duda la legalidad de las conversaciones.
Es muy probable que esta decisión no cree doctrina, pero ya iba siendo hora de que alguien les dijera a todas estas organizaciones -que politizan el terror y el dolor casi tanto, sino lo mismo, que la izquierda abertzale- que el victimismo en este país no concede patente de corso para imponer sus criterios.
El Foro de Ermua y Dignidad y Justicia deberán aprender a ser tan democratas como los que creemos que es la democracia la que acabará con el terrorismo -y no el antinacionalismo-; deberán aprender a ser tan demócratas como los que creemos -aun si compartirlo- que el independentismo, el nacionalismo y, si se tercia, el secesionismo tienen tanto derecho a existir como el unitarismo, el unionismo o, si se da el caso, el anexionalismo -supongo que se dirá así-. Todo ello siempre que no dispare para hacerse oír.
El sobreseimiento demuestra que estas asociaciones y foros -crecidos al amparo de diferentes organizaciones políticas y muy lejanas de aquellas Manos Blancas que en realidad si fueron un movimiento popular, al menos en su origen- no están legitimados para exigir una política en concreto y por supuesto no lo están para llevar una causa criminal contra la más alta instancia del gobierno vasco, simplemente porque consideren que representan al pueblo unionista que habita en el Pais Vasco. Porque lo contrario de independentista no es demócrata, no. Es unionista.
La acusación popular es absolutamente legítima para pedir cuentas al Gobierno, a los partidos y a las instituciones de un país. Pero no lo hace en los tribunales. Lo hace en las urnas.
Así que el PP se ha quedado sin otro frente de combate que le habían abierto y se encuentra de repente compuesto y sin juicio -no conviene olvidar en memoria supuestamente de quien se levantó el Foro y quien es su cabeza visible. No hay que olvidar en que partido milita y que fila ocupa en todos los mítines de las escuadras de Don Mariano-.
Se consolorán sabiendo que les queda D3M -si el tribunal vasco parece un fármaco, el nuevo partido abertzale semeja un virus informático ¡¿pero, quien les elige los nombres a estas gentes del norte?!-.
El sobreseimiento significa que, por mucho que tremoles el nombre de las víctimas, por mucho sueñes con la unidad de España y por mucho que manipules la realidad para que al caer el terrorismo caiga también el independentismo, no estás legitimado para hablar en nombre del Estado español; para arrobate la condición de garante de la dignidad de las víctimas del terrorismo.
Ninguno de ellos está legitimado para ignorar el hecho de que las víctimas del terrorismo somos todos y muchos queremos la paz antes que la venganza.
O, mejor dicho, en lugar de la venganza.
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